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Al ver el pantalón y camisa del alfa encima de su cuerpo, el albino sabe que no ha pasado nada y que solo han dormido. Todavía, está sorprendido tras haber despertado y observado como Kamukura duerme a su lado, no creyó que estaría con él.

Es lo único que se cuestiona y nota que aún es de noche, debe ser como las tres de la mañana.

El gris mira fijamente como el azabache duerme, la expresión seria, la cual siempre porta, sigue en su rostro; pero puede notar una pizca de serenidad, tranquilidad; su respiración es pausada y tiene ligeramente abiertos los labios, ríe ante eso con dulzura y aparta, inconscientemente, algunos largos mechones de las mejillas.

—Ah, lo siento, Kamukura —dice asustado cuando se ha despertado por el tacto—. No quise despertarte.

Silencio, solo atina a mirarlo.

—Tus ojos —le menciona al omega y este inclina la cabeza en señal de confusión—. Están rojos.

Se avergüenza y le da la espalda con rapidez.

—Perdón —escucha que pronuncia—. Perdón, por lo de hace algunas horas—recuerda cómo se comportó—. Y gracias por traerme a la cama. —duda en decir lo siguiente—,...y, también, por no hacerme nada.

— ¿Quién es el señor, Komaeda?

Tiene curiosidad por saber la razón por la que, se puso de aquel modo en el cuarto de baño.

—No tiene que ver con Kamukura —responde jugando con las manos.

—Él fue quien te secuestro —menciona tras haber analizado más a fondo—. Te hizo hacer cosas que no querías —continúa sin saber que Komaeda quiere llorar—. Te tocó e hizo que lo toques, además....

— ¡Para! — La voz sale rota —. Por favor, para, no más.

Es doloroso tener que estar recordando aquella tarde.

El alfa no había tomado en cuenta que sus palabras podrían afectar al contrario, se le olvida que a diferencia de su persona Komaeda es más sensible, se le olvida que es humano y tiene sentimientos como cualquier otro, no como él, que no siente nada más que aburrimiento.

— ¿Kamukura? —susurra confundido debido a que está siendo abrazado por la espalda.

—Que aburrido.

Es lo único que dice.

El omega está confundido, demasiado, pero deja que lo abrace porque es agradable sentir como sus aromas se combinan tan bien y pone sus manos encima de las del contrario.

—Perdón, por haberle hecho eso a aquel alfa —murmura apenado—. No quise hacerlo —el azabache sabe que es verdad—. Fue asqueroso, muy asqueroso —siente la bilis subiendo por la garganta—. Kamukura, no siga molesto con una basura como yo.

—Qué inconsistente —dice contra su cuello y el aliento quema aquella parte—. Aún, siendo lo que odias —reposa su cabeza sobre el hombro del alfa—. Una esperanza artificial, pides perdón —mira el gris—. Razón.

Sonríe de medio lado.

Tiene razón, Kamukura es lo que más odia en el mundo, más que la desesperación porque es una copia barata de la esperanza.

—No tengo una razón —confiesa el albino estudiando sus pensamientos—. Solo hago lo que siento que es correcto.

—Que aburrido.

—Puede que sí —suelta una pequeña risa y suspira, aún, sonriendo.

Se siente bien estar atrapado entre los brazos de Kamukura y odia sentirse de esa manera.

Impredecible © (Kamukoma/Omegaverse) [Primera Temporada] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora