Capítulo 12

53 5 0
                                    

Regresé a casa. No había nadie y todo se encontraba oscuro. Coloqué las espadas en la mesa y me senté a observar su brillo resaltando ante mis ojos. Algo muy raro me atraía a la que liberó el brillo morado. Extraño pensarlo, pero, sentí la necesidad de tomarla, saber sus secretos y la razón de su existencia. No todos los días se ve una espada brillar. Permanecí en silencio durante un tiempo hasta que llegaron mis hermanos.

- ¡Ya regresamos!- Gritó Celestia entrando con una paleta.- Aquiles, ¿qué es eso?

- Celestia, aléjate de ahí.

- Pero Maggie, son muy bonitas.

- ¿Qué hacen seis espadas en la mesa?, Aquiles- Decía Ciddis.

- Son un regalo del maestro, una para cada uno. Elijan la que más les guste.

- ¡Sí!- Volvió a gritar la niña corriendo a por la espada del mango emplumado.

- ¡Celestia no!

- Yo quiero está.- Ciddis tomó la espada del mango negro.

- Yo la de aquí, es tan refinada como yo.- Dijo Rob agarrando la sexta espada.

- ¡La de ahí es mía!- Gritó Max y corrió a por el arma del aura negra.

- ¿Acaso te volviste loco?- Maggie colocó ambas manos en su cintura.- ¿Cómo traes esas cosas a la casa? Por si no lo sabes, hay una niña de diez años y otro de quince. ¿Planeas que sean tan violentos como tú?

Observé a Maggie y una leve sonrisa se me escapó. Esa peculiar pose y tonó de voz me parecieron adorables. Todos voltearon a verme.

- ¿Qué?

- Aquiles, no habías sonreído desde hace meses.

- Tengo mucho que contarles.- Miré al suelo y tomé la espada pensando en mi maestro.- Las encontré en una cueva junto a la plaza, dentro también estaba esta nota.

Al intentar mostrar la nota la espada en mi mano hizo un movimiento extraño golpeando la mesa.- ¿Qué rayos?- En ese instante quedé pegado al mango y el arma comenzó a flotar hasta tocar el techo.

- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?- Exclamé

- Aquiles, ¿cómo haces eso?- Decía Celestia sonriendo.- Yo también quiero.- Cuando dijo esas palabras, su espada comenzó a desprender una llamarada formando la figura de una serpiente que rodeó su cuerpo sin causarle ninguna quemadura.

- ¡Ay mierda!- Maggie caminó para atrás golpeando la mesa con su trasero y poniendo sus manos en la espada azul, la cual comenzó a soltar una gran cantidad de agua desde su punta, algo parecido a una cascada o un ojo de agua, para ser más preciso.

- ¡Alguien bájeme!- La espada daba vueltas por toda la casa golpeándome en el techo cada que tenía la oportunidad.

- Miren que bonita serpiente.- El fuego tocó los muebles y paredes incendiándolos de inmediato.

- ¡Ay que hice, mamá me va a matar!- El agua no paró de salir de manera acelerada. Poco a poco la casa se estaba inundando y nosotros sin saber qué hacer.

Ciddis corrió a ayudarme, pero su espada se puso muy pesada y lo hizo caer al suelo sin poder levantarla, cómo si un imán lo atrajera al suelo a la vez que lo atrae a la empuñadura.

- ¡Yo también quiero!- Gritó Max, pero su arma no hizo nada.

-Esta gente sucia, ¿qué creen que hacen? Mamá los va a matar cuando regrese.- Decía Rob con su rostro de gato llorón.

Arte Elemental: Susurro de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora