•Capítulo 41: "Primera vez"•

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— ¿Desde cuándo tú estás a favor de caminar sin motivo alguno?— inquirió Soledad.

Hacía casi tres horas que habían salido de la gran casa sin rumbo fijo, con la escusa tonta de querer tomar "aire fresco". Habían recorrido casi todas las calles famosas de Londres, habían visto miles de personas que las reconocían y sobre todo habían sonreído más que nunca. 
— Deja de quejarte y disfruta un poco de tú alrededor. Mira lo bonito que se ve todo con la nieve cayéndole encima... Podrías caminar sin molestar tanto— Elizabeth bufó, era difícil distraer a Soledad durante tanto tiempo sin que ella comenzara a cuestionar cada movimiento. 
Niall, agradece que te ame a ti y a Soledad— pensó la castaña para sí misma, mientras tironeaba sin descanso del abrigado sweater que llevaba su amiga puesto.
— ¿Cómo quieres que me divierta y disfrute si mis pies piden a gritos un descanso, y mi piel ya hormiguea por el frío? Me has arrastrado de aquí para allá sin una dirección fija, no he comido nada en las últimas dos horas, y me estoy exasperando por todo ese "blablablá" que dices todo el tiempo. Dime... ¿por qué estamos aquí?
Elizabeth sintió la impaciencia recorrer sus terminaciones nerviosas. Debía mantenerla ocupada por al menos una hora y media más... ¿Cuánto tiempo necesitaba Niall para ordenar tres o cuatro bártulos? 
— Te tengo una propuesta. Sí en la próxima hora y media no te quejas ni farfullas sobre lo molesta que estás, haré la cena las dos semanas que siguen. 
La rubia lo pensó por un momento, y sin más que un seco asentimiento siguió a su compañera hacia ningún lugar específico. Serían, sin dudas, los noventa minutos más largos de su vida. 

Cuando el reloj dio las cinco de la tarde, una agotada Soledad entró por la puerta siendo incansablemente molestada por Lizz, quién no paraba de repetirle que se fuera a duchar y cambiar ya que se enfermaría si seguía con la ropa húmeda. 
Respirando profundo, la rubia abrió la puerta de la habitación, cerrándola de golpe para evitar que su amiga la persiguiera por más tiempo. 
Caminó lentamente hacia la cama, viéndola como si se tratara de la salvación más grande que hubiera en la tierra, pero al acostarse sin cuidado, sintió el crujir del papel debajo de su cuerpo.
¿Qué demonios? — pensó mientras se contoneaba para apoderarse de la molestia. 
Abrió la hoja de color azul celeste, y se sorprendió al ver que era la letra de Niall.
"Hola bebé, sé que posiblemente te estés preguntando qué es lo que sucede, déjame decirte que Elizabeth hizo un gran trabajo llevándote de un lado a otro mientras yo terminaba todo esto. Hemos estado juntos durante un mes completo, (¿creíste que lo había olvidado?), por esa razón quiero que obedezcas a todo lo que las flechas digan, y no te atrevas a desviarte del camino. A medida que comiences este juego, irás descubriendo pequeños secretitos que quiero que sepas.
Disfruta de esta búsqueda y sé paciente. 
Te ama, 
                         Niall"

Sonrió con amplitud, mientras releía una, dos, tres veces más la pequeña notita. Despegó entonces otro papelito que venía adjunto.

"A lo largo de los meses me has preguntado varias veces que fue lo primero que pensé cuando te vi el día que llegaste a la casa...

El día que te vi por primera vez sentí como si mi cuerpo estuviera electrificado, de un momento a otro las manos me comenzaron a sudar y me sentí como un idiota certificado, era la primera vez que me sucedía esa cosa loca del "amor a primera vista".
La pequeña mujer rió bajito, deteniendo su lectura, y recordó cuantos días había fantaseado con tener al lindo irlandés rubio de frente y poder conectar con esos ojos celestes que la enloquecían. Siempre lo había sentido como una conexión que iba más allá fanatismo. 
...Cuando tus mejillas se ruborizaron por el comentario de Louis, la primera cosa que fui capaz de pensar fue  'ella es totalmente preciosa', luego comenzaste a balbucear y creí que mi corazón iba a desmayarse, desde ese momento supe que tenía que conocer más de ti, acercarme tanto como me fuera posible. 
Volvió a apartar la vista de la hojita, volviendo a la memoria de la cantidad de momentos en los que se lo había quedado observando mientras examinaba cada punto de su rostro, el cual siempre le había parecido totalmente hermoso. 
...Ahora debes ir al lugar donde salimos juntos por primera vez"
Dobló la nota, metiéndola en su bolsillo, para salir con rapidez de la habitación con rumbo a la heladería a la que fueron por primera vez los dos solos. 

Enamorándome en LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora