Max, Rob y Celestia siguen su camino por esa larga línea recta que los llevará a la salvación: el camino a la zona dos. La pequeña hace un gesto de dolor al ser transportada en los brazos de su hermano más creído, mientras que el pobre Max sigue intentando recuperar todo el aire que Aquiles le había prohibido hace un momento.
- Todo es tu culpa.- Decía entre dientes el pequeño Rob.- Maldito Aquiles, si no fuera por ti, mi madre seguiría viva y yo estaría feliz en casa.- En sus pensamientos la imagen de una mujer feliz, y con delantal, apareció, esa era mamá, la única muer a la que en verdad ha amado. Le hacía señales para acercarse e ir hasta la cocina; ahí ese olor tan particular que solo ella lograba hacer, el olor de gloria, sus tan famosos espaguetis.
- ¡Rob!- Gritaba el joven Max unos pasos delante, eso provocó que su hermano regresara de aquel sueño.- Vamos a ayudarlos, no podemos tan solo huir y pensar en que nada pasó.
- ¡Cállate!- Dijo sin detenerse.- Eres solo un tonto, prefiero irme de aquí a morir como esos bastardos.
-...
- Además de que ese bastardo de Aquiles te dio la orden de correr, sigue la corriente y has caso como siempre lo has hecho.
Ambos siguieron su camino hasta llegar a las puertas que llevan a la zona dos, sin voltear atrás ni una vez. La pequeña ya estaba despertando entre algunos gruñidos y estirones, dando a entender que quería caminar desde ese punto.
Cuando cruzaron la puerta, la zona dos estaba, en su mayor parte, rodeada de jardines con flores hermosas que daban vida y jugaban con el ambiente; también grandes y frondosos árboles con mucha comida; lo demás eran casas de madera con gente amable y, si la zona se veía desde arriba, parecía formar el rostro de un león con la vegetación de melena y las casas de rasgos de la cara.
Luego de que Celestia despertó lloró un rato, y una vez acabó, los tres fueron a buscar algo de comer. El pequeño Rob sabía que algunas frutas poseían mucha agua y tomó un par de bandezcos y miglas, ambas de color morado con espinas en forma de garra saliendo por los costados, pero ninguna era peligrosa ya que su textura era de algodón. Tomaron algunas manzanas y la fruta de un arbolito, esta desprendía un brillo azul dentro de la cascara verde, se veía muy bien como adorno, pero el sabor solo era bueno si no comías el interior. Los chicos devoraron hasta el último bocado evitando hablar entre ellos por un rato hasta que Celestia intentó romper el hielo.
- ¿Dónde estamos?
- Cállate.- Replicó Rob.
- ¿Dónde está Aquiles, Maggie y Ciddis?
- Que te calles.
- ¿Por qué no nos quedamos con ellos?
Rob se acercó y le soltó una cachetada a la pequeña. Ella se limitó a observar con un rostro de furia, confusión e impotencia mientras se sobaba con la mano. Cuando terminaron de comer siguieron caminando por la zona.
Varios árboles se posaron en la derecha mientras que a su izquierda había una hilera de casas. Celestia pensaba todo el tiempo en su madre. Le habían enseñado que después de la muerte había algo hermoso, un paisaje lleno de flores y grandes arboles con animalitos corriendo por doquier. Se imaginó que mamá estaba en la zona dos o en un lugar muy parecido ya que el lugar era muy hermoso.
Max tenía un conflicto en su mente, por un lado, se había percatado de lo que Rob le dijo hace nada, en como siempre fue un iluso y seguía con esperanza después de que mamá muriera, sobre todo la forma en que recalcó que no tenía actitud para valorarse o hacer las cosas por él mismo. Llevó sus manos hasta su rostro y soltó un gran suspiro, luego siguió caminando. Pensaba mucho en el maestro, cada cosa que él dijo parecía preparar para estos momentos a cada uno de sus hermanos, y de forma distinta. -Ese hombre siempre será respetado, espero verlo pronto.- Pensó y siguió su camino.
Rob seguía culpando a Aquiles por todo: por su espada sin magia, por la muerte de mamá, por los moretones en su cuerpo, por no cumplir su promesa y protegerlos, por no alimentarlos, por todo. Ya había generado un gran odio hacía él.
- Aquiles, no regreses el tiempo, pendejo, que todos quieren saber que pasa conmigo y no con esos tres niños de mierda.
Un hombrecillo apareció frente a los niños.
- ¡¿Tú quién eres?!- Exclamó Rob asustado.
- Que ya lo dije en capítulos pasados, ustedes sí que son pendejos.
Los tres lo miraron confundidos y balbuceando palabras.
- Soy Ova, uno de los amigos de su madre, ella conocía muy bien a mi maestro, él nos está esperando en las puertas al este de la zona uno.- Sonrió.- Pero dos de ustedes no van a llegar.- Susurró
- ¿Amigo de mamá?- Decía la pequeña.- ¿La has visto?
- Sí, más que eso, me salvó la vida en una ocasión, era una mujer muy fuerte, de las mejores hechiceras que he conocido.
- ¡¿Qué?!- Exclamaron los tres y prosiguió Max.- ¿Cómo que hechicera?
- Cierto, ustedes no están familiarizados con esas palabras, eso quiere decir que podía usar magia y muy bien, era de las únicas que no necesitaba el catalizador.
-...- Los chicos se quedaron atónitos.
- ¿Tengo que explicarles todo? Me da pereza, pendejos. A ver, esas espadas son catalizadores, sin ellas su magia es popo, excremento, caca, ¿eso lo entienden? Toda la gente posee magia, pero no todos son dignos de usarla, algunos se vuelven cenizas cuando algo de ese poder sale, y se mueren a la verga. Los primeros pasos son usando emociones, pero ya que sientes como el flujo de energía pasa entre tu cuerpo y el catalizador, dejas de usarlas, para ese entonces la espada habrá cambiado de forma unas tres o cuatro veces, eso es porque necesitan adaptarse. Como sea, les toma años de entrenamiento. Lo que sí es cierto es que pueden expulsar una "gran" cantidad de magia al nivel de las emociones. Pero eso sin control es igual que popo.
- Entonces.- Habló Max.- ¿Si mi espada cambia de forma es porque soy más fuerte?
- Sí pendejo, es lo que te acabo de decir. Por ejemplo, miren mi espada.-Ova sacó una katana color rojo con bordes dorados y el mango negro.- Es mi preciosa. Muestren las suyas.
Todos sacaron sus espadas. La que más le llamó la atención a Ova fue la de Max, esa arma oscura. Le atrajo el esplendor maniaco que soltaba.
- ¿Qué puede hacer esa cosa? No la había visto nunca.
- La primera vez que la usé pude liberar sobras por el suelo que atraparon a algunos sujetos a mi alrededor, me ayudaron a no ser apuñalado por algunas dagas y me sanaban de cualquier daño que haya recibido.
- No mames pendejo, eso está muy op... Como sea, ¿y los demás?- Decía al guardar su arma.
- En la zona tres, peleando con un demonio.- Respondió Rob, este apretaba sus puños con ira.
- Ya, cierto, se me había olvidado, bueno miren tengo una casa en esta calle, tomen las llaves y busquen el número, duerman un rato y luego de que traiga a sus hermanos salgan a pasear, ¿vale?- Ova les entregó las llaves y señaló la casa a lo lejos. - Yo voy por ellos, ya deben estar desmayados.- Activó un brilló dorado en su cuerpo y corrió tan rápido que fue imposible verlo por unos segundos. Cruzó por la puerta a la zona tres y...
- Aquiles pendejo, que lo demás ya lo saben, yo se los digo. Recogí a esos pendejos del suelo y los llevé a casa toda la noche, en la mañana siguiente, bueno, ya saben lo que pasó. A la verga putos.
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Arte Elemental: Susurro de la vida
FantasiaGatea, camina, corre o vuela. Cualquiera de esas cosas es valida en un mundo de fantasía. Pero no pares de soñar, imaginar o creer. Ya que, cuando comiences la lectura, no podrás vivir lo que las palabras tienen para ti. En esta historia se narra la...