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Monaka chasquea la lengua con fastidio al ver la hora que es, dirige la mirada hacia la puerta cuando está se ha abierto y cruza los brazos para ponerse seria.

—Es tarde —dice con tono enojado—. De nuevo.

Servant sonríe cerrando los ojos y pide disculpas.

—No volva…

—Déjalo —alza la mano para que no continúe—. Sabemos que igual lo harás —arruga la nariz al haber olido un aroma desconocido, no es vainilla—. Agh, no lo puedo creer.

— ¿Ocurre algo malo?

— ¡Claro que sí!

La niña de caballo verde deja la silla de ruedas y jala con fuerza un mechón blanco.

— ¿Quién es? —Está roja de la ira— ¿Quién es el alfa?

El omega traga saliva con nerviosismo y desvía la mirada.

— ¿No me lo dirás? — Suelta el mechón y el rojo aumenta por su rostro— ¡Maldita sea! — Está celosa, muy celosa — ¡Dejarás todo por un alfa!

El alfa hembra infla las mejillas, señal de berrinche, y vuelve a cruzar los brazos para hacer una mueca de asco al imaginar al albino con aquel alfa y sus ojos verdes se agrandan con el pensamiento de que pueda dejarla. Al final de cuentas, el suertudo de preparatoria es el único quien se preocupa por ella, la cuida, es como un hermano mayor, el hermano mayor que quiso tener.

—No dejaré nada —escucha que dice en tono seguro—. Tanto tú como yo tendremos lo que tanto hemos deseado.

— ¡No jodas! — Pisa con fuerza el suelo— Ese alfa solo está jugando contigo —servant suelta un pesado suspiro—. Y hará que abandones lo que....

—Él es un remitente —interrumpe, aún, sin mirarla—. Por eso, no debes preocuparte.

—Así que —alza una ceja la niña—. Haz aceptado ser el juguete sexual de ese tipo solo porque es un remitente.

Guarda silencio.

—Un alfa, más si es un remitente, no busca un omega para algo sentimental.

Lo sabe, el de ojos grises sabe bien que, quizás, Kamukura solo lo quiere para follar; pero hay veces en las que el alfa es tan lindo que duda sobre si es un entretenimiento o no. Aquello hace que Komaeda este confundido y frustrado debido a que un cálido sentimiento se ha formado en su ser, y aparece cada vez que piensa en el azabache. No puede evitarlo, es la primera vez que se siente de esta manera, es extraño, demasiado, y aunque trate de pensar qué es, no llega a ninguna respuesta. Jamás había estado de acuerdo con su lado omega, siempre menosprecia aquel lado y se preguntaba la razón por la que no fue un beta hasta un alfa incluso; sin embargo, desde que aquel sentimiento apareció no puede agradecer más en ser lo que es.

¿Por qué?

Pues, si no fuera un omega Kamukura no estaría con él para empezar, quien sabe, tal vez, estaría con alguien más.

Evita gruñir al imaginarlo.

—Acabarás mal —la voz de Monaka rompe sus pensamientos—. Muy mal.

Sigue callado y atina a sonreír.

—Y no creas que está conversación ha terminado —dice sentándose en la silla de ruedas al oler los aromas de los demás niños.

Servant asiente, camina hasta una esquina y comienza atormentarse con las palabras que Monaka le ha dicho.

***

Los ojos rojos observan como Komaeda se acerca a paso lento, está pensativo, demasiado, con la mirada gacha y las manos en los bolsillos del pantalón.

Impredecible © (Kamukoma/Omegaverse) [Primera Temporada] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora