Impredecible © (Kamukoma/Omegaverse) [Primera Temporada] |Terminada|

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Impotencia.

Kamukura Izuru siente demasiada impotencia en el interior de su ser al observar como aquellos molestosos cables están conectados al frágil, delgado y golpeado cuerpo de su omega. En vez de haber estado vigilando a la odiosa Fundación del Futuro por parte de Naegi Makoto, tendría que haber estado en casa, nada de esto hubiera pasado si lo hubiera hecho. No sabe qué cara mostrarle a su pareja, no lo va a perdonar, va a echarle toda la culpa, le dirá que no quiere verlo ni tenerlo cerca.

Odio.

Va sentir odio hacia él.

Gruñe en voz baja al imaginar como el gris lo va a mirar con tanta decepción y tristeza. No está listo para afrontar aquella escena.

Simplemente, no está preparado.

Tal vez, pueda borrarle la memoria; es decir, ella lo hizo con toda la clase 77, ¿qué diferencia hay si el alfa hace lo mismo?

La causa es justificable.

Eliminará todo el sufrimiento que tuvo que pasar Komaeda.

Ha intentado el revisar el daño, el cual le otorgó ese maldito y asqueroso alfa; pero no tiene el valor para comprobar cuán desgarrado debe estar aquella parte. Recordar cómo lo llamaba, tan desesperado y asustado, hace que sienta como la garganta le quema y lamenta no haber sido más rápido.

Maldición.

Se siente tan inútil, se supone que es la jodida Esperanza Definitiva de Preparatoria, aquel nombre no pudo sacar cara por aquel título.

—Que aburrido —murmura acariciando la buena mano del albino con suavidad—. Nagito —lo llama acostando el rostro encima de sus manos entrelazadas—. Cuánto lo siento.....por favor, no me odies —el sonido de la máquina es lo único que recibe como respuesta—. Te amo tanto, pequeño omega.

Por otro lado, Komaeda huele como el café está inundado en el ambiente. Siente cómo le acaricia la mano de su persona, no de ella, escucha su voz, pero no entiende qué le está diciendo, trata de abrir los ojos y gime de dolor debido a que siente el cuerpo pesado. La luz blanca hace que parpadee con molestia, los labios los tiene secos y gira un poco el cuello para poder mirar a Kamukura, quien está observando con atención y el agarre se vuelve más fuerte.

—I-Izu... —no reconoce su voz—,...Izu...

—No te esfuerces —el tono es suave—. Todo está bien. Estoy contigo, Nagito.

Empieza a temblar cuando las imágenes de lo que le hizo Haiji se proyectan en su mente.

—Nagito, por favor —se acerca más—. Calmate. No volverá a hacerte daño.

Niega varias veces.

Las lágrimas descienden con rapidez por las mejillas bañadas en carmín sin que se dé cuenta.

—Izuru —la voz está rota—. Abrazame....por favor....abrázame.

No lo piensa, lo hace.

—Nagito —deja que la camisa se manche con gotas de agua—. Perdón —lo abraza con fuerza—. Perdóname, por favor.

—No es tu culpa —aspira el café—. No es culpa de nadie.

Está seguro.

Está con su alfa.

Está a salvo.

—Te amo tanto, pequeño omega.

Repite besando los cabellos blancos varias veces.

No quiere soltarlo, siente que si lo hace el omega va a irse para siempre.

¿Cómo van a superar esta desesperación?