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Komaeda abre los ojos con lentitud, observa que todavía es de noche, calcula que debe ser como las cuatro de la mañana, se mueve un poco para salir de los brazos del azabache, quien se queja entre el sueño; sin embargo, afloja el agarre en su cintura. El gris mira fijamente el relajado rostro del contrario, extiende la mano derecha para apartar algunos mechones, sonríe con ternura cuando estos vuelven a caer y se inclina para depositar un suave beso encima de sus labios.

—Izuru —murmura con tristeza—. Perdóname. Perdóname, por favor —pide con la voz rota—. Te amo, Kamukura Izuru. Te amaré por siempre.

Con aquellas últimas palabras se pone de pie, busca su ropa entre el piso con rapidez, trata de hacer el menos ruido posible para no despertar al alfa. Aprieta los labios cuando está debajo del umbral de la puerta, observa el cuerpo de la persona que ama, un insoportable dolor se hace presente en todo su ser y antes de que se arrepienta sale del dormitorio. Camina por las calles de la ciudad Towa con nerviosismo, sabe que no pasará tanto tiempo para que Kamukura sienta que no está, por lo que, apresura el paso hasta aquel edificio. Su lado omega le dice que la acción que hará es una terrible idea, solo traerá dolor al de ojos rojos y aunque aquello sea lo último que desee Komaeda, no tiene otra opción. Por más que Kamukura pueda garantizar que tendrá una vida llena de esperanza, la sola idea de ya no estar con él hace que la decisión, la cual tomó, crezca. Sabe que es egoísta y cobarde, está yendo por el camino más fácil; está huyendo del futuro por el simple hecho de tener miedo.

El Suertudo de Preparatoria está tan metido en sus pensamientos que al momento de voltear la calle choca con una persona haciendo que esta se caiga y gima de dolor.

—Lo siento —extiende su mano derecha— ¿Estás bien?

La chica alza la mirada, su ceño deja de estar fruncido al ver a la persona que está frente suyo, siente como sus mejillas se prenden al darse cuenta que es demasiado lindo.

—Eh, sí —acepta la ayuda y no puede dejar de mirar el gris—. Gracias.

El albino asiente, está por decirle que no hay problema hasta que huele el aroma de la chica de cabello castaño.

Es un alfa hembra.

Aquello hace que retroceda por instinto, desvía la mirada y tiene el instinto de salir corriendo. La chica de joven edad se da cuenta de la incomodidad del omega, aunque le gustaría entablar una conversación el tiempo no está a su favor, además la marca es señal suficiente para saber que debe estar lejos del chico de cabellos blancos.

—Muchas gracias —sonríe con amabilidad.

Hace una pequeña reverencia y continúa su camino con normalidad.

Komaeda suelta un suspiro de tranquilidad, se cuestiona por qué no la ha visto antes y cree que, tal vez, no es ciudadana Towa. Sacude la cabeza, sabe que no es momento para pensar en eso, el trabajo de servant ya lo dejó; ahora, debe realizar una acción y al cabo de unos tres minutos llega a la azotea del edificio en donde su alfa y su persona se conocieron.

—Por favor —susurra observando el pavimento—. Que mi suerte no intervenga —pide cerrando los ojos y extiende los brazos—. Hasta luego, Kamukura Izuru.

—Que aburrido.

El omega abre los ojos, sorprendido y asustado, al reconocer aquel tono vacío.

—No puedes saber si iré al mismo lugar que vayas, Nagito —traga saliva y es incapaz de voltear—. Incluso, no puedes saber que hay un cielo o un infierno —escucha como avanza y su miedo crece—. Que aburrido.

— ¡No te acerques! — Alza la voz y obedece inmediatamente— ¡Vete! ¡Lárgate!

Huele y siente el enojo, molestia, y frustración de su pareja.

—Nagito —el tono es pausado—. Ambos sabemos que no quieres hacer esto.

— ¡Sí! ¡Quiero!

—No, no es verdad —evita mirarlo por encima del hombro—. Queriendo hacerlo lo hubieras hecho hace tiempo —un nudo se le forma en la garganta—. Baja de ahí, Nagito. Vayamos a casa.

— ¡Para qué! — Grita con rabia— ¡Para que me entregues a la maldita Fundación del Futuro! ¡Para meterme en un programa de mierda! ¡Para despertar y acostarme con alguien que no conozco!

El pecho de Kamukura duele al escuchar el llanto de su omega.

—Nagito, sé que es difícil, pero...

— ¡¿Qué tiene de malo si muero en estos días?! — Gira para mirarlo dolido— ¡¿Qué tiene de malo morir estando a tu lado?! — El dolor aumenta— ¡Dime! ¡Qué tiene de malo! — El alfa aprieta las manos en forma de puño— ¡Dímelo! ¡Qué tiene de malo! ¡Izuru!

— ¡Que no quiero que mueras!

Alza la voz sin pensarlo, deja que su lado animal hable.

—No quiero que mueras —repite gruñendo—. Deseo que puedas vivir, tener una vida, una manada, una familia —las lágrimas siguen descendiendo por las mejillas del albino—. Mereces ser feliz, Nagito. Mereces tener un futuro, por más que no sea conmigo —el omega niega llorando—. Por más que deba ser con alguien más. Deseo hacerte feliz.

—Pero, ya me haces feliz.

Avanza unos cuatro pasos.

—No quiero verte morir, Nagito —empieza analizar las probabilidades de que salte—. No soportaría verte morir...en mis brazos...no, no lo soportaría; más sabiendo que pude haberte salvado.

Komaeda baja la mirada, su pecho sube y baja con rapidez debido al llanto, cierra los ojos cuando un aire fuerte comienza a soplar y ya no sabe qué pensar o qué hacer. Entiende a la Esperanza Definitiva, claro que lo hace; sin embargo, cómo continuar viviendo sin la persona que te enseñó amar.

—I-Izuru —hipea varias veces—. I-Izuru...Izuru, Izuru.

Lo llama en pleno llanto. El mencionado extiende los brazos para agarrar las manos del albino, jala con lentitud, sigue analizando la situación, lo abraza con fuerza y besa la blanca cabellera cuando están sentados en el suelo.

— ¡Izuru! ¡Izuru!

Llora con amargura en su pecho.

—Perdón, pequeño omega —la voz sale débil—. Perdón, por no quedarme a tu lado.

El llanto empeora y los primeros rayos del sol se asoman por el horizonte.

— ¡No! ¡No, por favor! — Se aferra desprendiendo feromonas de miedo— ¡No quiero ir! ¡No lo hagas!

Kamukura chasquea la lengua con fastidio, no con su omega si no con la cruel acción que hará.

—Nagito, debemos ir —dice tratando de hallar otra manera de llevarlo—. Togami solo nos esperará hasta las...

— ¡No! ¡No iré!

Golpea el pecho del azabache para poder salir e huir a dónde sea.

— ¡No quiero! ¡Por favor! — El gris refleja desesperación pura— ¡No me obligues! ¡Izuru! ¡No!

—Perdón, pequeño omega —besa sus labios con algo de dificultad debido al forcejeo—. Muchas gracias por haberte enseñado amar y por amarme —Komaeda suplica que lo deje—. Te amo tanto, Komaeda Nagito. Amo tanto tu amor impredecible que hace que pueda sentirme vivo. Muchas gracias, pequeño omega.

Y sin más remedio, Kamukura Izuru, la Esperanza Definitiva, golpea en la parte de atrás del cuello de Komaeda Nagito, el Suertudo de Preparatoria de la clase 77, para dejarlo inconsciente y con ello poder llevarlo al puerto, dónde está la Fundación del Futuro, esperando para zarpar hacia un futuro incierto.

Impredecible © (Kamukoma/Omegaverse) [Primera Temporada] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora