Capítulo 14

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Por fin el entrenamiento había comenzado. Debíamos hacer que nuestras habilidades, tanto físicas como mágicas estuvieran a la par. Ese día salimos de casa y compramos fundas para las espadas, claro, con el dinero de Maggie, había estado ayudando a mamá y esta le daba un par de monedas. Inclusive Celestia compró una funda pequeña ya que su arma se había encogido misteriosamente hasta quedar en un peso perfecto para ella. Me recordó una daga enorme.

En cuanto llegamos al dojo decidimos que, al ser cada uno de cierto poder y saber diferentes cosas, había que entrenar en lugares separados. Yo entrenaba fuera, en el césped, Celestia, ya que su poder era el más destructivo, entrenaba en el sótano del dojo, un lugar de piedra total, como una cueva. Maggie entrenó en el estanque del patio. Ciddis junto a Rob, entrenaron dentro, ya que sus espadas no querían activar el poder todavía, extraño que en la casa hubiese funcionado. Max era extraño que fuera al dojo, él dejaba la espada oculta y se iba con sus amigos. Tampoco había podido desarrollar ningún poder mágico. Si lo pienso detallado, el dojo era perfecto para nuestros entrenamientos. Siento que el maestro dejó todo listo para cuando partiera. Ese anciano lo adoro.

Los días pasaron. Entrené junto a Ciddis un par de veces en combate cuerpo a cuerpo. Me di cuenta de que era muy bueno en eso, además de soportar los golpes como una pared, lanzaba poderosas patadas que eran imposibles de bloquear, si no la esquivaba, estaría perdido. Luego supervisé a Celestia, quien era una de las que menos avanzó. Por alguna razón solo podía lanzar bolas pequeñas de fuego desde la punta de la espada, y de vez en cuando, de la palma de sus manos salía una flama pequeñita. Maggie fue quien más pudo hacer, logrando formar un poste de agua y mantenerlo unos segundos. Rob, a diferencia de los demás, prefirió irse, ya que no logró desarrollar ningún poder y su orgullo le pudo más que aprender a usar magia.

- Pf- Suspiré.- Ya es de noche y no hemos avanzado mucho, ¿seguro que no puedes activar el poder?- Entrenaba con Ciddis a lo largo del dojo. Decidimos que detendría mi entrenamiento para que él pudiese activar la magia de su espada.

- No, nada ha salido.

- Tranquilo, ya lo lograras. En estos dos meses la que más ha avanzado es Maggie y ni ella domina tanto la magia. He llegado a pensar que el ser tan obsesiva con las cosas le ayudó bastante.

Ciddis soltó una carcajada- A ti no te he visto usar tu magia.

- Es que lo que yo puedo hacer no es tan vistoso como con ustedes.- Sonreí y lo abracé con un brazo.- Yo soy más, como decirlo, sutil.

- Ya, ¿pero que puedes hacer?- Preguntó quitando mi sudada axila de su hombro.

- Sólo soy un poco más veloz y puedo lanzar ráfagas de viento. Ese es mi dichoso poder, a que mola.

- Pues no lo he notado.- Caminó hasta la salida, guardó su espada en la funda y se limpió el sudor.- Ya es hora de irnos.

- Iré por la pequeña.- Sonreí.

Cuando bajé Celestia estaba descansando en el suelo.

- Hora de irnos, ya está la cena.

- ¡Que bien, jumi!- Sonrió.- Tengo mucha hambre.- Corrió hasta la salida junto a mí.- ¿Crees que mamá haya preparado albóndigas? me encantan, podría pasar toda mi vida comiendo solo albóndigas... y puré. El puré es muy sabroso, ¿lo has probado? Maggie prepara un puré muy rico pero el de mamá es mejor. Por eso lo aviento cuando lo prepara, pero no le digas.

- No le diré, lo prometo, pero tú debes prometer que respirarás cada que hables.- Ella me hizo un gesto de duda y solo respondió: ok.

Salimos del dojo y caminamos a casa. La noche era perfecta para una cita en el parque o una velada romántica en la playa. Qué torpe, recordé a Katia, y que extraño, desde que esto comenzó que no le prestaba atención. Maggie se nos unió en el camino.

Arte Elemental: Susurro de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora