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Komaeda se despierta en medio de la noche debido a que le falta aire, tose un poco, esta vez sin escupir sangre, siente como la mano de su alfa da suaves golpes a su espalda y susurra un débil:

—Estoy bien, Izuru. No te preocupes.

Acepta el vaso con agua, da unos cuantos sorbos y respira con profundidad, el gris observa los cables, las pequeñas agujas, alrededor de sus brazos, mira de reojo la bolsa con el líquido rosado, proveniente del azabache, quien está mirándolo con preocupación.

—Cada vez estás peor —informa usando el análisis—. A este paso, no te quedará ni una semana.

Deja el vaso encima de la mesa de noche, aprieta los labios para asentir con la cabeza, lo sabe, se ha estado sintiendo más débil desde hace dos días, tiene demasiado sueño, siente el cuerpo pesado, cada minuto que pasa es un último respirar para contemplar a su pareja.

—Está bien, Izuru.

Coge su mano derecha y la entrelaza con esa mano.

—Todo esta...

—Que aburrido —aparta la mano—. Es aburrido que siempre digas lo mismo cuando sabes que no será así.

—Lo siento —baja la mirada—. Tienes razón... —hace una breve pausa—,...perdón por dejarte, Izuru.

Silencio.

—Perdón por causarte esta desesperación —extrañará el café—. Perdón por no quedarme a tu lado.

La vista se le nubla, muerde el labio inferior con fuerza, en estos días el alfa no lo ha besado ni si quiera ha dicho que lo ama, siente que está molesto con su persona; pero no puede hacer nada para eliminar su enfermedad. Quizás esta es la mala suerte que tenía que obtener debido a que ha tenido demasiada buena suerte respecto a su relación con Kamukura.

—Izuru —lo llama—. Por favor, no me odies.

Gruñe.

—Jamás haría eso.

El rojo está apagado.

—Te amo, Izuru —busca, de nuevo, la mano—. Siempre te amaré.

El mencionado acaricia la mano pálida con suavidad. Su análisis arroja que es un buen momento para contarle sobre lo que ha estado haciendo estos días, sobre el nuevo programa y su antiguo yo.

—Nagito —este lo mira atento—. Hay algo que debes saber.

El corazón del omega se agita.

—Claro —sonríe un poco—. Me da gusto que me cuentes, Izuru.

Busca las palabras precisas, su análisis arroja, también, que el albino va terminar alterando y es probable que su condición empeore; sin embargo, no puede seguir guardando silencio, los remitentes de la desesperación ya están en el barco. Togami le ha dado como máximo dos días para que llegue con el chico de ojos grises; es decir, pasado mañana, sino cumple con el plazo zarpará rumbo a la isla y Komaeda no tendrá la oportunidad de salvarse.

Aunque, eso implique dejarlo ir para toda la eternidad.

—Escucha, pequeño omega —el tono es cauteloso—. He encontrado, hecho, la cura para tu enfermedad —el gris lo mira extrañado—. Créeme, esta vez...es una cura cien por ciento eficaz; sin embargo, no se trata de inyecciones o pastillas.

Frunce el ceño, confundido.

—Es un tema complejo tiene que ver con la capacidad del congelamiento y la función en el cerebro a través de la tecnología.

Impredecible © (Kamukoma/Omegaverse) [Primera Temporada] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora