- No estoy seguro de que lo notaras.- Decía Ciddis mientras avanzamos por la oscura calle de la zona tres: un lugar infestado de escaleras de madera que conectan los caminos como puentes improvisados, el lugar al que nos dirigimos (La zona dos) está bajando todas; también posee grandes caminos rectos y curvos que podrían ser un laberinto sin la existencia de tales escaleras.- Celestia hizo algo cuando pasó lo de mamá.- Susurró. La pequeña estaba muy tranquila como para alterarla con platicas de ese tema.
- Sí, lo noté.- Subimos y bajamos un par de escalones, íbamos en parejas: Yo y Ciddis; Maggie y Celestia; Rob y Max. Todos tomados de la mano de su compañero de viaje.- Pasó también minutos antes de encontrarnos con ese tipo en el dojo: Ella obtuvo una enorme fuerza.
- ¿Cómo lo hace?
- Creo que es por el enojo.
- Pero, si es por eso, ¿cómo es que yo no logro liberar algún poder?
- Quizá funcione de forma diferente para cada quien, no estoy seguro, podría ser por medio de emociones o sentimientos.
Había cierto sentido en lo que estaba diciendo: Cada vez que Celestia se enfurecía liberaba una fuerza única. Quizá era la forma en que el fuego debía expresarse. Por el contrario, Maggie, fue la que más avanzó estando tranquila, logró cosas impresionantes con la forma de ese líquido transparente. Una manera singular del agua es que es estable, suave y representa paz. Podría ser que nuestras preguntas no están tan alejadas de la realidad.
- Si lo que pensamos es cierto, Celestia es nuestra arma más poderosa, aprendiendo a controlar su poder no temería jamás... No, que estoy diciendo, es solo una niña.- Pensé.
Seguimos corriendo por la calle hasta llegar a otras escaleras, bajamos y aprovechamos para mirar atrás y saber cuántos sujetos nos estaban persiguiendo: Uno, dos, tres... no, hay más en los techos; seis, siete... No hay duda, hay ocho personas persiguiéndonos. Mientras bajamos intentaba pensar en algo que nos pudiera dar la ventaja de la situación (porque a Celestia no pensaba arriesgar): un lugar para enfrentarlos uno por uno o un lugar para aprovechar nuestros poderes, pero claro, con algo primordial en cualquiera de los casos: un espacio para esconder a los niños y que no corran peligro.
Ellos poseen la ventada de cantidad, de conocimiento, de experiencia en combate, confianza y un lanzador que nos acribillaría en segundos, suponiendo que sea su única arma. Noté como aumentaron su velocidad.
- Hay una casa abandonada en aquella esquina.- Dije señalando un lugar pútrido que a penas y se sostenía por si solo, más evidente no podía ser.- ¡Rápido!
Entramos en la casa: el lugar estaba oscuro y sucio, reafirmando su exterior, apestaba a madera húmeda, basura y no poseía más que un comedor con un armario pequeño debajo de los escalones, tenía un segundo piso luego de unas escaleras que se veían igual de pútridas, y varias ventanas por doquier. Todos desenvainaron su espada y estas generaron un leve resplandor.
- Aquí vienen.- Escuché varios pasos seguir adelante e ignorar la casa. Un par más sobre los techos y a gente en las calles soltando un grito de terror para luego quedar en completo silencio. Tenía la puerta cerrada a un lado mío, con el oído en la madera.- Niños, vayan a esconderse.- Susurré. De pronto escuché un leve golpeteo del otro lado y salté del susto.- ¡Ay carajo!- Grité silencio y volvieron a tocar. Parecía que esas personas estaban jugando con nosotros, tratando de asústanos. Eso es una confianza maldita.
Dentro, nos vimos a la cara como esperando una respuesta. Celestia, Rob y Max comenzaron a caminar en cunclillas hasta el armario. Me alejé de la puerta y me puse en guardia: ambas manos sobre el mango de la espada, una ráfaga de viendo levantando uno de mis cabellos y con el resplandor de mi espada en crecimiento. Mis hermanos me imitaron.
La puerta cayo hacia delante luego de un fuerte golpe con lo que parecía ser un enorme cetro. Y allí estaba: una criatura muy delgada con cuerpo de mujer semidesnuda, las venas resaltando en un color negro por todo el torso y los muslos, la mayor parte del brazo izquierdo del mismo color, pero antes de llegar al hombro había un brazalete de metal muy oscuro, sus uñas eran largas como las de un animal salvaje y su vestimenta era una armadura que cubría la pelvis y el abdomen, tenía una tela mal cosida colgando, esta de un color café que llegaba hasta el suelo, la piel pálida, su cabeza calva, el rostro con un corte de oreja a oreja que intentaron coser para que no se cayera la mandíbula imitando una sonrisa y sus ojos habían sido removidos dejando dos huecos oscuros en su lugar. Fue como ver a un demonio.
Quedamos paralizados viendo a la criatura. En eso un par de ventanas se rompieron en el segundo piso y escuchamos los cristales caer uno por uno seguido de fuertes pisadas. La adrenalina comenzó a fluir con cada golpeteo y cada pedazo de vidrio que caía al suelo. La ventana en el centro la escalera se rompió, luego otras dos en la parte de abajo. Giré mi cabeza por instinto y la bestia fue la primera en atacar: Dio un gran salto, sobrepasando todas las leyes humanas, y dejó caer su cetro sobre mi rostro. Logré poner la espada frente a mí, pero su fuerza era tan grande que me derribó y destrozó parte del suelo dejándome atrapado.
- ¡Ag!- Solté un gran chillido al tiempo que una de mis manos sangraba y mi espalda crujía en el agujero. Intentaba contener la fuerza de la bestia mientras la sangre fresca de su improvisada boca caía en mi rostro. De cerca era aún peor, noté que todavía tenía un par de colmillos. Esperé a que mis hermanos vinieran en mi ayuda, pero no fue muy tarde cuando escuché el acero chocar: La pelea ya había iniciado y yo estaba intentando no morir por mi propia arma, forcejeando entre la vida y la muerte con una bestia del inframundo. Intenté usar el viento, mi magia, pero ya estaba al máximo poder.
Vi varias bolas de fuego salir disparadas por los aires y sentí las gotas de algo menos espeso que la sangre, esa tenía que ser la magia de Maggie; un grito de batalla entre las sombras y varios puñetazos dando el sonido de guerra. Ciddis apareció lanzando un par de golpes a un sujeto, este atacaba con dagas y una habilidad increíble para moverlas de mano a mano: Bloqueaba el ataque y lanzaba una daga al aire para distraer a mi hermano mientras tomaba otra de su ropa y daba un corte o intentaba blandirla en su cuerpo. Ciddis se defendía soltando fuertes estocadas y aspirar a golpearlo con una de sus piernas, que, como es bien sabido son muy potentes. Por otro lado, estaban varios sujetos rodeando a Max y él con la espada clavada en el suelo, ninguno se movía. Una sombra los tuvo atrapados todo el tiempo. Rob, que trató de librarme, atacó al demonio desde atrás, pero una fuerza extraña lo mandó a volar por los aires hasta la calle y uno de los sujetos fue a por él.
- ¡Rob!- Exclamó Ciddis luego de dar alarido por un corte en su brazo. Un sujeto estaba al pie de la escalera lanzando dagas a todas direcciones, la gran mayoría hacía Max, quien, por alguna razón, no expresaba dolor ni parecía recibir esas cosas, la sombra se las tragaba.
- ¡Maggie, detrás de ti!- Escuché un fuerte golpe seguido de varios puñetazos luego de que Celestia diera ese grito de alerta.- ¡¡Noo!!
Alcancé a ver que uno de esos tipos tenía a Maggie en el suelo y le propinaba fuertes golpes sobre el rostro a la par que le estrellaba contra el suelo. Ella solo podía lanzar gritos de dolor acompañados por la sangre que brotaba de su nariz.
- ¡Maggie!- La voz de la pequeña se volvía más aguda. Ciddis estaba siendo sacado de la casa por una fuerte patada, Rob era golpeado en el abdomen estando fuera de la casa, el otro tipo lo arrinconó, mi hermano solo pudo intentar bloquear todo ataque. Muchos ya habían perdido sus armas y se limitaron a usar sus puños para la pelea.
Una inmensa luz comenzó a expandirse por toda la casa, el calor que emanaban las paredes era insoportable y el humo a penas y dejaba respirar, de un segundo a otro ya todo estaba en llamas. Escuché el siseo de un animal y supe lo que se aproximaba; supe que sería la única oportunidad que teníamos para ganar esta pelea; nuestra arma secreta: Esa es Celestia.
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Arte Elemental: Susurro de la vida
FantasyGatea, camina, corre o vuela. Cualquiera de esas cosas es valida en un mundo de fantasía. Pero no pares de soñar, imaginar o creer. Ya que, cuando comiences la lectura, no podrás vivir lo que las palabras tienen para ti. En esta historia se narra la...