El veintiuno de septiembre la temperatura descendió bastante, haciendo notar así la reciente llegada del otoño a Londres.
Niall abrió un solo ojo celeste, sintiendo el cuerpo de Soledad moverse un poco más cerca de él, en busca del calor corporal. La observó detenidamente, la veía tan pequeña y frágil, tan hermosa al lado suyo que le trajo una inmensa sonrisa a la cara.
— Hey— besó su mejilla con suavidad, aunque sin obtener una respuesta.
La rubia sonrió, fingir que dormía no iba a matar a nadie, y mucho menos cuando recibía la dulzura de su chico.
— Oh, alguien está jugando conmigo— rió el irlandés y le picó las costillas, provocando que Soledad soltara una risita— ¿Te sientes bien?
Soledad hizo una mueca, su cabeza palpitaba terriblemente, y su boca parecía llena de algodón, pero ya no quería vomitar.
— Siento que mi cabeza puede estallar en cualquier momento próximo— se quejó.
— Eso se llama “resaca” y es lo que sucede luego de beber tu peso en alcohol.
— Por favor no me regañes, y no hables tan alto.
Niall sonrió por esa actitud ofuscada y la pegó contra sí mismo, acunándola.
— ¿Te quedarás aquí?
— No, debo bañarme, estoy tan asquerosa que no comprendo cómo puedes seguir ahí tan feliz.
El rubio soltó una carcajada tan fuerte que lágrimas saltaron de sus lindos ojos claros.
— Ay nena, eres hermosa, y te ves tan dulce ahí toda enojada que es difícil pensar en cómo puedes o no oler.
Soledad sonrió y sintió que sus mejillas se calentaban al punto de arder. Se incorporó a sus pies, besó la cabeza del irlandés y salió de allí.
“— Me gustas, Pixie. Mucho más de lo que sería capaz de admitir en mi vida, y aún no he comprendido el motivo de ello, pero lo haces, me gustas y me siento tan idiota diciéndolo en voz alta que es lo único que te diré esta noche.
Los parpados de Lizzy pesaban, pero estaba tan feliz que no le importó. Le gustaba a Harry, y eso era lo más bonito que había sabido nunca.
— ¿Harry?
— ¿Sí?
— Tú también lo haces— cuchicheó.
— ¿Hacer que cosa?
— Gustarme, tú también me gustas, mucho”
Elizabeth despertó sudada y temblando. El sueño parecía más real de lo que ella hubiera esperado.
Respiró hondo y lo notó, el frío era una de las cosas más odiosas, largas camperas, suéteres demasiado gruesos que aprisionaban sin piedad sus brazos, y no podía siquiera nombrar las bufandas y guantes que la volvían demasiado torpe.
Abrió sus pequeños ojos grises, e intentó sentarse, pero al moverse sintió como si un montón de bombas le explotaban dentro de la cabeza.
— Maldita resaca— se quejó sosteniéndose el cráneo.
— Deberías haberlo pensado anoche Pixie, antes de consumir todo el alcohol del lugar.
Lizzy subió con cuidado la vista, y observó como Harry entraba a la habitación, con una bandeja en sus manos.
— ¿Qué haces aquí?— preguntó ella, y luego cerró su boca, el sueño volvió a su mente como una película.
— Buscando la piedra filosofal— respondió con ironía— ¿Qué puede hacer una persona con una bandeja?
— Deja de ser tan chistoso, Harry, harás que llore.
Definitivamente lo de anoche fue solo un sueño— pensó ella tras la cortante respuesta.
El castaño dejó la pequeña bandeja en la mesa de noche.
— Traje tu desayuno, sabía que estarías terrible hoy.
Elizabeth observó entonces el contenido, café, un par de pastillas para la jaqueca, jugo de naranja, tostadas, cereales y fruta.
— ¿Tú lo preparaste?— preguntó un poco emocionada y sorprendida ante el gesto.
— Aunque no lo creas, sí.
Harry se sentó a los pies de la cama, observando como ella comenzaba a comer.
— ¿Te sientes mejor?— indagó.
— Sí, me duele la cabeza y no siento mi estómago, pero en lo demás me siento estable.
— ¿Recuerdas algo de anoche?— una nota de nervios se filtró en la pregunta.
Lizzy pensó bien en su respuesta, no le preguntaría acerca de su declaración, sería vergonzoso que él respondiera que había estado soñando o en el peor caso se riera de ella por semejante idea.
— No, solo recuerdo a Alex, y mis seis chupitos de vodka, el resto me resulta en una nebulosa.
El inglés se sintió un poco perdido, por un lado estaba feliz de que no tendría que explicarle su confesión a la chica, pero por otro lado la decepción estaba allí, él realmente hubiera querido que lo que ella le había dicho hubiera sido algo más que una revelación ebria.
— Oh, bueno, termina de comer— dijo con el semblante serio, levantándose de la cama y saliendo por la puerta.
A veces, Harry, eres alguien tan difícil de comprender— reflexionó interiormente, Elizabeth mordiendo la tostada.
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Enamorándome en Londres
FanfictionUn viaje a otro continente. Una nueva familia. Música que entra por tus oídos y se instala en tu alma. Siete personas viviendo dentro de un mismo lugar. "El amor está a la vuelta de la esquina" dijo Sol. "O al otro lado del océano"...