- Mamá, el maestro llegó- Gritó la pequeña. El invitado cerró la puerta tras de él y dijo: Oh esperen, olvide que no vengo solo. Detrás, la puerta se abrió y Ova junto a Pepe entraron en la casa.
- ¡Hola a todos!- Gritó Ova.- Ya he regresado.- Maggie corrió a saludarlo con un beso en los labios.
- Hola mi amor. Maestros.- Dijo saludando a todos.- Los estábamos esperando.
Desde las escaleras al segundo piso, una mujer con un vestido azul muy bello, bajó. Su cabello corto color blanco, ojos grises y piel aperlada resaltaban de los demás. Esa es Blanca. A diferencia de mi mujer, ella no se pintaba el cabello. Nunca sabré como lo hace, pero cada semana o mes, Katia tiene el pelo de otra tonalidad, esta vez es azul. Se puso un vestido color crema con una sudadera negra y un bolso amarillo. A esas dos mujeres sí que les gusta estar arregladas todo el tiempo.
Me levanté de la mesa y le di la mano al maestro viéndolo a los ojos.
-Maestro.- Sonreí
- Aquiles.- Me sentí como un niño nuevamente. Sentí el calor de un padre. Protección y sabiduría. Cualquier problema, cualquier situación, tenía la certeza de que siempre puedo contar con él. Más que un maestro, es mi papá.
- Tomen asiento, vamos a cenar.- Mamá habló y arrastró un par de sillas para todos. Los invitados se sentaron y comenzamos a comer.
Yo charlaba con Ciddis de mil cosas. Burlándonos de nuestras mujeres y soltando carcajadas que expulsaban comida de vez en cuando. Hacíamos bromas así muy a menudo, inclusive en momentos serios.
Le dije que Katia era una dama todo el día, pero al llegar la noche se desinflaba como globo de tantas flatulencias. Él me dijo que Blanca lo obligaba a comer mucha fruta y que se quejaba de no dejarla dormir. Pero que realmente era ella la que roncaba como un oso. Mamá, el maestro y Pepe charlaban de su vida. Cosas como la casa en la zona uno, que es donde vive ahora el maestro. Mamá contaba historias de cómo fue su juventud en ese lugar y como el maestro es un anciano. Ova charlaba con Maggie, ese par de tórtolos enamorados no se despegan para nada, ni para ir al baño. Katia hablaba con Celestia junto a Blanca. Escuché como se burlaban de Ciddis y de mí. Supongo que vivir con tu pareja te vuelve receptivo a muchas cosas. Max y Rob estaban haciendo una competencia de comer. En mi opinión: el ganador sería Max. Últimamente lo veo más gordito.
- Atención.- Me levanté.- Katia y yo les tenemos un anuncio. Ahora que veo a toda la familia reunida, nos pareció buena idea decirles que... nos vamos a casar.
- ¡¿Eeeh?!-
-¡Yei! una boda.
- ¿Qué es eso?
- Ya era hora.
- ¡Felicidades!
Varias voces sonaron por la mesa, pero no supe quien decía que. Se armó un desastre. Pero al final, nos abrazamos y me felicitaron.
Al pasar la noche, la gente se fue retirando de la mesa. Celestia cayó dormida en un sillón. Max y Rob la llevaron a su cuarto y no supe más de ellos. Ova y Maggie salieron a dar un paseo. Mamá y ambos maestros seguían en la cocina charlando. Yo y Ciddis nos fuimos algo ebrios al sofá en donde seguíamos con lo nuestro.
- Amor.- Decía Katia.- Tu madre nos prestó una habitación para quedarnos esta noche, no se mal pasen. Te veo arriba.
- Sí, no te preocupes.
- Lo mismo para ti, Ciddis.- Repuso Blanca.- Te veo en nuestro cuarto cuando termines.
Ambas subieron y me quedé solo con mi hermano en la sala. Los sillones se sentían muy cómodos, quizá porque estaba algo ebrio. De igual forma mi interior me decía que siempre fueron así.
-Aquiles, pringao, dame más de ese vino que está muy bueno.
- Hablas raro, hermano.
- Son los chupitos.
- Te tomaste tres y ¿ya estás así? Que mal, Ciddis.
- Calla y dame de eso azul.- Seguimos bebiendo y hablando incoherencias. Se me ocurrió:
- Oye, Te has preguntado, ¿qué habría pasado si no hubiéramos conocido a nuestras mujeres? Si en lugar de ser Aquiles el normal fuera alguien problemático y sin autoestima.
- No. La verdad es que no. Pero mira, hay que ver el presente y pensar en donde estamos ahora, no sirve de nada ver lo que no es real.
- Te creo hermano.- Nos quedamos en silencio.
- El buen Aquiles. Te vas a casar ya. Como pasa el tiempo. Aún recuerdo cuando jugábamos todos en casa. Cuando hacíamos fiestas improvisadas y tirábamos todo en la casa para luego, quedarnos dormidos junto a la escena del crimen. Éramos unos tontos.
- Lo sé. Recuerdo cuando quisiste alcanzar la pelota en el techo y sacaste todos los muebles para usarlos de escalera. Pero terminaste rompiendo el primer "escalón".
- Yo recuerdo que te gustaba mucho molestar a Maggie y le ponías tierra en la comida. O esa vez que nos montamos un teatro los dos con un caldero pequeño, fuego y mucha agua. Le dijimos que sería una sopa de piedras, pero solo ella la probó.
- ¿Siempre hemos sido así?
- ¿Así de geniales?, supongo yo.
- Me refiero a que, luego de que nacieran Max, Rob y Celestia. Seguimos molestando a todo el mundo. No tenemos fin.
- Nacimos para estar juntos, Aquiles. Luego de que tú te cases me casaré yo.
- Creo que voy a extrañar estos días.- En mi mente apareció la imagen de la familia entera comiendo los deliciosos platillos de mamá.- No sé qué me depare el futuro.
- Estamos de acuerdo en una cosa...- Giró a verme con una sonrisa.- El sexo nunca estará mal.- Ambos nos carcajeamos.
- Idiota. Vamos a dormir que el vino ya se acabó.- Pusimos la botella en una mesa y me acerqué a despedirme del maestro. Él tenía la costumbre de frotar mis cabellos cuando entrenábamos en mi niñez, verme desde arriba y decirme: ¡No te rindas jamás! Tú puedes hacerlo. Supongo que siempre tuvo razón.
Me acerqué y froté sus blancos cabellos.- Buenas noches, Maestro. Buenas noches a todos.
- Hasta mañana, hijos.- Mamá se despidió con un abrazo y un beso. El maestro nos sonrió y nos dijo: Están en casa de su madre, cuídenla.
- Claro que sí.- Subimos las escaleras y cada quien entró a su habitación. En la mía estaba Katia ya dormida. Verla me aceleraba el corazón. Era la imagen de un ángel, la imagen que realmente quiero ver toda la vida.
Me recosté junto a ella, besé sus mejillas y caí al profundo mundo de los sueños.

ESTÁS LEYENDO
Arte Elemental: Susurro de la vida
FantasyGatea, camina, corre o vuela. Cualquiera de esas cosas es valida en un mundo de fantasía. Pero no pares de soñar, imaginar o creer. Ya que, cuando comiences la lectura, no podrás vivir lo que las palabras tienen para ti. En esta historia se narra la...