La puerta de la habitación se abrió despacio, chirriando de tal forma que fue imposible para Soledad no sacar la cabeza de entre sus brazos para ver de quién se trataba, se alegró un poco al ver que Elizabeth caminaba hacia la cama, para sentarse a los pies, y aunque no dijo ni una sola palabra en todo el trayecto, la rubia albergó una calidez que hacía días no experimentaba.
Contó al menos un minuto de silencio completo antes de que sus labios rosados se abrieran para comenzar a vocalizar.
— Lo sabe.
Esas dos palabras tenían el peso de cien elefantes adultos, y le oprimían el pecho de una manera espeluznante que la volvía loca y le quitaba el aire. La vulnerabilidad no era un bonito sentimiento, y ella estaba aprendiendo lo mucho que dolía depender de otros.
— ¿Esperabas que eso se mantuviera toda la vida debajo de la alfombra?— preguntó Lizz, su voz no mostraba rastros de arrogancia o regaño puesto que lo único que pensó fue en acercarse a su diminuta figura y tomarle la mano, entrelazando sus dedos, quería hacerle ver que estaba con ella contra todo lo malo, porque... ¿cuántas veces había sido ella la que hubo estado en el lugar de Soledad, siendo la débil, la que se ahogaba en un pequeño vaso de cristal?
La habitación estaba sumida en un ambiente claroscuro, recordándole a las habitaciones de los psiquiátricos de la televisión, donde los pacientes no salían demasiado estando siempre en un cuarto poco iluminado, mientras afrontaban la soledad y el dolor, que nadie más que ellos podían llegar siquiera a entender, solos.
— No lo sé, Lizz. No sé que era realmente lo que quería de todo esto... ¿sabes que es lo peor? Que después de todo besar a Luke fue una bonita sensación, y no tiene ningún sentido ya que sus labios no estuvieron más de cinco segundos contra los míos.
Se rió secamente, rememorando el momento, la huella del contacto había sido suave y dulce, pero totalmente nula de mariposas y corazones.
— ¿Has hablado con Hemms?
— ¿Querrás decir, fuiste ignorada por él? Oh, sí... Soy patética, realmente patética, porque mientras tú te propusiste a entender como golpear el bombo en una batería, y has pasado tiempo aprendiendo acerca de Cal y Ash, yo solo me he dedicado a restregarme en mi propia amargura, sin ser lo suficientemente valiente como para plantarle frente a Luke y decirle que la situación es una mierda y eso me hace sentir tan mal...
Elizabeth intentó reprimir el dejo de pena hacia su compañera, de todos modos eso no iba a servir de nada si quería levantar su ánimo, probó entonces cambiar de tema, era suficiente, para ella y para todos.
— ¡Oye! También aprendí dos acordes en el bajo— acotó con un dejo de orgullo y añadió— sí quieres puedo enseñarte, te ahorrarás al menos una clase de guitarra.
La rubia rió bajito, agradeciendo su intento por animarla.
— Todo estará bien— murmuró Liz, apretando la mano de Sol en la suya, recibiendo como respuesta un asentimiento y un "eso espero".
************
Niall jugueteó con lo que quedaba de su celular sumido en sus pensamientos. El vuelo hacia Londres se había vuelto eterno, y las ansías que antes lo habían tenido sonriente como un niño en navidad, ahora parecían haberse evaporado, casi como si nunca hubieran estado allí, puesto que, mientras más meditaba acerca de la última conversación con Soledad más idiota se sentía, lo que lograba hacerlo enojar al punto de querer golpear algo hasta cansarse.
— Oye, aterrizaremos en media hora— la voz de Louis se oía lejana, casi como si él se encontrara a miles de metros de ahí, por lo que Horan le dio un vago asentimiento mudo, estaba mentalmente cansado, y se le hacía cada vez más duro mantenerse en pie, el sueño, el enojo y el Jet Lag no iban en una buena combinación.
— ¿Quieres hablar con nosotros?— inquirió Liam en ese irritante tono paternal que acostumbraba a usar cuando apenas se conocían, nunca le había molestado que él fuera tan protector con respecto a su persona pero en ese momento se asemejó al golpe de un martillo en sus partes nobles.
— No quiero hablar sobre el tema, no necesito seguir removiendo la podredumbre que estoy guardando en mi mente, porque es jodidamente doloroso y me hace sentir como una enorme niña— quería sonar hosco, necesitaba herir a alguien o a algo, no había otro modo de destilar su decepción.
— Sí nos necesitas sabes que puedes decirnos lo que sea— acotó Zayn, quién pocas veces hacía relucir su cariño, aunque todos sabían que él era la persona más dulce del planeta cuando se lo proponía.
Niall asintió, cerrando sus ojos, dejándose vagar por los próximos veinte minutos hasta que se viera obligado a bajarse del avión para hacerle frente al problema.
*********
El sonido de la puerta de entrada seguido del traqueteo de las rueditas de las valijas y los gritos de los chicos fue el indicio perfecto para que Lizz saliera de la habitación luego de que su mejor amiga se quedara completamente dormida. Caminó por el angosto pasillo que conectaba las habitaciones, para encontrarse de pronto en la sala de estar, siendo escudriñada por la mirada de cinco tipos con sonrisas bobaliconas, al parecer ellos ya habían saludado a los dos australianos que allí se encontraban, Mike y Calum se veían felices por tenerlos de vuelta y de una vez por todas volver a casa, porque ellos definitivamente querían ver a sus padres y hermanos.
— Wow, hasta creo que están un poco más altos— bromeó ella, para ocultar el pinchazo de las lágrimas que muy rebeldes intentaban escaparse. No tardo mucho en acortar la distancia que la separaba de todos ellos, los abrazó fuerte palpando la idea de que todavía estaba en el mundo real y que no eran de mentira como parecía.
— No tienen una mísera idea de cuánto los eche de menos— murmuró cuando se vio envuelta en los cálidos brazos de Niall, la apretó fuerte contra sí y por primera vez en varios días su humor estuvo bajo control, y sus comisuras se elevaron un poco en una sombra de sonrisa.
— Hey, ¿no vendrás a besar a tú novio que te extrañó?— la grave voz de Harry le dio escalofríos, y soltándose del bonito chico rubio, saltó en dirección al inglés, el cual sin pensarlo la atrapó haciendo que ella enroscara las piernas en su cadera, quedando de modo tan que podía mirarla a los ojos sin tener que flexionar las piernas.
— Hola, Styles— sonrió dulcemente, perdiéndose en los ojos verdes del chico.
— Hola, Pixie— respondió sobre sus labios, dándole paso al esperado contacto que ambos requerían.
Un carraspeo irrumpió en el amoroso ambiente, Soledad estaba de pie en la primera puerta antes del pasillo, con sus ojos rojos, sus mejillas pálidas y sus alborotados mechones rubios se veía como una pequeña niña pequeña, algo que hizo que las entrañas del irlandés se removieran incómodamente en su interior.
— ¿Acaso no vendrás a saludar, rubia?— la entonación de la frase de Louis era tan jovial y simpática que las piernas le temblaban. La culpa le obnubilaba los sentidos, y no la dejaba acercarse a ellos. Había hecho todo mal y no quería que ellos se alegraran al verla porque eso la entristecía de un modo asfixiante. Negó varias veces, asombrándolos completamente, no esperaban esa reacción en ella, mucho menos que saliera corriendo en dirección al cuarto, cerrando la puerta tras de sí. La sonrisa desapareció del rostro etéreo de Elizabeth, quería ponerle fin a tantos dramas y llantos.
— ¿Ni?, ¿puedes ir y hablarle?— la rotura en cada palabra estrujó el pecho del rubio, sonaba desesperada, solo por eso asintió brevemente y yendo detrás de la chica.
***********
Golpeó la puerta de madera, estaba nervioso y sus manos le temblaban pero no iba a echarse atrás cuando sabía que su novia, incluso él mismo, rogaban por volver a estar bien.
— Soledad, abre la puerta— pidió con cansancio, le urgía una buena ducha y una larga siesta reparadora, el cambio de horario le pasaba factura cada vez que volaba del lado opuesto del meridiano de Greenwich.
En el interior de la habitación, la chica tomaba hondas respiraciones, jamás se había sentido más ridícula y dramática en su vida, su corazón sabía que sí no le abría él seguiría allí, o al menos eso era lo que deseaba con todo su ser.
— Vete— pidió, la garganta le ardía por el llanto quitándole la posibilidad de gritar cuanto quisiera, y dios sabía que era lo que sus huesos estaban implorándole, descargar con gritos lo que no podía con palabras.
— No me hagas las cosas tan difíciles, estoy seguro que eres lo suficientemente madura como para afrontar todo esto. Sé que no estoy enamorado de una niña tonta que no sabe nada sobre dar la cara cuando comete un error, por favor. ¿Puedes abrir?
La imploración en cada palabra le partía el alma.
— Solo entra, está abierto.
Vió el pequeño destello de luz que se deslizó cuando Niall estuvo dentro, y sus manos sudaron al verlo caminar hacia la cama y sentarse a los pies de esta, su mirada clavada en ella como dagas de hielo. Dolía infernalmente.
— ¿Quieres ser tú la que comience a hablar, o me dejarás todo a mí y luego será tu turno? — nunca había oído una oración tan tajante salir de aquel chico, mucho menos dirigiéndose a ella, eso la congeló completamente por varios segundos silenciosos que podían haber sido horas.
Niall pasó las manos por su corto cabello rubio teñido soltando un largo suspiro de frustración, ¿cómo empezabas una conversación con alguien incapaz de defenderse?
— Me gustaría gritarte, decirte cosas jodidamente hirientes, inclusive estaría encantado de buscar la forma de que experimentaras la asquerosa decepción que yo tengo ahora mismo, pero de solo pensar en eso me asqueo y pienso en lo mucho que significas para mí y lo mucho que te quiero en mi vida. ¿Qué fue lo que hice mal cómo para que tú decidieras romper la confianza? Dímelo, porque me encuentro perdido y no consigo entenderte. Dices que me quieres, que estás enamorada de mí, pero henos aquí... No has besado a un rostro sin nombre, y de cierta manera eso es lo que más me duele...
Los grandes ojos cafés de Soledad desbordaban lágrimas de dolor puro, cada cosa que de sus labios salían entraban en ella como un puñal, directo a cualquier parte de su cuerpo que fuera posible desgarrar irreparablemente. Niall estaba preguntando que era lo que había errado cuando bien sabían que toda la culpa era suya y de nadie más, suya por no haber rechazado a Hemmings, suya por ocultarlo y suya por huir para no ver los ojos celestes de su chico inyectados en tristeza.
— Me tienes envuelto en tu meñique, y conoces todo acerca de mí, creí que entendías cuando te dije que siempre he sido el premio consuelo, o al menos hasta que apareciste tú, me habías elegido por sobre los otros y eso me hizo sentir bien conmigo mismo, pero ahora veo que estaba algo equivocado... ¿no?— no pudo evitar el tartamudeo, y tampoco las pequeñas lágrimas saladas que se deslizaban por su mejilla— te amo de un modo inexplicable, y ese es el arma más poderosa que puedes tener en mi contra.
La rubia había pasado momentos de tristeza, pero ninguno era como aquel, dolía tanto que se hacía incluso insoportable a su piel. Quería disculparse, hacerle comprender que estaba arrepentida, quería volver a verlo sonreír hacia ella con amor en sus ojos, y secar cada rastro de lágrimas, porque se sentía tan incorrecto verlo sufrir.
— Te amo— un murmullo casi inaudible a sus oídos— y jamás has sido la segunda opción para mí, no podría siguiera pensar en que lo seas. Dios...— barrió la humedad de sus pestañas con la punta del acolchado de la cama y sorbió por su nariz— fue un error, y tú más que nadie me conoce lo suficiente para notar lo muy ridículamente cursi que soy contigo, lo difícil que es no observarte todo el tiempo, y lo feliz que me haces. Eres lo mejor que me ha pasado en el último tiempo, y no solo porque eres mi más grande ídolo, sino porque llegaste para hacerme más feliz de lo que he sido en toda mi vida.
Una pequeña sonrisa se asomó en el semblante acongojado del muchacho.
— Pasará un poco hasta que pueda confiar en ti plenamente, pero estoy un poco cansado y realmente te extrañé— dijo y toqueteó con suavidad los despeinados mechones anudados de ella. No esperó mucho más tiempo para besarla, y, aunque fue un contacto efímero y pequeño, se había sentido increíblemente perfecto.
— Te amo— volvió a recordarle, Sol mirándolo fijamente.
— Por desgracia yo también lo hago, tanto que me veo obligado a perdonarte, aun teniendo presente el hecho de que besaras a uno de mis amigos.--------
La imagen de multimedia dice: "La gente me pregunta por qué es tan difícil confiar en la gente. Yo me pregunto por qué es tan difícil mantener una promesa"
ESTÁS LEYENDO
Enamorándome en Londres
FanficUn viaje a otro continente. Una nueva familia. Música que entra por tus oídos y se instala en tu alma. Siete personas viviendo dentro de un mismo lugar. "El amor está a la vuelta de la esquina" dijo Sol. "O al otro lado del océano"...