Capítulo 30

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Era momento de demostrar lo que valía. Mi espada alzó su brillo, mi cuerpo se sintió cada vez más cálido, el corazón latía con rapidez. Levanté grandes trozos de piedras pegándolas a mi mano izquierda mientras sostenía la espada con la derecha, las usaría como un escudo. Otros trozos se pegaban en diferentes zonas del cuerpo para formar una armadura.

La criatura se acercó. Era realmente veloz, a penas y pude ver sus movimientos y bloquear el ataque con mi escudo, pero él lo destruyó y rompió mi defensa obligándome a saltar hacía atrás cubriendo mis ojos por un segundo, cuando los abrí lancé mi ataque tratando de blandir la espada en su pecho, pero rápido cubrió la zona con una de las navajas. Desde el suelo grandes pedazos de roca se levantaron para envolverlo, debía aprovechar cada segundo de mi poder. Lancé varias estocadas más mientras formaba un puño de tierra e intentaba no quedar empalado por sus ataques. Cuando formé una gran maza en mi mano izquierda y el cuerpo de la criatura ya estaba cubierto en gran parte por roca, lancé el puñetazo, pero un aura negra se desprendió de su cuerpo y me arrojó por los aires varios metros atrás destruyendo lo que había creado y parte de mi ropa.

- ¡Ag!- Exclamé al caer. Tenía sangre por todo el cuerpo, mis manos y piernas temblaban.- ¿Qué clase de poder es ese?- pensé.

Levanté la vista y el thiuma ya estaba frente a mí. Alcancé a cubrirme una de sus navajas con mi espada, pero la otra se clavó en mi ojo izquierdo. Para mi suerte o desgracia fui arrojado de inmediato por los aires y no causó más daño.

- Aaaaaaaa.- Gritaba tapando mi ojo ensangrentado.- Aaaaaaaa.- La tierra comenzó a cubrir ese ojo y una maza se formó dejándolo bloqueado. Suspiré, ya no había vuelta atrás, no recuperaré nada si me quedo llorando, debo seguir, tu puedes Ciddis.

Me enderecé, aún con el temblor de mi cuerpo, ahora sumado al ardor en mi rostro y la poca visibilidad que me había quedado. - ¡Ven por mí, hijo de puta!- Las rocas volvieron a crear un escudo solo que esta vez más grande. Formé una armadura inmensa alrededor y la espada la convertí en un mazo gigantesco.- Aquí te espero.

La bestia saltó y de inmediato estaba frente a mí, logré colocar el escudo, pero este nuevamente se destruyó y esa cosa logró romper la armadura sin problema alguno, pero, se dio cuenta que dentro no había nadie. Ahora estábamos jugando mi juego. La armadura comenzó a cerrarse aplastando a la criatura mientras que yo, bueno, desde hace rato que salí por atrás. Cerré mi puño, con él, las rocas que rodeaban al thiuma, y por fin, quedó aplastado.

Me dejé caer al suelo sollozando, subí mi mano hasta la parte faltante en mi rostro y supuse que ya no volvería a ver, no con ese ojo. Sentí cierto alivio por terminar la pelea, por ganar una cosa en mi vida y me puse positivo.- Quizá algún mago me ayude a regenerarlo.- Pensé y deje de tocar mi improvisado parche.- ¡Aquiles¡- Giré en su búsqueda y lo vi tirado en el suelo, ahora oculto en un árbol.- Sal de ahí, vamos a rastrear a nuestra familia.- Él no decía nada y permanecía en la misma posición.- Anda, te ayudaré.- Me acerqué hasta él y extendí la mano.- Venga, Aquiles, no hay mucho tiempo.

- Eso... es verdad.- Respondió con la voz casi como un susurro.

- Deja eso, es hora de irnos.- Me sorprendí al verlo hablar.

- No, ya no puedo seguir.

- ...

- No puedo hacer nada, mi corazón ha perdido la esperanza, no puedo con ellos, soy débil.

Sonreí.- ¿Qué dices? Si a lo que en realidad tenemos miedo es a nuestra fuerza, al poder que no lleguemos a controlar. No tenemos miedo de nada o nadie además de eso, ahora, levántate que avergüenzas a nuestro maestro.- Aquiles me miró, creo que le he dado algo en lo que pensar, algo que podrá levantar su ánimo.

Le di la mano y se levantó.- Bien hermano.- Dije.- Vayamos a...- Sentí algo frío, cuando miré, una navaja atravesaba mi abdomen. La bestia se encontraba detrás mío. Sentí ese acero pasar por todos los intestinos; sentí la sangre escurrir por mis entrañas y como el cuerpo se ponía débil segundo a segundo. Noté que la expresión de Aquiles seguía siendo de terror, miedo y desesperación, supuse que no sabría qué hacer.

- Oy...e.- Dije con mucho esfuerzo y con sangre en los labios. ¿Estás listo para morir?- Sonreí.

La bestia clavó su segunda navaja en mi pecho y me arrojó por los aires hasta chocar con un árbol. Mi visión se nubló lentamente.

- Ahora que hago de mi vida.- Pensé.- Ni con mi nuevo poder soy capaz de derrotar a una de esas cosas, a UNA... Soy débil. Creo que yo también he fallado, Celestia, Maggie, Aquiles. Los veré del otro lado, mis hermanos.

Sentí como mi cuerpo se tornaba frío, como los músculos dejaban de responder ante las ordenes que daba; supuse que morir no sería tan malo después de todo, digo, si en la tierra me la pasé sufriendo cada segundo de mí vida, la tortura de los dioses al morir será cómo comer pastel.

- Rayos, no quiero verme raro al morir.- Pensé.- Si Celestia me ve así no sabré explicarlo... Creo que puedo dejarla pensar que fui a buscar a Blanca.- Sentí un extraño vacío y con mi dedo escribí dejando huecos en la tierra no muy lejos de mi sangre.- Listo, con eso bastará.- Aprecié cómo las palabras se escribían solas luego de que alejara mi dedo. Con el último esfuerzo tapé mi cuerpo con rocas cavando mi propia tumba, cerré los ojos y esperé a la otra vida.

Hermanita:

Fui en busca de mi amada Blanca. No te pongas triste, estoy seguro de que nos volveremos a ver y te presentaré el mar.

Las palabras se fueron escribiendo solas después de eso. Un par de flechas traspasaron las barreras de lo natural y adornaron un camino alrededor del cuerpo de Ciddis. El mundo estaba hablando. Mandaría un mensaje; un mensaje de amor.

A lo lejos, unos cuantos kilómetros para ser exactos, en un árbol comenzaron a salir las palabras de una nueva historia. Luego se movieron a otro árbol y otro más, dejando su marca por el pasar de los tiempos.



Arte Elemental: Susurro de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora