Capítulo 18

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Abrí mis ojos. Sentía que el mundo se venía abajo: el pecho me golpeaba intensamente, los brazos ardían y mi cabeza no podía creer lo que pasó. Mamá estaba muerta. Esos segundos en que ella me veía con angustia o quizá dolor por lo tontas que fueron mis palabras... Me hacen pensar que no murió siendo feliz. Me hacen creer que su ultimo recuerdo, al estar del otro lado, será el de un rostro furioso; el de mi rostro estúpido que no entiende las cosas sin importar que tanto sucedan. Madre, dónde sea que estés, perdón.

Lo primero que observé fue un techo de madera ladeado, la oscuridad a penas y deja ver los desperfectos que sufrió con el tiempo. La luz de una vela, a un costado de mi rostro, iluminaba la habitación en la que estaba, haciendo menos deprimente los segundos transcurridos hasta escuchar los gritos Maggie y Ciddis discutiendo; a Celestia, Max y Rob llorar desesperados por lo que sería un abandono eterno.

- ¡Nos están persiguiendo, Maggie!- Exclamó Ciddis a la par que se escuchaban golpeteos en la madera, supuse que eran sus pisadas llenas de melancolía.

- Ya lo sé.- Le respondió mi hermana dando un tono más suave, intentando no caer en el llanto.- ¿Qué hacemos?- Ambas voces estaban quebradas.

- ¡Vamos a matarlos!- Dijo Ciddis y los golpeteos se detuvieron en seco.

- ¿Cómo dices eso? no podemos, no es correcto.

- ¡Carajo Maggie, mataron a mamá!- Su voz se quebró al final de la frase, mi corazón también lo hizo.

- ¡Cállate! No quiero que estés diciendo eso frente a ellos, no me gusta que les recuerdes cosas así, ¡no están listos, Ciddis!

- ¡¿Y quieres que siga como si nada hubiese pasado?! ¡¿Qué me ponga a saltar y sonreír como un estúpido para evitar que ellos sepan lo obvio?!

- Idiota, deja de gritarme, pelear entre nosotros no servirá de nada y solo estas asustando a los pequeños, no paran de llorar desde hace horas y tú vienes a empeorar las cosas.

- Por eso es que lo digo.- Escuché un golpe seco.- Vamos a matar a ese idiota. No voy a dejar que siga allá fuera.- Oí como se acercaba.- Despierta de una maldita vez.- Comenzó a jalonar de mi playera hasta que percibió que tenía los ojos abiertos.

- Estoy despierto.- Me miró sorprendido, como si ya lo hubiera hecho ese movimiento antes pero sin resultado.- ¿Dónde estamos?- Pregunté y reincorporé.

- En una posada en la zona tres.- Respondió.- No teníamos nada de dinero por lo que tuvimos que rogar por una habitación.- Desvió la mirada hacía un triste emparedado.- Eso es para ti, venía con la caridad.

Mi mente me obligaba a preguntar sobre el cuerpo de mamá ya que no lo veía por ninguna parte, pero tenía que ser fuerte y simular que nada estaba pasando, ya que, tal y como dijo Maggie: no sirve de nada iniciar una discusión entre nosotros. Preguntar algo tan tonto seguro que lo haría.

- ¿Aparecimos aquí?- Me senté. Todas mis palabras salían sin ningún tono o interés. Ellos lo notaron.

- En una calle no muy lejos de aquí, ahí supimos que nos estaban siguiendo unos sujetos enmascarados y preferimos refugiarnos hasta que despertaras. Fue toda la tarde.- Respondió Ciddis en un tono más relajado y alejándose a la ventana.

Los pequeños pararon de llorar.- Hay que ir hasta la zona uno, en ese lugar nos encontraremos con un amigo de mamá...- Tan solo decir su nombre me provocó un golpeteo en el corazón. Miré a mis hermanos y me puse de pie.- Sabremos que hacer.

- ¡¿Qué dices?!- Exclamó Ciddis.- ¡Tenemos que vengar a mamá, ese hijo de perra va a pagar por todo lo que ha hecho! ¿Vas a decir que lo perdonaras?

- Ya debe estar muerto.- Dije sin alterarme.

- ¡No! Suponer sirve de una mierda, ya viste lo que pasó, vamos a buscar a ese desgraciado y le cortaremos los huevos. Esta vez no lo voy a dejar ir tan fácil, su cabeza será mía.

- Primero hay que estar a salvo. Si es verdad que nos persiguen debemos pensar en nuestra seguridad antes que en la venganza.

- ¡¿De qué cojones hablas?!

Caminé hasta Celestia, Max y Rob regalando una sonrisa.

- ¿Cómo están?- Ellos todavía sollozaban.- Entiendo lo que sienten, no es fácil perder a la persona que más aman en el mundo.- Hice una pausa para pensar bien mis palabras.- Saldremos adelante. Este no es el momento para llorar y lamento ser tan directo, pero debemos sobrevivir. Es lo que mamá quería y quiere. Un día en el futuro va a verlos andar por el campo, tener una pareja y que ella.- Señalé a Celestia.- Que ella siga teniendo la misma inocencia de siempre.

- Tengo miedo.- Dijo la pequeña entre lágrimas.

- ¿Cuál es tu peor miedo?

- Ese hombre.

- No. Piénsalo bien.- Dije apartándome.

Quedamos en silencio. Ciddis observó varias veces por la ventana avisándonos de todo con locura, Maggie ayudaba a calmar a Max y Rob, quienes aún lloraban. Luego de un rato tomé mi espada y la puse en su funda.

Hay veces en que uno piensa que es el fin del mundo; veces en que no encontrarás salida dentro de un callejón y te sentirás acorralado por lo que sea que la vida te haya puesto delante, sin importar que tanto hayas sufrido con anterioridad. Esa cosa no se detendrá y no te dejará seguir sin importar que le supliques toda la noche. Estarás hundido en miseria y aun así te va a escupir en la cara. Así es como me siento. No he tenido tiempo para despedirme de ella; no pude salvarla y no podré honrarla como se merece llenándola de flores. No he podido ni siquiera sacarle una sonrisa antes de morir. Lo peor es que no hay tiempo para lamentos, no tenemos un segundo para respirar en esta vida; no tenemos un segundo para apreciar las estrellas y hablar con aquellos que se han ido. Cuando menos lo esperas, el universo te tira y vuelves a caer en la miseria que te atormentó por tanto tiempo. Pero lo mejor de volver a caer, una y otra y otra vez, es: que ahora estas preparado y eres mucho más fuerte que antes.

Después de pasar un rato en silencio decidí que era momento de actuar. Maggie y Ciddis estaban con una paranoia, claro, cada uno en su mundo: mi hermano pensaba que lo matarían a él mientras que a ella le preocupaba más la vida de los pequeños. Antes hubiese estado como Ciddis, pensando solo en mí. Hoy, luego de ver mi vida y pensar en la muerte, me he percatado que vivo por ellos.

Me acerqué a Celestia, le regalé un beso en la frente; a Max y Rob dando un fuerte abrazo; a Ciddis entregando mis perlas blancas y un puño en el hombro; y a Maggie, besando su mejilla y susurrando que tomara las manos de los demás. Al hacerlo dije:

- Salgamos de aquí.- 




Arte Elemental: Susurro de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora