Vivir despues de morir

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Desperté arrepintiéndome de no haberlos abrazado con más intensidad la última vez que los vi, si hubiera sabido no me iría, no los hubiera dejado, y el remordimiento de que podía haber hecho más por ellos me estaba matando, los extrañaba demasiado.

Mike seguía dormido como un ángel, su respiro era tranquilo y suave, me giré para que cuando despertara no me viera llorar, porque las lágrimas comenzaron a caer de nuevo, esta vez era un llanto silencioso, sin espasmos ni sollozos, solo lágrimas ardientes que caían sin parar, me ardían los ojos, no sabía como continuar, la vida no sería igual sin ellos.

Pasaron varios minutos que parecieron una eternidad y Mike no despertaba, me levante y los pies se me congelaron al tocar el piso frío de mármol, fui directo al balcón, ese día la lluvia trajo consigo un frío muy extraño, llovía sin parar y  aquellas gotas de agua que caían en la puerta de vidrio las sentía como todas las lágrimas que aún derramaría, me abrace a mi misma buscando consuelo, pero no era cosa de unos días, había perdido a mis padres y no lo superaría tan fácilmente, pero debía continuar, continuar por ellos me dije a mi misma, después de un rato, sentí el abrazo de Mike, sin decir nada, únicamente acariciaba mi mis hombros, dándome besos delicados en la frente, no me había dado cuanta que se levantó, tal vez el ruido de la lluvia y mis pensamientos profundos no me permitieron escucharlo.

Nos duchamos por separado y él de nuevo me dio ropa suya para vestir, esta vez, un pantalón y una camiseta de mangas largas y unas medias, era raro el frío en ese día porque estábamos en primavera, pero aún así sentí que hasta el tiempo estaba conmigo y mi dolor, esas dos primeras semanas en Nueva York llovió bastante, como si tratara de decirme algo, que me vaya con la lluvia y el agua me arrastre a dónde pertenezco o terminaría cayendo como las gotas del agua impactando contra el piso con brusquedad.

Seguía sin hambre pero Mike me obligó a comer, me preguntaba cuando volvería a sentirme normal, y si algún día lo conseguiría, ese día de verdad hacía frío, Mike encendió la chimenea, y como niños armamos una cama con las cobijas y nos acostamos allí, su abrazo llenaba los espacios vacíos de mi corazón, no quería perderlo nunca, pasamos mucho tiempo así, sin decir nada, solo estuvimos ahí un buen rato, en un abrazo cálido y reconfortante, mirábamos por las ventanas como las gotas de agua caían sin parar, ese ruido del agua cayendo extrañamente era tranquilizante, a pesar de lo que pensé anteriormente sobre la lluvia, me alegré de no tener que seguir tomando las pastillas que la doctora me había dado, odiaba los medicamentos, odiaba en especial el efecto de los tranquilizantes, casi puedo decir que estaba en otro mundo en el entierro y la misa de mis padres, desearía haber estado más consiente.

De pronto Mike comenzó a besarme, y yo le correspondí, lo abrace tanto como pude y él a mi, de un solo movimiento me llevó a su regazo y colocó sus manos frías en mis caderas, me estremecí y con un espasmo hice un movimiento en falso, él sonrió y pidió disculpas por sus manos frías, fue subiendo hasta llegar a mis pechos, los acarició sin dejar de besarme, cuando estaba a punto de sacarme la camiseta lo detuve y coloque mi cabeza en su pecho.

-Lo siento, creo que si no paramos aquí, no podré detenerme o detenerte después.

-Tranquila. *Se acercó a mis oídos y de forma muy suave me susurró -Pero al menos déjame verlos no?

Me quede sin aliento, no sabía qué responder, la vergüenza me carcomia, y sin darme cuenta tartamudee.

-Ver, ver qué? *Mis mejillas ardían.

De nuevo hablándome muy cerca del oído besando mi cuello.
-Tus pechos Emma...

-Tú, quieres, qué, ver mis, quieres que te muestre mis pechos? *No conseguía formular la oración, estaba muy nerviosa.

Acto Fallido (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora