Capítulo 56 Mundo eterno.

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Si mi abuelo me ha enseñado algo es a valerme por mi mismo; a no confiar en cualquier extraño y en saber los valores que conlleva una amistad.

Hace un par de días una criatura apareció al fondo del cañón en las montañas Pao, a unos kilómetros de mi casa. La cosa ocasionó que las plantas y cosechas se pudriesen, hizo un desgaste en las rocas y asesinó a muchos que intentaron mover su enorme cuerpo de ese lugar... Todo eso sin siquiera moverse. Es cómo si una fuerza emanara de sus pichos y cambiase todo alrededor.

No ha pasado mucho desde que cayó y unos chicos pasaron directo a visitar a la bestia. Es incomprensible que lo hayan hecho, pero gané un par de monedas para alimentar a mi abuelo.

Hay veces en que lo veo decaído, sin ánimo, sin vida. Quiero creer que no le afectó lo de la bestia o podría ser grave. Estos días lo veo y me imagino lo que pasará con él después de que muera: Llegará al cielo y tendrá una charla con Arnes, a quien adoró toda su vida pensando que su palabra era cierta. Solo por eso se le dará un lugar en el paraíso y descansará por fin.

He pensado en llevarlo lejos, aprovechando que la gente se ha esfumado y que solo quedan unos cuantos habitantes, para que conozca el mar; que conozca algo más que solo las rocas. De igual forma hay que irnos, lo sé...

Mis amigos, familia y todo ser querido que conocí son de este lugar... Algunos desaparecidos, otros encontrados muertos, comienzo a creer que nuestro dios no nos protege cómo tanto dice hacerlo. Supongo que en las únicas personas en las que puedo confiar son, además de mi abuelo, aquellos a los que considere mi corazón.

Arte Elemental: Susurro de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora