La habitación 506 estuvo, de pronto abarrotada.
— ¿Sucede algo?— preguntó un poco preocupado Louis, al notar que ninguna de las dos muchachas habían abierto la boca en un largo tiempo.
— Ha sido un día muy agotador— mintió Elizabeth, golpeando con disimulo el codo de su amiga para que no metiera la pata.
— Pero han estado increíbles— los elogió Sol, sonriéndoles de manera sincera, porque estaba orgullosa de que ellos fueran tan talentosos.
Todos les devolvieron la sonrisa.
— Es hora de irse a dormir— anunció Paul con una gran sonrisa cansada en su rostro.
Se veía que entre todos, la química era especial, a pesar del enojo de las dos chicas ellas no dejaban de carcajear ante las estupideces que decían los cinco hombres en la habitación. Algunas almohadas volaban, y las carcajadas compartidas eran algo dulce de escuchar.
Todos ya estaban listos para dormir, la castaña fue la última en ocupar el único baño de la habitación, vistiéndose con un short y una ancha remera enfiló hacia la cama, pero antes de poder entrar en ella Harry se incorporó y la detuvo.
— No dormirás así— afirmó seriamente.
Las charlas que pudieran escucharse se habían detenido.
— ¿Cuál es tú problema con que ella duerma así?— cuestionó Zayn con una mueca de disgusto ante el tonto reclamo.
— No vamos a tocarla— bromeó Louis, y sí las miradas mataran ya hubiera muerto debido a Harry.
Elizabeth no abrió la boca, ella no iría a cambiarse, y tampoco respondería a una tontería tan grande como esa.
— ¿Podrías ponerte algo que no te haga parecer una cualquiera?— ordenó el inglés de ojos verdes.
Soledad tosió fuerte. No podía creer las agallas del cantante.
— Ella no irá a cambiarse, es solo un pijama— informó con una sonrisa burlona en su rostro— y no vuelvas a tratarla de cualquiera porque despertarás mañana respirando a través de una bombona de oxígeno.
Harry notó su error, pero era un poco tarde porque los ojos grises de su "pixie" estaban negros de furia.
— Eres un imbécil graduado en la mejor universidad, no entiendo porque debería hacerle caso a tus demandas cuando estoy segura que tú NO ERES NADIE— escupió con odio, sintiendo el pinchazo conocido de las lágrimas que amenazaban con hacer su entrada. Sin decir nada más se acostó en la gran cama compartida, cerrando los ojos mientras controlaba sus hipos sollozantes.
Nadie fue capaz de agregarle más leña al fuego, sino que decidieron terminar las cosas allí y copiar la acción.
Quizás la cama era demasiado blanda, o la almohada muy pequeña, pero Niall no lograba conciliar el sueño, lo que empezaba a desesperarlo.
Deberías pedirle disculpas— habló una vocecita molesta dentro de su cabeza.
No pensó mucho acerca de eso, y parándose de puntitas caminó hasta la cama donde Soledad dormía profundamente.
— Sol— susurró, moviendo el cuerpo pequeño de la rubia— nena, despierta, necesito que hablemos.
Soledad gruñó un poco abriendo un solo ojo café, intentando enfocar a quien le hablaba. Buscó a tientas el celular, y vió la hora.
— Son las tres y media de la madrugada, Horan. Hablaremos mañana.
El irlandés bufó y volvió a intentar.
— Es importante. Por favor.
— ¿Por qué demonios no puedes esperar hasta mañana?— murmuró ásperamente.
— Porque no puedo dormir pensando en que tú no quieres hablarme— interrumpió antes de que ella siguiera protestando, la cargó como un bebé y la arrastró fuera de la habitación.
— Bájame— musitó amenazadoramente.
— Lo siento— dijo Niall volviendo a colocarla en el suelo, esta vez fuera del cuarto.
Soledad pestañeó varias veces intentando acostumbrarse a la luz del pasillo solitario.
— ¿Lo sientes por arrastrarme contra mi voluntad, o por haber sido un imbécil más temprano?
El irlandés tragó duro, esto no sería nada sencillo.
— Por ser un total y completo estúpido. No quería que te fueras porque me molestaras, solo quería que dejaras de pelearte con alguien a quien no conoces, y por la que claramente no siento amor del tipo de relaciones. Me comporté como un idiota y tú claramente no te lo merecías. Lo siento.
Bajó su vista, se sentía abochornado por su mala actitud.
— Debes entender que es difícil ser novia de una persona como tú— comenzó diciéndole— eres amado por tanta gente que cualquiera puede sentirse un poco inferior, sé que no es una buena escusa, pero es lo que siento. Tengo miedo de muchas cosas y verte ahí, acorralado por una bonita chica me enloqueció. Olvidemos el episodio, ¿de acuerdo?
El rubio sonrió tímidamente, y la atrapó contra sí.
— Escúchame— su voz era apenas un suspiro, sus ojos celestes estaban clavados en los ojos cafés y sus labios se rozaban con cada movimiento— solo hay una persona que me gusta, solo hay una persona con la que vuelvo a casa y solo hay una persona que me hace decir cursilerías, ¿sabes quién es? Tú, nena. Tú eres a la única chica que necesito, ¿entiendes?
Soledad parpadeó repetidamente, su mente estaba un poco nublada, en parte porque la cercanía le creaba animales asesinos en el estómago y en parte porque su cuerpo se llenó de una sensación maravillosa. Amaba al irlandés, ella lo sabía.
— Gracias— dijo ella y terminó con los centímetros de distancia, pegando sus labios con los de él.
Duró poco, pero fue mejor que cualquier otro que hubieran compartido.
— Vayamos a dormir, cielo.
Al entrar a la habitación, ambos se encontraron con Harry despierto y semi sentado en la cama.
— ¿Aún con insomnio?— preguntó Horan, mirando con un poco de pena a su amigo.
— Sigo pensando en que jamás terminamos nada como debemos, es decir, en cada charla que tenemos siempre alguno de los dos termina hablando de más— se quejó el de ojos verdes, claramente frustrado.
— Deberías hablar con ella. Tener una buena conversación, sin decir tonterías— aconsejó el rubio, recibiendo un gruñido de parte del castaño.
— Oh, gracias Einstein, no había pensado en eso... ¡Eres brillante!
Soledad le dio una mirada de muerte.
— ¿Ves? Por este tipo de comentarios es que Liz siempre termina con deseos de estrangular tu cuelo con una soga. Debes dejar de ser tan respondón y dedicarte a disculparte por tus estupideces. Creéme Harry, nadie tiene la capacidad que tú tienes para sacarla de sus casillas, y quiero que sepas que aunque finja ser alguien fuerte, no lo es y tus comentarios como "deja de vestirte como una cualquiera" le dañan profundamente. Piénsalo— terminó de sermonearlo y sin más se acostó en su cama, junto a una dormida Liz.
— Lo siento— susurró cabizbajo— no debí ser irónico contigo, al fin y al cabo la culpa del problema es mía.
El aludido se encogió de hombros restándole importancia.
— Duerme Harry, mañana podrás pedir tus perdones. Buenas noches.
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Enamorándome en Londres
FanficUn viaje a otro continente. Una nueva familia. Música que entra por tus oídos y se instala en tu alma. Siete personas viviendo dentro de un mismo lugar. "El amor está a la vuelta de la esquina" dijo Sol. "O al otro lado del océano"...