- ¡Max quédate aquí y no le abras a nadie!- Escuché luego de salir de la cabaña.
...
Debí correr sin ver nada ni a nadie por unos minutos.
Seguía el sonido de las pisadas y suspiros frente a mí. Con cada paso pensé que mis respiraciones se volvían más pesadas y débiles, pero no debía parar, no ahora, a pesar de que el frío provocara que mis músculos se tensaran en un dolor horrible, debía seguir.
- ¡Charles!- Escuché no muy a lo lejos.
Sabía que estaba cerca de algo que me daría las respuestas; algo que muy probablemente estaba en ese libro.
- ¡Ciddis, viene por mí, ayúdame!
- ¿Cómo que viene? ¿A quien se está refiriendo?- Pensé.
Hace años que no me sentía asustado de esta manera. Claro, no es lo mismo un miedo a la muerte que el pánico que las personas tienen ante una presencia. Pero puede llegar a ser igual de aterrador. El mero hecho de imaginar una silueta oscura apareciendo con lentitud, saliendo de los rincones olvidados de la habitación. Con sinceridad me aterra.
El sonido de un portazo me regresó a la realidad. Por fin había llegado a la tan dichosa cabaña.
Encontré a Ciddis quien golpeaba la puerta con sus puños y piernas para destrozarla y sacar a quien supuse, estaba atrapado dentro junto a algo más.
No sabía si sentirme mal por lo que debía estar sufriendo, o afortunado por no ser yo quien lo tenía que vivir.
- ¡Abre la puerta Charles!- Gritó mientras yo me ponía junto a él.- ¡Charles abre de una maldita vez!- Soltó un quejido y sostuvo su mano.- ¡Agh!
- ¿Qué ocurre?
- Creo que me he fracturado la muñeca.
- Esto es inútil, el sujeto en la cabaña nos dijo que intentaron destruirla con herramienta y no habían conseguido hacerle un rasguño.- Cuestioné mis palabras al momento en que las dije. Quizá el miedo me estaba haciendo decir lo que era mejor para mí. Lo mejor para escapar.
- ¡No voy a dejar a mi hermano ahí dentro!
Me quedé viéndolo unos segundos. Su rostro denotaba ira al mismo tiempo que parecía estar adolorido.
Llegaron los demás.
- Aquiles.- Dijo Maggie.- Sebastian me ayudó a llegar hasta acá.
Observé al dueño de la cabaña quien había traído su espada.
- ¿Cómo llegaron tan rápido? A nosotros nos tomó media hora.- Luego de que Maggie dejó de hablar, la puerta se abrió con un sonido chillante.
Observamos que dentro la oscuridad reinaba y que un solitario resplandor dejaba ver una parte del sombrío lugar.
En el suelo encontramos a Charles boca abajo, tumbado como los muertos al caer en batalla.
Entramos.
Vi que la luz provenía de una chimenea encendida a mi izquierda, frente a esta, un sofá viejo color marrón; ya todo lo demás eran paredes con puertas cerradas y muy antiguas.
- Charles, despierta hermano.- Ciddis le daba pequeñas palmadas en el rostro.- No se mueve, creo que está inconsciente, pero no tiene ningún rasguño o herida.- Nos observó.
Que extraño- Pensé.- No tiene sentido nada de lo que pasa. Primero Maggie nos dice que ellos tardaron media hora en llegar, cuando en realidad, a mí me tomó unos minutos, Charles aparece en el suelo totalmente ileso y la chimenea ya estaba encendida como si alguien supiera de nuestra llegada. - Todo apunta a que es una trampa.- Miré a todos con recelo.- Que Charles se levantará y dirá que fuimos engañados por los guardias del hijo del rey.
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Arte Elemental: Susurro de la vida
FantasyGatea, camina, corre o vuela. Cualquiera de esas cosas es valida en un mundo de fantasía. Pero no pares de soñar, imaginar o creer. Ya que, cuando comiences la lectura, no podrás vivir lo que las palabras tienen para ti. En esta historia se narra la...