•Capítulo 46: "Feliz primer mes"•

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El viaje de vuelta a la mansión se hizo sombrío, cuando antes ellas bromeaban y reían, ahora estaban en silencio, metidas en sus propios pensamientos, sin ser capaces de entablar una buena conversación.
Soledad jugueteaba incansablemente con sus dedos, pensando en lo mucho que echaría de menos a esos cinco tontos revoltosos.
— Aún no han pasado ni dos horas y ya comienzo a sentirme vacía— musitó en español, volteando su rostro para ver los bonitos ojos grises de su amiga llenarse de lágrimas, que por obviedad, no soltaría.
Elizabeth no le daría vueltas al asunto, puesto que eso solo haría que se sintiera más sola que nunca. Debería pasar el primer mes de novios y cumpleaños de Harry separada de él, pero… ¿acaso tenía derecho a quejarse cuando su chico por poco y vivía dentro de un bus? La respuesta a eso era un rotundo y seco: no.  
— Estoy segura que los días pasarán volando, no tendremos tiempo a pestañear que ellos estarán en casa.
La mujer rubia asintió, sabía que su compañera no diría nada con respecto al tema del “mes-versario”, pero realmente se sintió triste por ella.
— Podrán celebrar el segundo mes de novios juntos, y el tercero. Celebrarán tantos que luego detestarán nombrarlos. Vamos cielo, no te deprimas y piensa en que posiblemente Harry está pensando en ti y en lo que harán juntos cuando vuelvan.
Lizz soltó una risita, agradeciéndole mentalmente a Sol por animarla y decir las palabras correctas.
— Será el mes y medio silencioso que hayamos tenido jamás— concluyó la castaña, al vislumbrar que habían llegado a la mansión.
Se despidieron de James, recordándole que tuviera su teléfono cargado todo el tiempo, deseándole buenas noches y entraron a la casa.
Era ridículo cuanto podía cambiar tener gente para llenar el espacio, oír las inconfundibles voces y risas de los dueños del lugar, llenarse de las bromas y gritos que envolvían las habitaciones, impregnarse de los diferentes perfumes y lociones que ellos, a regañadientes, acostumbraban a usar.
— Deberíamos cenar— comentó Soledad, oyendo como su estómago rugía sin vergüenza alguna. 
Corrieron a la cocina, sirviéndose algunas porciones de pizza, y sin más compartieron una pequeña conversación llena de banalidades.
*****************

Dormían profundamente, sus piernas desparramadas cómodamente ocupando más del lugar necesario de sus respectivas camas. Había sido un día estresante y agotador, por lo que sus inconscientes habían optado por no darles sueños aquella noche.
El sonido del teléfono las asustó entonces, cuando el reloj dio las tres y media de la madrugada, sobresaltándolas al punto de enredarse con sus propias sábanas y caer de bruces al suelo.
— Mierda— gruñó Soledad, sobándose la cadera, la cual había recibido el mayor peso de la caída, ella no iba a correr al maldito aparato, por lo que solo dejó que el contestador automático que muy animadas habían grabado respondiera.
“Hola… oops, lamentamos decepcionarte pero no podemos atender ahora. Deja tú mensaje después de pip… Adiós”  
Luego del pitido, las risas de los hombres se oyeron, despertándolas y haciéndolas sonreír.
— Sabemos que en este mismo momento están durmiendo— comenzó diciendo Liam
— Pero aquí en México son las nueve y media y aún no hemos cenado— continuó Louis.
— Y cómo sabemos que nos extrañan, queríamos decirles que hemos llegado enteros al hotel y quisiéramos que ustedes pudieran estar aquí— la voz de Zayn mostró descontento.
— No destrocen la casa y sepan que las extrañamos infinitamente— dijo Niall con su distinguible voz.
— Duerman bien, coman mucho y vean nuestras entrevistas en televisión. Las amamos— concluyó Harry, cortando con el mensaje.
Ambas sonrieron con los ojos aún cerrados, girando sobre sus ejes y volviendo a sumirse en el magnífico sueño profundo. 
**************

El teléfono celular de Elizabeth sonó al día siguiente, el tono de música era inconfundible, por lo que contestó sin siquiera mirar la pantalla para comprobar.
— ¡Feliz primer mes, Pixie!— oyó que la voz grave de Harry mostraba algo de euforia, y eso la hizo sentirse como en las nubes, puesto que desde que le había dicho que estaba enamorada de él, las dudas acerca de lo que su novio pensaba se hacían un poco más grandes a cada segundo.
— Feliz mes, cielo— respondió ella sonriendo.
— Sé que no puedo hacer nada en este mismo momento para que estemos juntos, pero prometo que al volver a casa saldremos y tendremos todo el día para nosotros.
El corazón de la muchacha latía desesperado, era absurdo que una propuesta en el aire la hiciera sentir tan llena de alegría.
— Deberías revisar tu twitter, Pixie. Muchas personas nos han deseado felicidades…
— Lo veré en un momento. ¿Has tenido una buena mañana?— preguntó, ignorando la punzada de celos que tuvo al pensar en aquellas fans que podían estar junto a él, pero sintiéndose una imbécil por siquiera sopesar la idea.
— Ha sido agotadora, recorrimos casi seis hospitales, y hemos hecho una firma de autógrafos. Creo que para el final del día solo caeré rendido en la cama… Te extraño, nena.
— Te acusarán de cursi, Styles— bromeó ella, ocultando la creciente ola de cosquillas que atacaron despiadadamente su estómago.
Harry sonrió inconscientemente. Sabía plenamente que no podía hacerla sonrojar, pero sí podía abochornarla y verla cohibida ante las tonterías empalagosas que él decía era la mejor sensación que pudo experimentar con otra persona.
No había mentido cuando le dijo que la echaba en falta, había pasado gran parte de la mañana pensando en que le diría cuando la llamara, algo totalmente infantil puesto que nunca había tenido problemas para entablar una conversación.
Con ella todo era como nuevo, cada sensación, cada pequeña cosita, y eso lo hacía ponerse incómodo, perdía el control totalmente y él no era un fanático del desorden mental.
— Te encanta mi lado cursi, no puedes contra eso.
— ¡Eres tan ególatra, Harry!— chilló ella riéndose a carcajadas ante el tono seductor con el que le había dicho la última frase.
Elizabeth escuchó como alguien llamaba a su novio y supo que era el fin de la llamada.
— Debo irme— confirmó el muchacho de ojos verdes, suspirando con pesadez.
— Ten un lindo día. Te amo.
Lizz no esperó a que le respondiera, solo finalizo la comunicación, limpiándose la humedad que le colmaba los ojos. Ser rechazada una y otra vez era una mierda, y dolía asquerosamente. No espero para chequear su cuenta de twitter, la cual estaba llena de  buenos deseos e insultos de las fanáticas, siguió explorando, hasta encontrar una mención en especial que la hizo sonreír un poco.
“ Feliz primer mes como novios oficiales a ti, Pixie bonita. Simplemente gracias” 
La frase iba acompañada de una foto que se habían sacado un día cualquiera, ella sonreía ampliamente, mientras Harry estaba detrás suyo abrazándola y susurrando algo en su oído.  Fue entonces cuando decidió dedicarle también una pequeña foto al chico.
“Sin dudas mi foto preferida. ¡Feliz mes-versario, Styles! Te quiero exageradamente”
En la imagen ambos estaban riéndose escandalosamente, era del día de año nuevo, y detrás de ellos se veía el exuberante “Ojo de Londres”.

Soledad atendió al llamado de Niall mientras merendaba. Masticó con lentitud el trozo de galleta que tenía en su boca, deleitándose con la mezcla del chocolate de los pequeños chips y la suavidad de la masa azucarada, era como tener el cielo entre sus dientes.
— Holha— dijo, aún degustando la comida.
Escuchó la risa preciosa del irlandés en su oído y tragó, retiró su anterior pensamiento: el cielo era su risa.
— Hola, mi cielo— canturreó el rubio, a sabiendas que ella adoraba que él la llamara por algún sobrenombre dulce— siento mucho interrumpir tu hora de merienda…
La rubia rió bajito. Estaba feliz de que él la hubiera llamado, lo extrañaba mucho más de lo que admitiría.
— No lo lamentes, me alegro de que llamaras. ¿Has tenido mucho trabajo?— preguntó.
Niall soltó un suspiro dramático, claramente estaba agotado pero no iba a quejarse, eso era lo que él siempre había querido.
— Hemos estado en hospitales, y firmado autógrafos, ahora iremos a una radio y luego tendremos una entrevista en televisión. Solo deseo estar en casa— murmuró, cediendo ante el impulso de decir lo que realmente necesitaba.
— No podrás respirar siquiera— bromeó ella, intentando aligerar su humor.
El irlandés sonrió para sí, era típico de ella preocuparse por mantenerlo siempre de buen carácter y feliz.
— No tienes idea, nena. ¿Qué tal tú, has tenido un buen día?
— Salí de compras, he obtenido mi pago del local de música, ¿quién diría que ordenar CDs me haría ganar lo suficiente?, compré algo de maquillaje que Lizz dijo que se me vería lindo… nada serio.
— Te has de ver hermosa, confío en que mi loca amiga no ha escogido vulgaridades ni exageraciones.
— ¡Claro que no! Me conoces, sabes que no podría con tantas porquerías…
— Lo sé, lo sé… Linda, debo irme, te llamaré dentro de un par de días, pero mantén el teléfono contigo, los mensajes te llegarán todo el tiempo.  
Los ojos cafés de Soledad se aguaron. ¡Diablos!, era una perra llorona, y todo porque se había enamorado.
— Ten una buena entrevista, amor. Disfruta mucho y brilla. Te amo— tras un “yo te amo también” la llamada finalizó, dejando a dos muchachos con ganas de volver a verse pronto.

Enamorándome en LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora