La bendita fiesta

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Después de la visita de Eleonor tuve que contener mis emociones cada vez que alguien estaba conmigo porque me encontraba afrontando sola aquella posible realidad, en parte me daba vergüenza y por otra parte lo sórdido de la situación no me dejaba enfrentarme a ello en compañía de nadie, no quería la lastima de nadie ni grupos de ayuda, nada que me pusiera aún más vulnerable, pero lloré, lloré en mis ratos de soledad, mis personajes mentales desde esa noche estuvieron metidas en la cama comiendo helado y llorando conmigo, un héroe se nos había caído.
Simplemente algo me decía que debía de hacerlo porque luego de esas sesiones introspectivas de no entender como había llegado a pasar por todas esas cosas y de como solucionarlo me ayudaba mucho, estuve diez días internada en el hospital, tuve mucho tiempo para pensar, también tuve que hacer todo lo que me pedían porque os juro que fuerzas para comer y hacer ejercicios no tenía, Mike nunca apareció y lo que Eleonor me había dicho una parte de mí lo creía y otra se aferraba a que no fuera verdad, debe parecerles muy bizarra la situación y más al confesarles que si no me siento devastada al punto de querer acabar con mi vida es porque el hombre que lo hizo es dueño de mi corazón.
Tras las semanas siguientes mis amigos intentaron alzarme el ánimo lo más que pudieron, Albert se encargó de no dejarme saltar ni una sola comida del día, ya había recuperado unos tres kilos de los que había perdido, en el trabajo miraba la puerta todo el tiempo esperando que Mike apareciera pero ni por casualidad, Albert me tenía en la mira así que aproveché un fin de semana que había viajado para ir al departamento de Mike, con el mismo conserje de la última vez conseguí entrar, pero no había nadie y el olor que emanaba del lugar era aquel típico olor de cuando nadie habita en una casa, casi no había ropa, no había rastro alguno, desilusionada agradecí al conserje y volví a mi departamento, las esperanzas iban esfumándose cada día.
*Por qué Mike? Por qué te has escondido? En verdad lo has hecho? Esas preguntas me carcomían todo el tiempo pero la ficha no caería hasta oírlo a él decirlo y necesitaba una explicación me lo merecía si es que en un caso ridículamente hipotético tuviera explicación porque sé que no la hay pero mi mente ingenua intentaba hacerme creer que sí.
A Mike se lo había tragado la tierra, fueron exactamente ocho semanas que lo busqué por dónde pude, Albert no quería saber absolutamente nada de Mike ni de buscarlo por mí a pesar de necesitar hablar con él, al final me decía que el debería de aparecer y hacerse responsable de lo que tuviera para decirme, que si desapareció es por cobarde, que lo deje ir y me preocupe por mi salud, que me ponga a mí como prioridad, pero un día simplemente me cansé y desistí de mi búsqueda, mismo sabiendo que no podría vivir sin saber la verdad, sin oírla de su propia boca y lo peor, cómo se vive sin Mike? Porque aún lo amaba muchísimo y por favor no me juzguéis porque en el corazón nadie manda, y el corazón quiere lo que quiere.
Las cosas con Albert iban muy bien, seguía pensando en Mike todo el tiempo pero me sentía muy bien a lado de Albert, una noche me llevó a cenar y me pidió que fuera su novia de forma oficial y lo acepté, esa noche hicimos el amor por segunda vez, fue un poco difícil y extraño después de lo que Eleonor me dijo pero como no dejarse llevar por el tacto de Albert? Fue tan cariñoso y paciente conmigo que pudo con todos mis miedos y traumas, por un momento llegué a pensar no lograría volver a estar con alguien, porqué las ideas de lo que un abuso sexual pueden causar se partieron en la mitad, por momentos no sabía si estaba bien o mal, si realmente me afectaba tanto o no, y no consigo explicarlo, es que se trataba  de Mike, el hombre que amo.
Por qué no podía amar a Albert y olvidarme de Mike?
Era viernes y el odioso de Damien quería ir a una fiesta, mis antenitas se pusieron en alerta, las fiestas de Damien tenían un tabú muy grande, como si estuvieran hechizadas para que algo ocurriera, de verdad ya no era lógico, pero todos accedimos, se trataba de la celebración de el orgullo gay, se llevaría a cabo en una Mansión particular de una chica millonaria que Albert conocía por lo que dio su visto bueno, él seguía de viaje, estaría fuera por tres fines de semanas consecutivos pero durante la semana lo tenía completamente para mí.
Eran las diez treinta y Damien aun no pasaba por mí, me puse un vestido que Albert me había regalado, desde que accedí a ser su novia no paraba de hacerme regalos, y por más que me rehusaba no había como lidiar con su insistencia, era precioso, de color rosa vieja pero brillante en gamuza, corto con strass en el cuello, mis hombros quedaron al descubierto, lo combiné con un calzado bello del mismo tono con diseño de corcho en los tacones y mi Gucci que no pasaba desapercibido por ninguna chica o chico gay, el maquillaje lo dejé bien natural, mi aspecto había mejorado bastante, ya no tenía esa apariencia de enferma, tomaba un medicamento natural para conciliar el sueño por lo que las ojeras se habían esfumado.
Subí al automóvil que Damien alquiló a las once y diez, si alguna vida dependiera de Damien esta no se salvaría por lo impuntual, me sorprendió verlos vestidos con jeans azul, unos vans y camisetas de colores como si formaran un arcoíris, últimamente se vestían igual, algo muy peculiar pero muy divertido a la vez, y realmente se veían muy bien pero graciosos a la vez, él y Thomie, admiraba su relación, siempre estaban bien y muy felices, cada día mejor y me alegraba tanto de verlos así, pocas veces discutían y lo hacían de una forma tan madura, Bridget por otro lado desde aquel viaje a las vegas se volvió una puberta, no soltaba el movil pero ni por un segundo, esa noche creí haberla escuchado mandar un audio hablando en francés, me pareció muy raro pero me lo negó, aún así recuerdo haber oído muy bien.
La mansión era muy bonita, un gran césped adornaba la entrada que por cierto miles de automóviles lo estropearon estacionados encima, la música se oía de forma ensordecedora, no quería ni imaginarme lo que sería cuando entrásemos allí, todo era blanco con detalles en gris, había gente por todas partes, en las ventanas, balcones, por donde quiera que mirara, Bridget fue vestida como siempre muy provocativa, vestido negro con la espalda abierta y unos mini tirantes que casi ni aparecían en sus bellos hombros cubiertos de pecas, las ondas de su cabello naranja desprendía fuego y brillo, aquella chica no necesitaba nada para brillar, que va digo encandilar con tal solo soltarse el pelo, nuestra relación mejoró notablemente, se mostraba más alegre y simpática conmigo, no acababa de entender porqué sin embargo me hacía bien.
Efectivamente dentro de la casa estaba estallando la música y mis oídos casi que explotan, los chicos corrieron hacía la parte trasera dónde se encontraba el desenfreno de gente bailando, había banderas de colores por todas partes y muchos gays obviamente, en dos ocasiones dos chicas muy hermosas se me insinuaron pero grande fue su decepción al decirles que era heterosexual, había muchas drag queen y chicos vestidos de forma muy expresiva, Bridget se me perdió de vista apenas Damien y Thomie corrieron hacia la piscina.
La verdad no entendía porqué accedía siempre a ir si no era lo mío, siempre acababa sola en alguna parte, por lo que fui directamente a buscar un lugar más tranquilo, subí las escaleras, las enormes escaleras que quedaban al fondo de un largo pasillo al costado derecho de la entrada, como os dije era una mansión y de esas que tienen el tamaño del museo du louvre, me dió mucha curiosidad los cuadros en las paredes, cuadros con dibujos abstractos, uno de ellos era nada más que una gran mancha roja, como si fuera salpicon de sangre pero con un zoom inexistente, todo el piso era de color blanco, brillaba tanto que podía reflejarme en ellos aún con la oscuridad de la noche y la poca luz que había, fui recorriendo la parte superior hasta encontrarme con cierto grupo de gente, en algunas habitaciones habían parejitas besuqueándose hasta que al final del pasillo encontré una completamente vacía, agradecí para mis adentros, creo que era una habitación para huéspedes, no tenía mucho, solo era una enorme cama y unos muebles, esa casa era muy extraña, carecía de vida, no sé como explicarlo, decidí que iría a sentarme y jugar con mi móvil hasta que los chicos me escribieran o algo, la habitación era completamente enorme, me quedé parada a mitad del camino pensando si me tiraba en aquella cama a dormir porque ganas no me faltaban o si en cual sofá me sentaría, derecha o izquierda, así de estúpida era mi situación, tenía bastante tiempo para perder así que cualquier cosa que ocupase mi mente para mantenerla desorbitada era bienvenida, de verdad os juro que estaba en las nubes hasta que el ruido de la puerta cerrándose con llave me puso los pelos de punta, sentí una respiración detrás de mí, en mi nuca específicamente y una sensación rara recorrió desde ahí, mi nuca, hasta la punta de mis talones, giré muy despacio calculando ya mis movimientos y sin poder creerlo me encontré con un rostro gélido mirándome fijamente.
- Mike...

Acto Fallido (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora