Capítulo 2/3 (En multimedia, la fuente de la Plaza de Cibeles en la que están las dos chicas)
Golpeó la puerta al entrar a la habitación, sin dirigirle la mirada a nadie.
— ¿Estás bien?
La castaña sonrió levemente a su amiga.
— Jamás he estado mejor— mintió notoriamente.
Soledad le dio una rápida mirada, y la sacó de allí con la escusa de tener un tiempo a solas y conocer más del hermoso lugar.
Al salir la rubia chocó adrede el hombro de Harry quien estaba apoyado contra la pared, justo al lado de la puerta que daba a la habitación.
— ¿Qué sucede contigo?— le preguntó éste, notándose el ácido en la voz.
— Quizás debas preguntarte lo mismo.
Ellas siguieron su camino, mientras que el inglés volvía con los miembros restantes.
— ¿Alguien podría matarme?— preguntó el más pequeño de la banda, sentándose en su cama.
— ¿Quieres sufrir o quieres una muerte rápida?— preguntó Zayn, ganándose un golpe en la nuca por parte de Niall— solo quiero saber…
— ¿Por qué Elizabeth es tan… complicada?
Liam rió, como si lo que Harry había dicho fuera la mejor broma del mundo.
— Ella no es complicada, idiota— contestó.
— Entonces dime porque comenzó a gritarme sobre el autógrafo que firmé en un hombro… por Dios ¡era solo un hombro!
La frustración del chico de ojos verdes era intensa, siempre que intentaba avanzar con Lizzy, ella huía poniendo como barrera algún error. Necesitaba comprenderla, y tratarla con mucha más paciencia de la que poseía.
— ¿Acaso no aprendiste nada, de nada?— el tono de Louis era severo— ninguna chica se siente segura cuando está rodeada de más chicas, ellas necesitan que les recuerdes lo mucho que valen, lo bonitas y dulces que son, y lo mucho que las quieres. Está celosa, y tú lo único que haces es fomentar eso con tus respuestas y actitudes. Vamos Harry, sabemos que no eres tan tonto.
Cuando Louis era reflexivo y filosófico, era cuando más se notaba lo mucho que había madurado en el tiempo que llevaban como grupo.
— Esta noche seremos solo nosotros, saldremos, nos olvidaremos de lo imbéciles que podemos ser a veces y disfrutaremos de algo de tiempo de hombres— planteó Zayn, y todos estuvieron de acuerdo.
La plaza de Cibeles era gigantesca, la gente iba y venía completando una perfecta imagen de cuadro. Elizabeth y Soledad estaban fascinadas, allí todo estaba perfectamente limpio y cuidado, y para más sorpresas muchas chicas se acercaban a ellas reconociéndolas.
La rubia no podía quitar los ojos de la bellísima fuente que adornaba el centro del lugar, grandes chorros de agua iban y volvían complementando la figura central de una persona en carro siendo tirado por leones. Lizzy por su parte pulsaba, sin parar, el botón del disparo de la cámara fotográfica que Paul les había prestado para el viaje, había tanto por recordar que parecía imposible poder sacarle fotos a todo.
— Esto es increíble— comentó Soledad a su hermana, y giró para verla.
Elizabeth se encontraba rodeada de tres muchachitas que aparentaban unos diez o quizás once años, todas irrealmente bonitas, con cabellos largos, dos de ellas castañas, idénticas, la última morena.
— ¿Sucede algo?— preguntó Sol, un poco preocupada de que estás fanáticas quisieran dañar a su amiga por algún motivo irracional.
— ¡Tú eres Soledad Malett!— chilló con emoción la morena y se lanzó a ella abrazándola, a pesar de su asombro ante la confianza la rubia no rechazó el gesto.
— Lo siento— se disculpó la chica, ahora con un poco de vergüenza por haber dejado ir su impulso.
— No te disculpes— dijo la rubia— ¿cómo es que sabes quién soy?
Las tres chicas largaron una sonora carcajada, desencajando a las mayores.
— Eres la novia oficial de nuestro ídolo— contestó una de las gemelas, haciéndolo parecer lo más obvio en el mundo.
— Y tú eres la pesadilla de Harry— afirmó la gemela más pequeñita, pero se dio cuenta de que había cometido un error al comentarlo— lo lamento, no debí decirte eso.
Elizabeth rió, era tan típico de Harry poner ese tipo de idioteces en las redes sociales.
— Así que así es como Harry me llama… No lo lamentes, cielo. Tú solo has dicho algo que es realmente cierto.
La pequeña sonrió ampliamente.
— ¿Podemos tomarnos una foto?
Ambas mujeres se miraron, era tan extraño que la gente les pidiera fotos o las reconociera que estaban un poco cohibidas, pero no se negaron a la petición.
Cuando el sonido del disparo se escuchó todas se despidieron, dejándolas otra vez solas.
— ¿Puedes creerlo?— preguntó Soledad riéndose.
— Es algo bastante extraño, pero quizás pueda acostumbrarme al hecho que el graduado de “idiotalandia” publique sobre mí en sus páginas.
Mientras conversaban sus ojos se detenían en los variados monumentos a su alrededor.
— Deberías perdonar a Harry— aconsejó Sol cuando su amiga hubo terminado de contarle porqué estaba tan molesta con él.
Estaban sentadas en un lugar apartado, mirando el cielo extraordinariamente azul.
— También debería teñir mi cabello de rojo, pero eso no sucederá en un tiempo próximo— terció la aludida.
Soledad bufó.
— Eres demasiado terca a veces. ¿Es idiota? Sí, claro que lo es. ¿No sabe comportarse? No, en absoluto. ¿Te quiere? Sí, más que a nada en su vida, y posiblemente eso lo tenga aterrado porque tú no eres igual que sus anteriores conquistas, y lo sabes, pero debes entender que estar enojada con él no te solucionará la vida, y tampoco hará que sus fanáticas dejen de acosarlo y amarlo de la forma en que lo hacen. Debes ponerte los pantalones de chica grande y afrontar que tú hombre es deseado por más personas de las que te gustaría, puedes alejarte o puedes hacerle ver que cualquier obstáculo que tengan puede ser solucionado.
— Te amo, ¿lo sabes?
La rubia sonrió, apoyando su cabeza en el hombro huesudo de su amiga.
— ¿Cuándo fue la última vez que no supiste que hacer y te sentiste en el vacío?
Elizabeth lo pensó bien.
— El día que mi último “novio” me dejó.
— Y aprendiste que no debes ver el vaso medio vacío cuando las cosas son difíciles. Y ahora iremos a comer, porque creéme amiga, estoy cerca de la desnutrición.
La castaña rió fuerte ante la exagerada forma de referirse a su hambre.
— ¿Qué sucederá cuando esto termine y debamos regresar?— preguntó.
— No lo sé, quizás me quede aquí estudiando teatro, tú sabes que esa siempre ha sido mi mayor meta… ¿Qué harás tú?
— Volveré a casa— afirmó Lizzy— cuando el tiempo llegue volveré con mi familia, estudiaré comunicaciones y me graduaré.
La respuesta no era la que esperaba, no quería que su mejor amiga, su hermana desde siempre se alejara de ella.
— ¿Por qué no te quedarás?
— Nada me asegura que tenga un futuro aquí. En Londres estaré sola, no tendré un respaldo de ningún tipo con respecto a mis amigos o familia, y aunque estaría maravillada con estar cerca de nuestros muchachos no sería totalmente conveniente ya que ellos pasan demasiado tiempo viajando de aquí allá.
— ¿Y Harry?
— ¿Qué sucede con él?
— ¿Te alejarás de Harry?
Elizabeth puso una mueca y sus ojos se llenaron de tristeza.
— Quiero a ese estúpido bocón más de lo que puedes apostar, pero cuando se trata de mí y mi futuro nada está antes. He dejado muchas veces que la gente esté antes que yo y así me ha ido en la vida. Si realmente me quiere tendrá que respetar el hecho de que necesito crecer y ser alguien que valga la pena.
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Enamorándome en Londres
FanfictionUn viaje a otro continente. Una nueva familia. Música que entra por tus oídos y se instala en tu alma. Siete personas viviendo dentro de un mismo lugar. "El amor está a la vuelta de la esquina" dijo Sol. "O al otro lado del océano"...