•Capítulo 55: "¿Eso será todo?"•

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La puerta de entrada se abrió, dejándoles paso a Elizabeth y Harry para encontrarse con una Soledad sentada viendo televisión en total calma, mientras el resto de los presentes ordenaban el desastre que al parecer habían ocasionado. Ambos rieron fuerte llamándoles la atención.
— Tú y yo tenemos que hablar Lizbeth— ordenó la rubia usando el apodo que le había dado el moreno australiano.
La aludida asintió con cautela, el tono de voz anunciaba que habría un torrente de charla sin sentido referidas a temas random que estaba segura no importaban en absoluto, pero que hacía feliz a Sol.
— ¿Y qué hay de...?— comenzó a quejarse Harry, habían pensado en cenar ambos, pero por lo visto tenía que retrasar un poco las cosas.
— Lo siento, Styles. Elizabeth y yo necesitamos tener un poco de tiempo de hermanas, ¿sabes?
Nadie refutó nada, y ambas muchachas desaparecieron por el pasillo encontrándose dentro de la habitación del fondo. Aquella pieza de la casa que había sido su refugio desde hacía tantos meses, que también se había vuelto el hogar de tantas charlas y tantas risas compartidas, como también era el espacio de muchos llantos y enojos.
Se acomodaron en la cama de Soledad, ambas en opuesto, la cabeza de la rubia daba a los pies de la cama mientras la de Liz estaba en dirección a la cabecera, siempre que estaban en aquella posición significaba que habría un poco de silencio y también un poco de charla, no tenían demasiado que decirse pero querían compartir tiempo juntas y el silencio era una buena forma de hacerlo.
— ¿Sol?
— ¿Uhm?
— ¿Qué sabes sobre Víctor Dawson?
Soledad conocía cada nombre de cada persona que se considerara conocida en el mundo del estrellato, y ese periodista no era la excepción. Según lo que podía recordar Dawson era un entrevistador conocido principalmente por ser el periodista más reciente en los medios, como también por haber llegado a los programas de chismes de Estados Unidos de forma rápida.
— Hace reportajes, es americano, mucha gente lo conoce aunque solo tiene dos años en los medios. ¿Desde cuándo te importa?
Elizabeth llevó la uña de su dedo medio a la boca, pensando en las extrañas preguntas que el tipo había soltado aquella tarde.
— Desde que el tipo se acercó a mí y me preguntó cosas personales sobre mi y Harry. No lo sé, simplemente me pareció algo extraño nadie en este tiempo se había tomado el tiempo de entrevistarme o por lo menos no de manera formal.
Se sumieron en un mutismo de comodidad mientras pensaban un poco acerca de cosas, pero el silencio les duró poco ya que la vocecita de Soledad se hizo lugar en las paredes.
— ¿Deberíamos cocinar la cena?— el reloj que ocupaba un espacio en la mesita de noche marcaba las nueve de la noche.
— Olvídalo, saldremos a cenar afuera.
No hicieron falta más afirmaciones acerca de la idea, y ambas mujeres se dispusieron a avisar que se irían por esa noche. Vestidas de manera cómoda y casual observaron a los cinco locos decidir quién cocinaría, claro que ninguno de ellos estaba demasiado feliz con la idea de que les tocaba a ellos cocinar esa noche, independientemente de si ellas saldrían o no.
— ¡Oigan! Nos vamos— anunció la rubia sin dar más detalles, lo que por supuesto provocó una lluvia de preguntas.
— ¿Dónde van?— indagó Liam.
— ¿Solas?— continuó Zayn.
— ¿Por qué se van?— preguntó Harry.
— ¿Tendremos que cocinar nosotros?— cuestionó Niall.
— Diviértanse y tráiganme postre— finalizó Louis, siendo el blanco de cuatro miradas amenazantes y dos miradas divertidas.
— Louis, eres mi favorito. Iremos a comer a dos cuadras de aquí, porque queremos pasar tiempo juntas. Cocinaran ustedes, Niall sin quejas. Claro que no iremos solas— tras esa respuesta, todos corrieron la vista de Louis hacia ellas y no presagiaban nada simpático— Soledad irá conmigo, yo iré con ella.
— No dan ni pizca de gracia— advirtió Harry con el ceño fruncido.
— Oh, ya deja de ser tan malhumorado. Tu novia es demasiado fiel como para ir con alguien más— regañó Soledad, sonriendo ante el pequeño sonrojo de vergüenza en las mejillas del chico.
Tras unos segundos de mudez, Liam volvió a hablar.
— No vuelvan tarde.
Tras un pequeño asentimiento las dos corrieron hacia el exterior, con algo de miedo de que siguieran poniendo condiciones, que a la vez de ser molestas también eran dulces, porque significaba que ellos se preocupaban por ellas.
                     ****
La cena había transcurrido de manera rápida, los restos de la pizza de pollo que habían compartido reposaban en la bandeja, mientras ellas hablaban animadamente de todo lo que se les venía a la mente, bromeando de vez en cuando.  El pequeño sitio de comida estaba bastante atestado de gente, por lo que ambas, luego de cenar y pasar un par de horas sentadas, volvieron a la mansión, siendo recibidas por un Niall de expresión algo decepcionada.  
— ¿Qué sucede?— preguntó preocupada Soledad, abrazando la cintura de su novio.
Entraron a la sala, donde el televisor mostraba la imagen del periodista que esa misma tarde había estado con Elizabeth, diciendo con claridad palabras algo extrañas: "La verdad detrás de la enamorada de Harry Styles". No perdió tiempo en sentarse frente al aparato de pantalla plana y escuchar con atención lo que el tipo tenía para decir acerca de ella.
"Elizabeth Bayés, la muchacha que enamoró al cantante inglés Harry Styles hoy tuvo la amabilidad de respondernos algunas preguntas acerca de su relación con el muchacho"
De pronto la voz del hombre dejó de oírse, para que ella apareciera en pantalla, eran imágenes de ese día frente a los sanitarios, donde se podía visualizar el "Ojo de Londres" de fondo. Su voz se percibía con absoluta claridad, diciendo cosas que se le hincaban en el pecho dolorosamente.
"... Harry y yo nos conocimos hace diez meses debido a un concurso online, y déjame decirte que ambos nos detestamos desde el principio, en cierto modo supongo que él sintió que yo podía poner en tela de juicio su ego al tener siempre las respuestas que no quería oír. Sol sabía que yo no era una seguidora de los chicos, pero también sabe que haría cualquier cosa por ella, así que sin dudas acepté viajar a Londres. En cuanto a su fama, diré que es un muchacho que no puede tener suficiente atención, siempre necesita más y más, por esa razón es quién tiene siempre el protagonismo, ¿acaso no lo habían notado? Las fans mueren por él, aunque las entiendo, Styles es un ser humano atractivo.
Con respecto a su dinero... es la fuente de atracción más grande, sus bolsillos pesan, casi tanto como su ego.  Él no es un chico inteligente, nunca lo ha sido, y por último, sus ojos y sonrisa pueden comprar lo que sea..."
Los ojos grises de la muchacha estaban tan grandes como un plato, y sus manos temblaban incontrolablemente. ¿Cómo había podido tergiversar tanto lo que ella había dicho? ¿De qué manera siniestra trabajaba esa gente?
Volteó su cuerpo, los rostros de todos estaban desencajados, ninguno de ellos comprendía bien que pasaba.
— ¿Puedes explicarlo?— el tono de voz de Zayn era tajante como el filo de un cuchillo, su ceño se fruncía al punto de que sus cejas se tocaban y todo el rastro de cariño se había esfumado de sus iris color caramelo.
Antes de que fuera capaz de explicarse el sonido de algo rompiéndose en pedazos la paralizó completamente, el jarrón de cerámica que antes había decorado la mesita de café, ahora estaba hecho pedazos en un rincón de la sala, y el cuerpo de Louis se cernió demasiado al de ella, intimidándola.
— ¡Eres una farsa! Te hemos tenido aquí más de la cantidad de tiempo permitido y tú a la primera de cambio vas y sueltas una sarta de mentiras apestosas y estúpidas a un imbécil que no conoces, hablando mierdas de Harry, que por cierto, piensa más en ti que en todos nosotros juntos.
Estaba completamente cegado por una ira inexplicable, nadie tenía el derecho de hablar de ese modo de su hermano, mucho menos alguien que estaba de prestado en su casa. Estaba decepcionado de la persona que había pensado que ella era.
— Louis, no le grites— pidió Soledad con terror, estaba asustada de que aquel tipo hiciera algo de lo que pudiera arrepentirse luego. El susodicho giró con rapidez, clavando sus ojos fríos y llenos de furia, algo que la hizo encogerse, pero no iba a demostrárselo.
— ¿¡Cómo quieres que no le grite?! Confiamos en ella, la quisimos como si fuera una más dentro de la casa— la garganta no le dejaba de arder, volvió a mirarla— estoy decepcionado, que errado estábamos. No eres más que una malcriada, una hipócrita, una niña desagradecida que piensa solo en ella y no es más que una zorra cruel que nos hizo desperdiciar tiempo cuando no vales nada. Estás loca si crees que las cosas aquí serán a tu favor. Eres una p...— el sonido seco de un golpe en su mejilla lo detuvo de seguir escupiéndole barbaridades.
— ¡Cállate! Cierra la boca y deja de decir eso— pidió con la respiración agitada por la impotencia ante los insultos, su corazón dolía, sus ojos ardían y ni siquiera sentía los músculos, pero no iba a derrumbarse, no ante él— no eres nadie para decirme nada, todo lo que ese estúpido dijo es una completa cantidad de mentiras.  Amo a Harry, y no sería capaz de decir cualquier cosa que lo hiriera. Creí que confiaban en mí, pero me doy cuenta que no puedo siquiera culparlos, porque... son, o al menos tú, eres un completo crédulo— respiró débilmente, apretando sus manos en puños, notando como sus venas se hinchaban por la falta de circulación— imaginaba que serías más inteligente Louis, sobre todo siendo uno de los que más han sufrido debido a las mentiras y falsedades de los medios.  
Ella tiritó cuando el cuerpo alto de Harry estuvo frente suyo, parada y todo, seguía llegando a sus hombros y tuvo que mirar hacia arriba para encontrar sus ojos verdes rojos por la fuerza de no derramar las lágrimas, su semblante estaba más pálido de lo normal, sumido en una tristeza que le oprimió la garganta cerrándole la posibilidad de seguir defendiéndose, sabía que no sería capaz de soportar lo que venía.  
— No sé si debería sentirme mal o bien por estar viéndote a la cara conociendo la verdad. ¿Por cuánto tiempo pretendías utilizarme, Elizabeth?
Liz sintió la humedad de una lágrima en su mejilla, pero no fue lo suficientemente valiente como para secarla.
— Harry... no... yo te am...
El castaño de ojos verdes tomó entre sus manos el florero que le había hecho compañía al jarrón, y lo estrelló en el mismo rincón, formando una montaña de cristales desiguales.
— ¿¡Cómo puedes ser tan hipócrita!? Tú no me amas, no comprendo cómo puedes siquiera pensar en repetirlo. Creí que eras alguien a quién podía tenerle respeto, incluso pensé que serías lo más especial de mi vida junto con la banda, pero ahora me doy cuenta que he sido un iluso, porque lo único que fuiste capaz de hacer es destruirme, fingías inseguridad hacía ti misma solo para que yo te tuviera pena, y la verdad es que sí... lograste darme lástima, porque solo las personas faltas de amor propio son lo suficientemente patéticos como para hacer esto. No diré que te odio, porque eso sería mentirme a mí mismo, pero hasta que te vayas de aquí, no quiero que te me acerques, para mí tú no existes y no vas a existir más. Desde hoy, y con todos de testigo, tú y yo dejamos de tener relación.
Las lágrimas parecían no detenerse, y Lizz juró que pudo escuchar el sonido de su corazón detenerse, congelarse y luego hacerse añicos. Todo lo que alguna vez había sido su fuente de felicidad se había escurrido entre sus dedos, y eso la enfurecía porque nadie parecía ser consciente de que eran calumnias inventadas.
— ¿Eso será todo?— gritó cuando él se hubo alejado de ella— ¿aceptarás las palabras de un desconocido?
Harry rió con puro sarcasmo y sequedad.
— Voy a alejarme de la mierda, y estoy seguro de que tú encabezas la lista de lo que me está lastimando justo ahora. Por un momento sentí que amabas a Harry, solo a Harry. Lograste que te quisiera, pudiste meterte debajo de mi piel, y yo dejé que lo hicieras aún sabiendo que te extrañaría, conociendo que iba a ser doloroso decirte adiós y luego esperar a que volvieras, te permití ser la persona más especial de mi vida, y ahora todo lo que estaba a tu favor se torció. ¿Sabes que es lo peor de todo esto? Que tú te irás lejos, y yo estaré aquí preguntándome que fue lo que hice mal, ahogándome en mi miserable pena, preguntando que hubiera sucedido si tu me hubieras querido un tercio de lo que dueles decirme.
Giró sobre sí, desapareciendo dentro de su cuarto cerrando la puerta de un portazo que hizo temblar las paredes, y el resto lo imitó sin siquiera murmurar. Estaba sola, y no podía comprender como todo había sido tan desastroso, le dolía todo, y nadie podía arreglarlo. Estaba sola.

Enamorándome en LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora