Surprise chapter!
El chillido proveniente del gran televisor en la sala de estar, era el único sonido que podía oírse en la casa. Soledad prestaba suma atención al gran aparato, sintiéndose totalmente atrapada por los hermosos vestidos y zapatos que cada mujer llevaba en aquella alfombra roja. Soñaba con que algún día ella también sería una de las entrevistadas, y estaría allí compartiendo el espacio con otras tantas personas dignas de admiración y respeto.
— ¿Qué haces?— sintió como el sillón se hundía bajo el peso del cuerpo de su novio, quién junto a ella eran los únicos en todo el lugar. La rubia sonrió en el mismo instante en que él apoyó su cabeza sobre sus piernas, para observarla fijamente desde otra perspectiva.
— ¿Debo responder, o puedes verlo por ti mismo?— bromeó ella, pellizcando con cariño la bonita nariz del irlandés, quien le devolvió la sonrisa, era ridículo lo que una simple sonrisa podía hacerle a su corazón.
— Ya, chica lista, puedo verlo por mí mismo.
Soledad rió entre dientes, dándose cuenta de que era tiempo de sacarse la horrible duda que la corroía interiormente desde el día tres de diciembre.
— Tengo el presentimiento de que hemos olvidado algo… una fecha importante— comenzó diciendo, suplicando mentalmente para que el poco despierto chico pudiera entender de lo que hablaba.
— No lo sé, no hemos olvidado ningún cumpleaños, ningún concierto, y tampoco las grabaciones del nuevo proyecto. No tengo idea que pudimos haber pasado por alto. Lo siento, cielo.
El buen humor de la muchacha comenzó a flaquear, quizás estaba exagerando, pero dolía un poco que Niall no recordara que habían cumplido el primer mes como novios. Ella entendía que aquel día había sido difícil con la gripe y todo lo que eso conllevó, pero aún así era algo decepcionante.
— Realmente no tienes idea, ¿eh?— el rubio negó repetidamente.
Encogiéndose de hombros, volvió su vista y atención a la pantalla del televisor, intentando disimular su declive emocional mientras pasaba sus dedos por el suave cabello del muchacho, quién internamente mordía su lengua intentando contener las ganas de revelar todo, y quitarle esa triste expresión de abatimiento.
La energía que circulaba estaba llena de ánimos y risas, o al menos eso era lo que todos veían, todos menos Elizabeth que no había quitado los ojos del melancólico rostro de su amiga, quién a fuerza de sonrisas torpes y risas falsas fingía que todo estaba bien.
Se acercó a ella con sutileza, tomándola de un brazo y arrastrándola fuera de la cocina donde la cena estaba siendo preparada por las manos bastante toscas de cinco hombres.
— ¿Qué ocurre? No creas que no he visto las miradas apenadas y las muecas asquerosamente irreales que estás tratando de hacerles comprar— había usado un tono demandante, sin tomar en cuenta que hablaba en español.
La rubia suspiró cansinamente, era muy difícil mentirle a su mejor amiga, ella conocía cada expresión, cada ceño fruncido, cada revoleo de ojos, nada se les escapaba acerca de la otra.
— ¿Qué sucedió el tres de diciembre?— preguntó con la garganta rasposa debido a la frustración que no había sido capaz de soltar en todo aquel día.
— Tú y el teñido han cumplido su primer mes de pareja. Es un poco complicado olvidarlo ya que prácticamente has estado repitiendo lo emocionada que estabas por eso.
Mostró una suave sonrisa, entendiendo al instante lo que sucedía.
— ¿Acaso crees que Niall es capaz de olvidarse de algo así? Vamos Sol, usa un poco la cabeza, que no sirve solo para sostener cabello y piensa bien. Ese tonto rebosa flores y corazones, tú no tienes idea de la manera en que te mira, como si fueras lo único que mantiene al mundo girando. ¿Realmente piensas que se olvidó de que cumplieron su primer mes de novios, luego de que te dijo que te amaba y blablablá?
La rubia se sintió un poco estúpida, Elizabeth tenía toda la maldita razón en lo que decía, quizás estaba exagerando mucho la situación.
— Tú no sabes el amor que sus ojos irradian cada vez que te observa, tienes al chico enroscado en tu dedo meñique. No dudes de él, nena. Deja la autocompasión y disfruta del cariño que te brinda todo el tiempo, porque bien sabes que el amor no puede vivir de palabras.
Secó sus mejillas mojadas con el puño del sweater, y sonrió grande.
— Tienes razón. Ahora volvamos, quizás ellos quemen la cocina completa.
Al volver, cinco rostros se clavaron en ellas, con expresiones un poco preocupadas.
— ¿Sucedió algo?— investigó Niall, acercándose a su novia, para poder pasar un brazo por su diminuta cintura y así acercarla contra él.
Elizabeth rió ante esa posesiva acción, y guiñándole un ojo a Sol caminó hacia la barra del desayuno para sentarse en una de las banquetas.
— Solo necesitábamos un poco de tiempo de hermanas.
— Oh, bueno… las escuchamos hablar seriamente, y creímos que algo andaba mal— se excusó Liam, sirviendo la cena.
Todos estuvieron sentados en un abrir y cerrar de ojos. Mientras la charla continuaba su curso, ambas mujeres observaron la química indiscutible que ellos compartían, y de pronto se sintieron realmente afortunadas de poder ser ellas quienes presenciaran el despliegue de tonterías que acostumbraban a hacer.
— ¡Me has escupido!— chilló Zayn, quitándose los restos de comida de la mejilla con la servilleta, al tiempo que fulminaba a Louis con sus bonitos ojos caramelo.
— No es mi culpa, tú estás justo enfrente mío— contraatacó el aludido, encogiéndose de hombros.
— Oh si claro, ahora es mi culpa por estar sentado aquí. Deberías seguir el ejemplo de Liam, él nunca se queja cuando Niall le lanza comida masticada.
Soledad rió fuertemente, seguida de Elizabeth.
— ¿Qué es tan gracioso?— cuestionó Harry, con una expresión confusa.
— ¡Ustedes!— respondieron al unísono, recibiendo sonrisas tontas de parte de ellos.
Fieles a su necesidad de compartir un poco de tiempo de calidad, Soledad y Elizabeth se encontraban en la gran sala de estar. La rubia reía sin parar con una tonta película americana, mientras Elizabeth se metía cada vez más en la historia literaria que leía con dedicación.
— ¿Qué día es hoy?— preguntó de repente la rubia.
— Trece de enero— respondió su acompañante sin quitar la vista de las hojas escritas. “Beautiful disaster” era un libro que no merecía interrupciones.
— El veintiuno de este mes sea tu “mes-versario”— señaló, llevándose un snack a la boca y masticando repetidamente.
La castaña soltó un largo y frustrado bufido, mientras le daba una rápida mirada a los ojos cafés de su mejor amiga.
— Lo sé, pero aún restan varios días para que lleguemos allí. Ahora cállate y dejáme leer, Travis y Abby están teniendo una gran y gruesa pelea.
Soledad se encogió de hombros, era en vano intentar que le prestara atención, más aún cuando algo la tenía tan atrapada como eran los melodramas literarios.
— Oh, Jesús. ¿Estás llorando?— preguntó, viendo como finas lágrimas colmaban las mejillas de Liz.
— Lo siento— sonrió bobamente, entre hipos.
Estuvieron sin hablar durante unos minutos más, donde lo único que podía oírse, además del ruido del televisor eran los pequeños sollozos ahogados que daba la muchacha.
— ¿Por qué nuestra pequeña perra gruñona está llorando?— indagó Liam, tirándose sobre el sillón, haciendo que este chirriara un poco, mientras pasaba un musculoso brazo por los hombros de ambas mujeres.
Aquel castaño de sonrisa dulce y ojos cafés era para Elizabeth como un diario de vida, podía decirle lo que quisiera pues sabía que él jamás iba a juzgarla o criticarla. La confianza que ella tenía para con él era la misma que le brindaba a Soledad, aunque claro que con un poco más de decoro en algunos aspectos.
— Es algo tonto, pero la carga emocional que mi protagonista sentía era demasiado intensa como para no sufrir.
Miró los seis rostros que luchaban por no burlarse del sentimentalismo poco visto en ella, y sonrió.
— Es increíble que un par de palabras te hagan emocionarte más que cualquier cosa que hayamos dicho jamás— reflexionó Louis, despeinando los mechones castaños de la chica.
— Cualquier sentimiento, me llegará más escrito, que dicho en voz alta— comentó ella, y soltó una sonora carcajada— ahora hagan silencio, y déjenme ser.
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Enamorándome en Londres
FanfictionUn viaje a otro continente. Una nueva familia. Música que entra por tus oídos y se instala en tu alma. Siete personas viviendo dentro de un mismo lugar. "El amor está a la vuelta de la esquina" dijo Sol. "O al otro lado del océano"...