•Capítulo 1: "El concurso"•

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  • Dedicado a Sabri Monteferrante
                                    

Soledad Malett era una de esas personas que con sus grandes ojos castaños, pelo rubio y su sonrisa era capaz de hacerte creer que todo saldría bien, era algo tímida, una soñadora que no podía ver nada de manera negativa. Ella era dueña de una seguridad y una paciencia que a menudo la gente añoraba, sobre todo su mejor amiga, Elizabeth Bayés quien a sus dieciocho años era desconfiada de sus pequeños ojos grises y su alocado pelo castaño, y exigente con su diminuto cuerpo delgado, una detallista, amante de las historias de amor novelescas y devota profunda de aquellos héroes literarios capaces de hacerla temblar y emocionar con solo una declaración.
Ambas chicas eran un todo dividido en dos, eran parte de una amistad de la que solo se oyen en las historias, ninguna dejaba jamás que nadie hablara mal de la otra, y eran a la primera persona que llamaban cuando las cosas se descontrolaban.

­— ¡¿Qué?! ¿Te volviste loca?— gritó con exasperación Elizabeth Bayés cuando su mejor amiga le comentó su descabellada idea de participar en un concurso.
— ¿Puedes? ¿Por mí?— suplicó Soledad Malett pestañeando repetidamente, logrando un intenso suspiro de parte de su oyente.
— Y… ¿Qué gano yo con esto? —preguntó Lizzy enarcando una ceja color castaña y apretando los labios en forma dura.
— ¿La oportunidad de hacer feliz a la persona que más te quiere?, además... ¿Quién no sería feliz pasando seis largos meses, es decir, cientos de días con sus más grandes ídolos?— sonrió ampliamente, mostrándole todos sus dientes.
— ¡Oh, claro!— dijo Elizabeth saltando y aplaudiendo con alegría demasiado fingida— creéme es un sueño por cumplir, pasar un año con completos desconocidos, personas a las cuales posiblemente jamás entienda.
— No soy una admiradora— se excusó cuando Soledad soltó un quejido.
— ¿Por favor?
— No
— ¿Por favor?
— Ya dije que no.
— Vamos, no seas así…
— De acuerdo, pero solo porque sé que luego estarás por siempre molesta.
— ¿Te he dicho ya que te amo?— chilló eufórica mientras sus brazos enroscaban el cuerpo pequeño de su amiga.
— Sí, lo sé. Ahora, suéltame.

— Bueno… ¿Qué es lo que debemos hacer?— preguntó Elizabeth con desgano.
— Oh, no puedes estar enojada. Tenemos que escribir un guión que relate como nos imaginamos el próximo video musical.
— ¿Solo eso? Que pedirán luego ¿hagan las pruebas de maquillaje por si acaso pica?
Soledad enarcó una ceja.
— Eres tan molesta cuando quieres.
— Lo sé.
Luego de enviar el guión, cenar y darle las buenas noches a Gina, madre de sol, ambas se escabulleron a la habitación de la rubia, para poder conciliar un poco de sueño.
El lugar, desde que Lizzy y Sol eran amigas, había sido su rincón. La cama marinera se encontraba en la esquina más alejada de la puerta, junto a ella estaba una mesita de noche y la pared blanca estaba cubierta de fotos y recuerdos, un gran escritorio se hallaba en la pared contraria y luego, la última pared estaba ocupada por un ropero que tenía posters de estrellas como decoración.

— ¡Bayés!— gritó Soledad, haciendo que la otra cayera de la cama con un ruido seco.
— ¡Estúpida!— chilló la castaña al caer del otro lado del catre donde descansaba— ¿eres así de tonta siempre, o te detienes a descansar?— preguntó una vez que se reincorporó al colchón, sobándose la cabeza con la mano, pero solo obtuvo por respuestas una sonora carcajada.
— Eso fue tan divertido— dijo la chica secándose un par de lágrimas de sus ojos.

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https://m.facebook.com/Juego-de-Deducción-100886266921718/?ref=ts&fref=ts pasan y ponen mg? Es una nueva historia de misterios :)

Enamorándome en LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora