Cada tanto los ojos castaños de Soledad echaban un vistazo del rostro del chico. Era increíble como una persona podía ser tan hermosa. Nariz recta, pestañas pequeñas, una mandíbula que hacía que los dedos de la chica picaran por tocarla y al final de todo una sonrisa blanca y dulce.
— ¿Me has escuchado?— preguntó riendo entre dientes al atrapar la mirada de Soledad sobre él sin ningún tipo de pudor.
Sus mejillas se tornaron bordó, ¡la había descubierto mirándolo como una acosadora!
— Lo siento— musitó tan bajo que Niall creyó que lo había imaginado.
— Entonces, ¿tú y…?
— Elizabeth.
— Claro, ¿tú y Lizzy están felices de estar aquí?
Para la adolescente era imposible concentrarse teniendo a su más grande modelo a seguir a un metro de distancia, sin mencionar que olía tan bien que…
No puedes olerlo, ni tampoco puedes mirarlo así— se regañó mentalmente.
— Claro, ¿Quién no estaría feliz de conocer a sus ídolos?— ahora fue el turno del rubio ruborizarse.
— ¿Eres una admiradora?
— ¿No es notorio?
— Algo así…
La conversación era tan torpe como los primeros pasos de un bebé, y ninguno se podía explicar porque.
— ¿Qué edad tienes?— preguntó el chico.
— Dieciocho— murmuró en respuesta.
— Oh, eres una chica legal— bromeó y las cosas comenzaron a ser menos difíciles de llevar.En el salón tres chicos regañaban a un cuarto…
— A veces, Harry, me preguntó de dónde sacas tú tu estupidez— dijo Zayn seriamente.
— El chico de aquí tiene razón— afirmo Louis, y miró al de ojos verdes con el ceño fruncido.
El aludido bajó la mirada, sabía que ellos tenían razón pero él era orgulloso y pedir perdón era tan difícil…
— Ve a hablar con ella— pidió entonces Liam posando su mirada en él— ¿sabes que ella estará aquí por seis largos meses? No creo que quieras tener problemas.La habitación al final del pasillo se encontraba en silencio y penumbras, el único sonido que Soledad oyó fue el de las respiraciones lentas y acompasadas de su amiga, quien dormía profundamente sobre su cama.
En puntas de pie y rogando que la madera del piso no crujiera camino hasta allí, y notó que las mejillas, generalmente pálidas como el yeso, estaban enrojecidas y sus ojos algo hinchados. Ella no recordaba cuando había sido la última vez que Elizabeth había llorado hasta quedarse dormida.
— ¿Lizzy?— empujó con suavidad el hombro de la chica, obteniendo un quejido.
— ¿Uhm?
La castaña giró sobre sí misma, intentó abrir un ojo pero este estaba un poco pegajoso e inflamado por las lágrimas.
— Te has quedado dormida, y necesitamos comer algo. Tengo un poco, no… tengo demasiado hambre y creo que tú también.
— Sí, lo siento.
Las cejas rubias de la otra se alzaron.
— Has estado llorando, ¿por qué?
Tan rápido como un rayo las pequeñas y huesudas manitos de Elizabeth se tocaron las mejillas encontrando rastros de lágrimas secas.
— Extraño un poco mi casa— mintió, sin saber porque demonios estaba excusando al castaño imbécil, como ella lo había apodado.
La mentira era tan notoria que cualquiera hubiera podido descubrirla, pero Soledad por esa vez lo dejó correr.
— Llamaremos luego para comentarles como estamos, ¿de acuerdo?— recibió un asentimiento y ambas salieron a la cocina para poder cenar algo.
A las ocho de la mañana la cocina se llenó de ruido, las voces masculinas de cuatro chicos se oían en toda la casa, especialmente en la habitación al fondo del pasillo donde dos cansadas chicas se despertaron a desgano.
— Debemos despertar— dijo Sol restregándose los ojos con los puños.
— Vamos— refunfuñó la otra.
— ¡Espera!— chilló la rubia— no puedes salir así.
Los ojos de la castaña se enfocaron en el reflejo del espejo, la remera de su pijama le había pertenecido a su padre, pero no contaba con algo inferior.
— Tienes razón— dijo y rápidamente buscó dentro de su valija, la que aun no había desempacado, un pantalón de jean, de color oscuro decorado con varias tachas plateadas en los bolsillos traseros, agarró con él una camisa a cuadros roja debido a que allí en Inglaterra era verano y posiblemente se derretiría. Su cabello, insoportablemente enrulado, fue el menor de los problemas, un gorrito color gris claro hizo toda la magia.
— A eso llamo yo estar lista en minutos— rió Soledad y mientras su amiga se colocaba los lentes de contacto ella se vestía con sus amadas calzas negras y una bonita remera celeste claro, ordeno su cabello corto y rubio con una bandana
Y luego, ya listas, ambas con las infaltables zapatillas converse, salieron con rumbo a la cocina.
La barra para el desayuno estaba repleta de todo tipo de comida, desde tostadas, hasta galletas de chocolate, jugos de frutas, y té, pero no había nada de cafeína.
— Buenos días— dijo Soledad, y se sonrojó cuando todos le devolvieron el saludo acompañado con algún tipo de apodo cariñoso, por otro lado Elizabeth gruñó algo que parecía como un “hola”.
— ¿No eres una chica de la mañana?— bromeó Louis, untándole una pasta extraña a su tostada.
— No— respondió entre medio de un bostezo y buscó con la mirada algo que se relacionara con un café.
— ¿Han dormido bien?— preguntó Liam, y le pasó lo que ambas buscaban, una extraña tetera que contenía el tan necesario líquido oscuro.
— Ha sido el sueño más reparador, ¿Quién diría que un viaje tan largo y el jet lag podría destruir tan rápido las energías?— comentó Soledad.
— Oh, nena. Tú no sabes lo que es tener jet lag todo el tiempo— acotó Niall mirando a la rubia que parecía un tomate maduro cada vez que el chico le dirigía la palabra.
— ¿Dónde está Harry?— inquirió entonces.
— Salió esta mañana, aún no ha regresado y posiblemente no volverá hasta la tarde— respondió Zayn que por primera vez desde que ellas estaban allí abría la boca.
Era maravilloso sentirse así de cómodas con personas que recién comenzaban a conocerlas. Personas que, quisieran reconocerlo o no, eran diferentes a ellas, ya sea desde las edades, hasta el simple hecho que hablaban en un idioma distinto al suyo.
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Enamorándome en Londres
FanfictionUn viaje a otro continente. Una nueva familia. Música que entra por tus oídos y se instala en tu alma. Siete personas viviendo dentro de un mismo lugar. "El amor está a la vuelta de la esquina" dijo Sol. "O al otro lado del océano"...