- ¡Ese es! ¡Es mi maestro! ¡Pedro hola!- Gritó Ova extendiendo su mano saludando.- Ya estamos aquí.
El sujeto cada vez se veía más claro. Un hombre calvo, con una fachada extraña: vestía con una camisa de playa roja con flores blancas, unos pantalones ajustados cortos del mismo color, un par de anteojos para el sol y unas sandalias.
- Hola chico, ¿así que estos son los hijos de Sara?
- Sí, maestro, ellos son los tan famosos hijos de Sara, los demás están dentro de la carroza
- Los veo, no te preocupes. Bueno, bajen ya, iremos caminando a partir de aquí.
- ¡Claro!- Exclamó Ova.
Maggie se quedó viendo al hombre, había algo raro en él, como si su piel estuviese estirada. Quizá ella estaba imaginando cosas, de cualquier forma, Ova estaba seguro de que era su maestro. Pensó que desconfiar no sería apropiado.
- Hola, soy Maggie, un placer.- Dijo luego de bajarse del carruaje y extenderle la mano.
- Un gusto.- Pero el maestro no le regresó la cortesía y mantuvo sus manos detrás de su espalda.
- ¿Por qué debemos ir caminando?
- Es por seguridad, no somos bienvenidos en el reino del este, nadie lo es, pero nuestra guarida queda cerca, hay un lugar llamado Oasis, es ahí a donde iremos.
- No había escuchado de él jamás.- Sus hermanos ya habían bajado de la carroza.
- Eso significa que hacemos un buen trabajo.- Le sonrió.
- ¿Escuché bien?- Interrumpió Ciddis.- ¿Dijo Oasis?
- ¿Por qué?- Respondió el maestro confundido.
- He leído sobre él.
- Eso no es posible hijo, ¿dónde dices que lo leíste?
- En un libro llamado "silencio azul".
- Que barbaridad.- Exclamó luego de dar un suspiro.- Supongo que debemos buscar ese libro antes de que más gente lo lea; pero por el momento vayamos a Oasis.- Dio un par de pasos para señalar el camino.- Iremos por los bosques, acamparemos ahí esta noche y mañana temprano estaremos comiendo pescado.
Todos avanzaron con las órdenes del maestro quien, por su extraña forma de caminar: cojeando de un pie como si algo le picase todo el tiempo. Tuvieron que hacer algunas paradas hasta llegar al bosque y perderse entre los arbustos. Una vez dentro, el maestro ordenó a todos detenerse.
- Rayos, ya no aguanto esta forma, esperen un segundo voy a cambiarme.- Dijo Pedro y se alejó un poco de los demás.
- Sí, maestro, nosotros lo esperamos.- Respondió Ova.
Aquiles, Ciddis, Maggie y Celestia no habían dicho una palabra en todo el camino. Los cuatro iban juntos y tomados de las manos mientras avanzaban hasta llegar a ese lugar. Por un momento Maggie pensó que sería buena idea romper el hielo e intentar hablar con Aquiles, pero al descubrir que sólo miraba el vacío en un puto fijo a la vez que exhalaba lentamente, se sintió atemorizada.
- ¿A dónde va?- Preguntó Maggie señalando al maestro.
- Pendeja, fue a cambiarse, ¿no lo escuchaste?
- Como que a cambiar...- Maggie vio a la enorme bestia y se detuvo.- E...a...- Un gran tigre blanco con franjas negras, ojos azul celeste que brillaban en todo momento, una pipa, brazaletes de metal con pinchos, el torso de una armadura junto a las hombreras y un pantalón elástico anaranjado con una bolsa café colgando del cinturón. Estaba parado frente a ella.
- Listo, ya me cambié.- Dijo el maestro Pedro.
- ¡¿Ma...ma...maestro?!- Exclamó Celestia.- ¡Wooow es un gatito!
- No soy un gato, soy un pherzhlas.
- Exacto.- Dijo Ova.- Mi maestro es una rara combinación entre un humano y un tigre blanco, por eso es que tiene las manos muy similares a las nuestras.- Mostro sus pulgares.- Camina erguido, solo que es mucho más alto que nosotros, usa zapatos, pantalones, se peina, se arregla para las chicas...
- Ya basta.- Interrumpió el maestro Pedro.- Sigamos avanzando.
Caminaron un par de horas hasta el anochecer, encontraron un lugar plano y limpiaron el terreno de las ramas y rocas para poder dormir sin molestias.
Ciddis se acercó a Celestia quien se veía impaciente porque le contaran otra historia, así que, en lugar de esperarla, tomó la iniciativa mientras los demás ya estaban acostados.
- Hola, ¿quieres saber más sobre Blanca?
- Sí, cuéntame más, así podré dormir.
- Bien... Hace mucho tiempo.- Se detuvo. Las hojas alrededor provocaban que el aire sonara más fuerte. Entre la oscuridad se veían algunos destellos pero supuso que, si era algún animal, se vería espantado por el maestro o lo derrotaría muy fácilmente con sus nuevos poderes.- Me escapé de casa y fui a con mi amada Blanca. Ella me estaba esperando, sabía que iba a ir a su casa esa noche, ya que pocos días atrás habíamos quedado...
Las palabras fueron arrastradas con el viendo. Tan pronto terminó su historia notó que Celestia se había dormido y decidió hacer lo mismo. Soñó en que Blanca era real, pero esta vez la podía describir sin olvidarse de los detalles, no solo eso, intentó tocar su piel acercando la mano hacia aquella mejilla rosada. Blanca imitó al chico y luego dijo un par de palabras. Ciddis notó que la voz de su amada lo estaba acurrucando y tranquilizando de todos los demonios o bestias que quisieran acercarse a él; de aquellos que ya lo habían hecho. Sintió una paz increíble tras escuchar la melodía de sus sueños:
" Que me dirá la noche, si no sueño contigo. Que me dirá la lluvia, si no tengo tu abrigo. Que me dirán las horas de esta madrugada si tú no estás aquí. Cómo le explico al alma que sin tus besos se puede vivir. Pero que me dirá la luna, cuando salga a buscarte y no encuentre en mis ojos la misma claridad. Como explicarle al aire lo que no puedo explicar."
Ciddis despertó a mitad de la madrugada. Alrededor se veía una luz increíble, algo que no lo dejaría dormir más. Comprobó que se trataba de una llamarada, un incendio forestal. No vio a Ova ni al maestro, giró rápido su cabeza y tampoco vio a sus hermanas, la ansiedad y angustia llegaron de inmediato, pero ahí, de pie y con la espada desenvainada, se encontraba Aquiles extendiendo su brazo para levantarlo y diciendo:
- ¿Estás listo para morir?

ESTÁS LEYENDO
Arte Elemental: Susurro de la vida
FantasiGatea, camina, corre o vuela. Cualquiera de esas cosas es valida en un mundo de fantasía. Pero no pares de soñar, imaginar o creer. Ya que, cuando comiences la lectura, no podrás vivir lo que las palabras tienen para ti. En esta historia se narra la...