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Infantil.

El albino, a veces, es infantil como en este momento en el cual está con los brazos extendidos y caminando por las vías del tren, jugando al equilibrio. Al parecer, se le ha olvidado que la última vez que jugó aquello casi se cae de un edificio y si no fuera por Kamukura estaría muerto.

Es la pregunta que regresa a su mente.

La muerte del omega haría que las preguntas respecto a aquel sentimiento cálido en su pecho y el brillo en el gris desaparezcan.

—Kamukura debe intentar esto.

—Que aburrido.

El suertudo de preparatoria rueda los ojos con una sonrisa y sigue con su juego de equilibrio. En estos días que ha estado con el alfa ha podido conocer más la personalidad de este, se sonroja; por lo que dirá, pero quiere comprobar algo, una teoría que ha estado rondando en su mente hace algunas horas.

—Si le digo a Kamukura que quiero que me folle en estos rieles —el nombrado alza una ceja—. Ahí, sí vendría, ¿verdad?

No lo mira.

Qué vergüenza.

Cuando siente como aquellos brazos enrollan su cintura con fuerza y los colmillos rozan la parte sensible del cuello, el albino comprueba su teoría la cual es que el alfa es alguien adicto al sexo, es decir, no hay un solo día que no cogan. Sin embargo, el panorama cambia al momento en que Kamukura ha empujado al contrario para amarrar las pálidas muñecas con su corbata hacia una vía del tren y con la cadena de este a amarrado sus pies hacia la otra vía.

— ¿Qué-qué hace Kamukura? — Pregunta confundido al ver que el alfa comienza a caminar hacia un vagón de tren —. Kamukura, no es gracioso —dice asustado cuando el vagón está viniendo en su dirección.

Posiblemente, el alfa ya se aburrió de su persona, sabía que iba a suceder en algún momento, suelta un suspiro y el miedo desaparece de su ser. No es como si jamás deseó la muerte, desde el descubrimiento del círculo de buena y mala suerte que posee ha querido morir.

El azabache regresa al lugar en dónde está Komaeda, quien le ha dado una última mirada, la cual hace que algo despierte dentro del alfa, y cierra los ojos con fuerza para recibir la tan esperada muerte; no obstante, recibe un agarre en su pecho y siente como lo jalan con demasiada fuerza.

El sonido del vagón chocando con otro resuena alrededor y el olor a humo llega a las fosas nasales de los dos jóvenes.

El gris mira al rojo sin poder creerlo, está confundido, no entiende las acciones de Kamukura, por qué lo ha salvado, ¿no quería matarlo?

Los oídos del alfa escuchan el acelerado corazón del contrario, el agarre alrededor de su cintura se hace más fuerte e inclina el rostro para besar los labios del omega, quien sigue confundido; pero acepta el beso y acaricia algunos mechones largos con suavidad.

—Por qué.

— ¿Eh?

—Por qué me miraste entre feliz y triste.

Las mejillas del suertudo cobran color y baja la mirada con vergüenza, niega con la cabeza y el alfa suelta un gruñido de molestia.

—Usa tu análisis —susurra en tono arrogante.

—Komaeda —aprieta su cintura causándole daño.

—No te diré —no puede, cómo hacerlo—. No importa que me hagas, no lo haré.

—Incluso si revivo uno de tus traumas —las piernas comienzan a temblar—. Cuál quieres —el pecho le duele—. Un perro muerto, un incendio, una bolsa de basura —aprieta los labios con fuerza al querer llorar—. Un secuestro —acerca sus labios hasta la oreja del albino—. Una violación.

Impredecible © (Kamukoma/Omegaverse) [Primera Temporada] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora