•Capítulo 23: "¿Estoy siendo inmadura?"•

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Capítulo 1/3


España estaba magnífica esa mañana del dieciocho de diciembre, a pesar del invierno el sol brillaba alto y el día parecía dar todas las señales de ser bueno.
Zayn y Liam bostezaron casi en simultáneo, incorporándose en sus respectivas camas, observando como el resto dormía de manera tranquila.
Despacio y sin hacer ningún sonido pidieron el desayuno al cuarto, mientras Louis era el siguiente en despertar, moviendo con su pie a Harry y luego por último molestando a Niall, quien gruñó.
— No molestes— refunfuñó escondiéndose bajo las sábanas.
— Eres tan molesto cuando madrugas, Horan— se burló Zayn.
El reloj marcó las siete de la mañana, avisando también la llegada de la comida.
— ¿Deberíamos despertarlas? — preguntó Liam, señalando la cama matrimonial donde Sol y Liz dormían a pierna suelta.
— Olvídalo— negaron Harry y Niall al unísono.
— ¿Qué pasa con ustedes?— preguntó Louis sorprendido ante el ímpetu de negación.
— Ellas no son divertidas cuando madrugan, además creéme que no querrás despertar al demonio— informó Niall un poco asustado.
— Ambos dan pena— afirmó Zayn.
— Además…— continuó Harry, ignorando totalmente el insulto— si miras a tus pies te darás cuenta que despertarlas es una muy mala idea.
Todos siguieron el consejo, dándose cuenta de que habían olvidado las famosas “erecciones matutinas”
— Demonios— maldijo Liam por debajo.
— Exacto— concluyó el rubio.
Elizabeth y Soledad contenían la risa, esa conversación era un poco bochornosa.
— ¿A la cuenta de tres?— preguntó Liz susurrando.
— Uno…— comenzó a contar Sol.
— Dos…
— tres.
Ambas “despertaron” con grandes sonrisas.
— Buenos días, muchachos— comenzó a burlarse Soledad.
Nadie respondió, aprovechando que Liam acababa con su ducha, todos se agolparon dentro del pequeño bañito.
El musculoso chico en ningún momento notó que las dos adolescentes lo observaban con una mezcla entre fascinación y comicidad.
— Bonjour, Liam— saludó Elizabeth, sorprendiéndolo.
— ¿Cómo estás Mr. Músculos?— bromeó Sol.
Liam se sintió un poco cohibido ante el par de ojos curiosos, y sin pensarlo volvió a meterse dentro del baño, desde el cual oyó las carcajadas de las pequeñas mocosas.

Casi una hora después, todos habían desayunado y estaban limpios.
— Pixie, ¿Podemos hablar?— preguntó Harry temeroso.
 Elizabeth suspiró audiblemente mostrando su descontento, pero no podía negarle el hecho de hablar, aunque estuviera en desacuerdo.
— Tienes diez minutos, Styles— afirmó saliendo de la habitación con el chico pisándole los talones.
Harry comenzó a rascar su cuello, una clara señal de su nerviosismo.
— Bueno… tú sabes bien que mi trabajo es que las fanáticas sean felices…— comenzó diciendo.
— Ajá.
— Ellas son lo más increíble que me ha pasado, y cuando piden cosas yo no puedo negarme— continuó.
— ¿Y cómo es posible que Zayn se niegue?, es decir, yo no he visto que él esté haciéndose el cariñoso con sus fanáticas, y estoy completamente segura de que también las ama.
El inglés suspiró frustrado, tirándose del cabello.
— Pixie, escúchame. Zayn es reservado con sus fanáticas, siempre lo ha sido, desde el principio, y ahora que Perrie está en su vida, esa cautela se ha expandido. Espera un segundo… ¿Por qué estás haciéndome este tipo de planteos?, tú bien siempre dices que nuestra relación es inexistente, no tienes ningún derecho a reclamarme nada, Elizabeth— era la primera vez que él usaba su nombre real.
— Eso es tan hipócrita de tu parte— chilló ella— ¡ME GUSTAS! No sé si te has dado cuenta. No creo que seas el indicado para decirme si puedo o no estar celosa de un montón de mujeres que quieren comerte vivo, y se desnudan para ti solo por un autógrafo.
— Oh, dios mío, ¿acaso estás oyendo lo que dices? Estás siendo inmadura, Pixie. La chica solo me pidió que le firmara un estúpido autógrafo en el hombro, no que me acostara con ella.
Elizabeth cerró la boca, era imposible seguir discutiendo con alguien que no quería entender el por qué del enojo. 
— ¿Estoy siendo inmadura? Estoy casi rogándote que me prestes atención porque estoy estúpidamente celosa, ¿y tú lo único que haces es decirme que soy una inmadura? Eres tan ciego Harry, tan ciego.
La castaña meneo su cabeza. ¿Por qué era tan difícil decirle directamente, mirándolo a la cara, que lo quería más de lo que nunca pensó que haría?
— ¿Sabes qué? Cuando realmente tengas algo por lo cual discutir, entonces hablaremos, porque creéme nena, esto es tan difícil como la física cuántica.
Lizzy no contestó, se limpió los ojos sin que él lo notara y entró a su habitación como si un demonio se la llevara.

Enamorándome en LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora