Capítulo 50

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Esta mañana no pude escapar debido a que mi padre ha puesto más guardias alrededor. Parece que ya han regresado de su tan amado viaje.

- Quiero ver lo que trajeron.- Pensé recostada en mi cama. Su amado rey me había mandado a mi cuarto y no me deja salir. Obviamente soy más astuta. Me levanté y fui hasta la ventana para salir apoyada en la cornisa.- La vieja confiable.- Susurré y salí. Cabe aclarar que me encontraba en una de las torres más altas y ellos a unas cuantas habitaciones a la derecha. Por suerte nunca he tenido miedo a las alturas.

Avancé tratando de no ser vista por los guardias en el jardín, llegué hasta su habitación y observé por la ventana:

- Señor, aquí está el capitán que llevó a cabo el golpe.- Decía el consejero de mi padre. Nunca hacían las reuniones en su cuarto, eso era muy extraño.

- Déjalo pasar.

Un hombre de atuendo azul con café, vistiendo una enorme gabardina se aproximó y se inclinó.

- De pie.- Dijo mi padre.

- Mi señor.- Obedeció.- Le traigo las buenas nuevas.

- ¿Qué han logrado recolectar? El Barón me informó que no pudo cumplir con su misión y ahora mismo está regresando a su reino,

- Nosotros tuvimos que tomar cartas en el asunto y destruir esa aldea. Fue complicado con las cosas extrañas que poseían.

- Te escucho.

- Ellos podían lanzar fuego de sus manos, curar las heridas en su cuerpo, pero, sobre todo, podían generar sellos de los cuales salían bestias pútridas a atacarnos. Nuestra ventaja es que eran un pueblo con falta de conocimiento en estrategia y tecnología, con un par de catapultas y escorpiones rompimos sus defensas sin tener bajas. El Barón nos informó en una carta: los puntos buenos para atacar, ocultarnos, nos dijo quién era su líder y la forma en que podíamos derrotarlos sin que nadie muriera. A cambio quiere un trozo de la recompensa al igual que el príncipe del este.

- ¿Qué dice el padre de ese último?

- Nada, no se le ha informado sobre la recompensa por órdenes de su hijo.

- Bien, ahora dígame, ¿Cuál es nuestra recompensa?

Vi como aquel hombre sacaba una manta que cubría un collar dorado. Sin duda alguna eso era oro puro. Lo tomó de la cadena y mostró a mi padre haciendo una reverencia.

- Mi señor, este es el collar de Icathia, el pueblo que destruimos. Es el objeto que les daba todo su poder, su magia. Ahora es suyo.- El rey lo vio con deseo.

- Es hermoso, desde que llegaron con eso se siente un chillido extraño en el ambiente.

- Señor, cuando lo entregaron uno de mis hombres se convirtió en ceniza al tocarlo, es por lo que lo envolvimos en oro. Para que el poder sea explorado habrá que quitarle todo lo que lo cubre y trabajar con mucho cuidado.

- Entiendo, esto es lo que haremos. Informa al Barón sobre la recompensa y dale su parte, envíale una carta sobre los peligros que contiene. Al príncipe del este no digas nada.

- Sí, señor, como usted ordene.- El capitán camino hacia la salida.

- Gran trabajo, Maxwell.- Dijo mi padre antes de que se fuera el hombre.

Arte Elemental: Susurro de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora