Regresé a casa. No había nadie y todo se encontraba oscuro. Coloqué las espadas en la mesa y me senté a observar su brillo resaltando ante mis ojos. Algo muy raro me atraía a la que liberó el brillo morado. Extraño pensarlo, pero, sentí la necesidad de tomarla, saber sus secretos y la razón de su existencia. No todos los días se ve una espada brillar. Permanecí en silencio durante un tiempo hasta que llegaron mis hermanos.
- ¡Ya regresamos!- Gritó Celestia entrando con una paleta.- Aquiles, ¿qué es eso?
- Celestia, aléjate de ahí.
- Pero Maggie, son muy bonitas.
- ¿Qué hacen seis espadas en la mesa?, Aquiles- Decía Ciddis.
- Son un regalo del maestro, una para cada uno. Elijan la que más les guste.
- ¡Sí!- Volvió a gritar la niña corriendo a por la espada del mango emplumado.
- ¡Celestia no!
- Yo quiero está.- Ciddis tomó la espada del mango negro.
- Yo la de aquí, es tan refinada como yo.- Dijo Rob agarrando la sexta espada.
- ¡La de ahí es mía!- Gritó Max y corrió a por el arma del aura negra.
- ¿Acaso te volviste loco?- Maggie colocó ambas manos en su cintura.- ¿Cómo traes esas cosas a la casa? Por si no lo sabes, hay una niña de diez años y otro de quince. ¿Planeas que sean tan violentos como tú?
Observé a Maggie y una leve sonrisa se me escapó. Esa peculiar pose y tonó de voz me parecieron adorables. Todos voltearon a verme.
- ¿Qué?
- Aquiles, no habías sonreído desde hace meses.
- Tengo mucho que contarles.- Miré al suelo y tomé la espada pensando en mi maestro.- Las encontré en una cueva junto a la plaza, dentro también estaba esta nota.
Al intentar mostrar la nota la espada en mi mano hizo un movimiento extraño golpeando la mesa.- ¿Qué rayos?- En ese instante quedé pegado al mango y el arma comenzó a flotar hasta tocar el techo.
- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?- Exclamé
- Aquiles, ¿cómo haces eso?- Decía Celestia sonriendo.- Yo también quiero.- Cuando dijo esas palabras, su espada comenzó a desprender una llamarada formando la figura de una serpiente que rodeó su cuerpo sin causarle ninguna quemadura.
- ¡Ay mierda!- Maggie caminó para atrás golpeando la mesa con su trasero y poniendo sus manos en la espada azul, la cual comenzó a soltar una gran cantidad de agua desde su punta, algo parecido a una cascada o un ojo de agua, para ser más preciso.
- ¡Alguien bájeme!- La espada daba vueltas por toda la casa golpeándome en el techo cada que tenía la oportunidad.
- Miren que bonita serpiente.- El fuego tocó los muebles y paredes incendiándolos de inmediato.
- ¡Ay que hice, mamá me va a matar!- El agua no paró de salir de manera acelerada. Poco a poco la casa se estaba inundando y nosotros sin saber qué hacer.
Ciddis corrió a ayudarme, pero su espada se puso muy pesada y lo hizo caer al suelo sin poder levantarla, cómo si un imán lo atrajera al suelo a la vez que lo atrae a la empuñadura.
- ¡Yo también quiero!- Gritó Max, pero su arma no hizo nada.
-Esta gente sucia, ¿qué creen que hacen? Mamá los va a matar cuando regrese.- Decía Rob con su rostro de gato llorón.
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Arte Elemental: Susurro de la vida
FantasyGatea, camina, corre o vuela. Cualquiera de esas cosas es valida en un mundo de fantasía. Pero no pares de soñar, imaginar o creer. Ya que, cuando comiences la lectura, no podrás vivir lo que las palabras tienen para ti. En esta historia se narra la...