"El alfa a elegido"

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    Hoy era el día, todo se sentía tenso, en el desayuno nadie hablo y el resto del día era igual, casi parecía que estuviera prohibido hablar

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    Hoy era el día, todo se sentía tenso, en el desayuno nadie hablo y el resto del día era igual, casi parecía que estuviera prohibido hablar.

- Esta bien, es suficiente ya no soporto tanta tensión.

    Cuando hable las dos se exaltaron y de pronto se vieron culpables.

- Quiten esa cara seguro ni me verán – las intento animar.

- Lotte eres hermosa, no como las chicas de este lugar, eres como una belleza exótica lamento decirte esto pero lo más probable es que no vuelvas a casa esta noche – Luci se veía triste mientras me decía esto.

- Luci tiene razón cariño y aunque no hemos pasado mucho tiempo juntas no queremos perderte – Cassandra estaba al borde de las lagrimas.

- Que paso con la positividad, la esperanza es lo último que se pierde.

- Ya son las 5 y el baile empieza a las 8, es hora de que empecemos a arreglarnos chicas – Luci hizo un intento de sonrisa mientras hablaba.

    Estaba subiendo las escaleras cuando Casandra habló

- ¿Has hablado con tu mamá? – preguntó viéndose un poco culpable.

- Así es, hice una videollamada con ella está mañana – mi madre obviamente no sabía nada sobre esta situación – Todo estará bien ¿Si? Yo estoy bien.

- Ahora si que estoy segura de que esta noche no volverás, estas maravillosa Lotte – Luci se veía mas feliz, ella también lucia maravillosa con un vestido color crema suelto que llegaba hasta el piso con una abertura en la pierna derecha

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- Ahora si que estoy segura de que esta noche no volverás, estas maravillosa Lotte – Luci se veía mas feliz, ella también lucia maravillosa con un vestido color crema suelto que llegaba hasta el piso con una abertura en la pierna derecha.

- ¡Tu te ves espectacular Luci! Estas de muerte, en el buen sentido – las dos nos carcajeamos.

- ¡Pareces una diosa!

- Gracias Cassi – no lo negare, me encantaba recibir halagos ¿a qué mujer no le gusta?

    Cassandra llevaba un vestido rojo con un gran escote en v y era suelto de la cintura hacia abajo.

- La que se ve como una diosa eres tu Cassi – dijo Luci dándole un beso a Cassandra – Ya tenemos que irnos llegaremos casi a las nueve y a esa hora cierran las puertas.

    En el pueblo había un gran salón que seguramente fue hecho para estas fechas, adentro era hermoso todo se veía lujoso pero rustico al mismo tiempo.

    Se notaba que a pesar de que todo la situación era un poco frívola aquí todos respetaban y apreciaban sus leyendas, las bases de Bibury fueron hechas en ellas y seguía arraigadas en cada uno de los habitantes a pesar de haber pasado por tantas generaciones.

    Pero sin poder evitarlo mi vista se dirigió hacia las ventanas que estaban cubiertas por barrotes desde afuera, no había manera de escapar una vez fueran cerradas las puertas, y eso inmediatamente me saco de mi ensoñación por todo esto.

    El sonido de las puertas siendo cerradas me recordó que solo faltan 3 horas para la llegada de las bestias, desde que me entere de todo pedí que me contaran cada leyenda sobre los licántropos y todas me parecieron horribles cada una más que la anterior.

    Mi mente no lograba asimilar la situación, el hecho de que estás criaturas existieran y aún así el mundo no lo supiera me parecía escandaloso, persona siendo más animales que humanos, más bestias que hombres, no podía ni imaginar de lo que eran capas.

- ¡Lotte! – Ann caminaba rápidamente hacia mi, luciendo magnifica debo decir.

- Ann te ves fabulosa – le dije cuando estuvo a mi lado.

- Tu no te quedas atrás calabacita, te ves completamente maravillosa.

- Creo que no fuimos las únicas que se arreglaron para la ocasión – le dije susurrando.

    En el salón había hasta chicas que necesitaban urgentemente que alguien les regalara tela hasta chicas que les podían regalar tela y aun les sobraba.

- Hay algunas que no se dan por vencidas – se le notaba el fastidio en su voz.

- ¿A que te refieres?

- Por ejemplo ves la que está en la mesa de la izquierda bebiendo vino y que casi vino desnuda.

- Si, ¿Qué paso con ella?

- Bueno me dijeron que ella quiere que un hombre lobo se la lleve y lleva ya 5 años viniendo a todo tipo de bailes pero nunca la escogen a ella, por eso dicen que si no nos escogen hoy lo mas probable es que nunca lo hagan.

- ¿Me estás diciendo que esas bestias razonan sobre a quien secuestran? Ann ellos solo son moustros no te confíes, no piensan solo actúan.

- Yo no los creo moustros, no hasta que los vea por mi misma, tu sabes que todos dramatizan y mas las leyendas por eso no hay que creer plenamente en ellas.

- Di lo que quieras Ann pero para mi seguirán siendo bestias, y si algunas de ellas se le ocurre llevarme le hare la vida imposible hasta que me mate.

- Sera mejor que vayamos a buscar un bocadillo, no quiero discutir contigo.

    El resto del tiempo la pasamos hablando, conocí a más personas y todo puedo ser perfecto si los aullidos de los lobos no se fueran escuchado, faltaban 5 minutos para las 12, solo 5 minutos para que ellos llegaran.

    Ann me apretó el brazo, estaba nerviosa lo cual entendía ya que yo estaba que moría de los nervios, el tiempo paso lento hasta que sonaron las campanas indicando que ya eran las 12, el momento ya había llegado.

    Las puertas fueron abruptamente abiertas y dieron paso a lobos enormes, casi de dos metros era el que estaba al frente, era el alfa, tenía un pelaje negro con algunos mechones plateados y unos ojos verdes que brillaban con una intensidad increíble.

    Pero eso no fue lo que me sorprendió, lo que me sorprendió fue que este venia directamente hacia mi dirección, casi podría creer que viene por Ann si no estuviera manteniendo su mirada fijamente en mí.

    Cuando llega hasta mi se agacho hasta tener su hocico en mi cuello, ¿acaso me estaba olfateando? ¿Olía mal? Cuando estuvo satisfecho dejo de olfatearme y lanzo un aullido estridente, los demás lobos le secundaron, creo que estaba anunciando algo pero no tenía ni idea de que.

    Un comentario sobresalió sobre la multitud.

- El alfa a hecho su elección.

    Oh demonios, pues que no crea que yo dejare que me elija.

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