Sostuve la espada sobre mi hombro, a penas y podía con su peso, una de mis rodillas se dobló y mi espalda ya se encontraba en curva. Vi al demonio sonriendo a varios metros de distancia, no pude omitir el temor que sentía, la angustia o desesperación, todo eso mezclado con la ira y debilidad, no es bueno. La respiración se entrecortaba, sentí un ligero golpe en el estomago y algo en mi resaltó. Creo que era magia.
Maggie de pie a mi izquierda y Ciddis a la derecha, ambos se veían determinados.
- Vamos a por él.- Dije y avancé con pequeños pasos. Mis hermanos me siguieron.
La adrenalina volvió a servir de combustible, aunque supe, no sería por mucho, debía aprovechar cada momento.
Maggie Reunió su látigo de agua en el brazo derecho, se veía más ancho y poderoso; Ciddis mantenía la distancia a sabiendas de no poseer magia para pelear. Las espadas, mía y de Maggie, tenían un brillo cada vez más grande, no distinguí si nos advertían del peligro o nos decían que era el momento de dar todo nuestro poder para salvar nuestras insignificantes vidas... No lo sabía hasta que ataqué:
Mi velocidad aumentó, se sentía como un tornado siendo expulsado de mis extremidades. Logré ver como el gran cetro de la bestia se acercaba a mi rostro tratando de batearme.
- También es muy veloz.- Pensé.- No debo ser confiado.
Aproveché el momento para usar su peso en contra: esquivé ese golpe, dejando que el cetro se atorara en una parte del suelo y ataqué desde la espalda pateando para que perdiese el equilibrio, luego lancé estocadas lo más rápido que pude: diez, treinta, setenta cortes, se estaba convirtiendo en una tabla para picar vegetales. Las rocas volaron cuando el cetro golpeo el suelo. No pasó un segundo y di otros veinte golpes. Advertí como su aura negra quería envolverme, sólo que fui más veloz y le pateé para lanzarla hacia delante perdiendo estabilidad a la par que me alejaba.
Maggie levantó su látigo y este creció de una forma descomunal, se podría apreciar desde la zona cuatro, lo dejó caer y al mismo tiempo liberó un grito expresando su desesperación. Cuando golpeó a la bestia, las rocas volaron unos pocos centímetros y el agua quedó alrededor atrapando todo lo que hubiese cerca. Habíamos ganado el primer combate: encerramos a la bestia en agua. Ahora teníamos que saber cómo matarla.
Hice un par de señas a Maggie para que la mandase lejos, pero noté en su cara esa expresión de dolor preocupante, no podía seguir encerrando a la bestia. Esa cosa soltó un rugido, giré a ver, de inmediato el agua se rompió y dispersó en millones de gotas por toda la calle al mismo tiempo que la oscuridad emanada del demonio formó varios tentáculos a su alrededor.
Ciddis saltó hasta ella intentando blandir su arma, pero uno de los tentáculos lo arrojó por los aires. Mi hermano aulló de dolor y destruyó una ventana a varios metros con la espalda.
Seguí con mis ataques: en cuestión de segundos ya estaba luchando con el aura de esa cosa. Fue preocupante que igualara mi velocidad. El aura cambió su forma una vez más e hizo la función de cientos de pinchos afilados. Intenté correr, pero mis piernas no me lo permitieron. Uno de ellos picos fue directo a mi cara y casi me atraviesa, sólo que mis reflejos pudieron más; otro me cortó en el brazo izquierdo y sentí mi sangre bajar de inmediato. Salté y puse mi otra mano sobre la herida.
Todas esas pequeñas puntas estaban atacando simultáneamente. Superaron mi velocidad con número. Cuando me percaté, ya tenía cientos de cortadas por todo el cuerpo, roces más que otra cosa.
A su espalda, Maggie lanzó un chorro de agua recto intentando mover a la criatura, mandarla lejos, pero esta utilizó nuevamente su aura e imitó el ataque de Maggie haciendo que ambos rollos chocasen en el aire y provocando un chillido desgarrador. Los dos pelearon por obtener la victoria y matar al otro, esta vez, ganó el demonio y la pobre de mi hermana fue lanzada lejos por el aire.
A pesar de ver cada ataque que lanzaba no podía bloquearlos todos, hice lo posible para proteger mis partes vitales y, aun así, terminé de rodillas en el suelo. Lleno de rajadas, observé a mi contrincante: ella estaba levitando en el aire, apuntaba su bastón para clavarlo justo en mi pecho. Otra vez esa sonrisa burlona me veía desafiante. Me costaba respirar, mis brazos ya habían sido inutilizados y a duras penas podía sostener mi arma o cubrir sus ataques. Esto no lo iba a bloquear. Llegó el fin. Observé a Maggie en el suelo desmayada.
- No puedes morir tan fácil.- Pensé.- Hermana, levántate y salva a los nuestros, este es mi fin.- Y después cerré los ojos.
-...
- ¡Aquiles, ¡despierta! -
Al hacerlo una gran roca estaba frente a mí, con el cetro de la criatura clavado y apuntando a poca distancia. La bestia había sido encerrada entre gruesas paredes que salían del piso.
- ¿Ciddis?- Dije volteando a ver a todos lados hasta encontrarle: mi hermano tenía ambas manos en el suelo y la espada clavada frente a él, su cabello algo levantado y con un resplandor que se iba apagando con lentitud.
Con una mirada desgarradora: de ira e impotencia; se dejó caer al piso, separó sus manos y piernas viendo al cielo y comenzó a carcajearse.
- ¡Lo logré!
Sonreí. Por fin esta tortura estaba concluida: por fin seríamos libres de esa cosa que tanto nos atormentó. Ahora solo necesitábamos descansar y planear lo que íbamos a hacer.
- Hay que averiguar quienes eran y que querían.- Pensé algo alterado. No es bonito sentir una preocupación constante.
En eso, grandes pedazos de rocas se levantaron desde el suelo creando un pozo frente a mi hermano. La criatura salió de ahí y lanzó un golpe tan fuerte en la mandíbula de Ciddis que todo su cuerpo giró hacia atrás y resonó en toda la calle.
- ¡Nooooo!
El corazón me dio un vuelco, la vista se agudizo al igual que los oídos, el tiempo se detuvo y de mi cuerpo saltó una pequeña chispa, luego otra y otra, de mis ojos salía una luz rodeada de pequeños relámpagos, la espada en mi mano imitó lo que hacía, cambiaba su forma a algo más ancho color dorado: un mandoble.
Sin pensarlo la levanté hacía esa cosa que veía detenida en el tiempo, nuestra velocidad ya no se podía comparar, era mil veces más rápido, era mil veces más poderoso, y con un destello liberé un relámpago desde la punta del arma, golpeándola desde atrás y quemando todo su asqueroso cuerpo, borrándole esa estúpida sonrisa. La bestia cayó al suelo y dejo de moverse.
Suspiré un par de veces, todavía estando de rodillas. De mi cuerpo, una onda eléctrica quería ser expulsada a la fuerza. Volví a suspirar y mi corazón no pudo más con la energía que cosquilleaba en mis músculos, sentí que iba a morir de un ataque o una explosión interna.
- Aaaaa.- Grité y de mi boca salió un relámpago hacía el cielo durante cinco segundos. Respiré y sentí mi cuerpo cada vez más débil, miré al camino de donde habíamos venido y noté algo que me enojó muchísimo, algo que, de haber sabido estaba ahí, no hubiese perdido el conocimiento; de haberlo sabido, hubiera disparado el relámpago hacía esa dirección. No cabe duda, la magia entiende el mundo humano y sabe lo que es necesario hacer en su debido momento. Justo en las escaleras, y con una gran sonrisa, se encontraba algo peor que la bestia: el barón.
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Arte Elemental: Susurro de la vida
FantasyGatea, camina, corre o vuela. Cualquiera de esas cosas es valida en un mundo de fantasía. Pero no pares de soñar, imaginar o creer. Ya que, cuando comiences la lectura, no podrás vivir lo que las palabras tienen para ti. En esta historia se narra la...