"Hiciste lo correcto"

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      Salgo del baño con tan solo una toalla cubriéndome, estaba segura de que Zac no iba estar en el cuarto, ya llevábamos cuatro días sin hablar, el ya no entraba a la habitación, y si lo hacia se aseguraba de que yo no estuviera para no tropeza...

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      Salgo del baño con tan solo una toalla cubriéndome, estaba segura de que Zac no iba estar en el cuarto, ya llevábamos cuatro días sin hablar, el ya no entraba a la habitación, y si lo hacia se aseguraba de que yo no estuviera para no tropezarse conmigo.

      Me dolía pero tenía que aceptarlo, tarde o temprano ya no habría más Zac en mi vida y es más fácil empezar a acostumbrarme a su ausencia. Me sobresalto al verlo de pie en medio de la habitación mirándome.

- Buenos días, Charlotte – ignoro la puñalada al ver que ya no era gatita.

- Buenos días, Zac. ¿Puedo ayudarte en algo? – pregunte indiferente al hecho de que estaba casi desnuda en su presencia.

- Necesito que me acompañes a un lugar, te esperare abajo mientras te alistas – dijo y salió de la habitación dejándome desconcertada.

      Decidí ir a ver adónde me quería llevar en vez de tener una ridícula discusión con él,no tenía ganas de pelear. Me puse un pantalón negro roto en las rodillas con un top rojo sencillo y una chamarra de cuadros rojos y negros con unos botines negros.    

      Baje las escaleras para encontrarme con Zac hablando por teléfono, al verme rápidamente acabo la conversación con quien sea que estaba al otro lado de la línea, sentí una presión en el pecho al imaginar que hablaba con otra mujer, sé que no ...

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      Baje las escaleras para encontrarme con Zac hablando por teléfono, al verme rápidamente acabo la conversación con quien sea que estaba al otro lado de la línea, sentí una presión en el pecho al imaginar que hablaba con otra mujer, sé que no tengo derecho de ponerme celosa pero me era imposible, yo podía ser una persona muy celosa si se trataba de alguien que me importaba.

- Vámonos – mando y salió por la puerta principal otra vez dejándome con la palabra en la boca.

- ¿Se puede saber adónde me llevas? – pregunte apenas me había montado en el asiento del copiloto.

- Lo sabrás dentro de poco – dijo secamente.

      Al cabo de unos 30 minutos de recorrido en el auto se detuvo delante un pequeño cobertizo, sus paredes eran de ladrillo y la puerta de un hierro muy sólido, bajamos del auto y me llevo hacia la puerta de hierro

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      Al cabo de unos 30 minutos de recorrido en el auto se detuvo delante un pequeño cobertizo, sus paredes eran de ladrillo y la puerta de un hierro muy sólido, bajamos del auto y me llevo hacia la puerta de hierro.

      Puso una contraseña en un teclado electrónico que antes no había visto en la pared, la puerta se abrió con un fuerte chirrido dando paso a un oscuro pasillo, era tan oscuro dentro que no se veía el final de este.

      Camino adentrándose en la oscuridad sin darme más opciones que seguirlo, estaba asustada. Tal vez se había cansado de mi comportamiento y me iba a dejar encerrada hasta morir de inanición, o tal vez me iba a violar y torturar hasta matarme, o...

- Cuidado que vienen escaleras – aviso sacándome de mi enferma imaginación.

      Empecé a prestar atención al camino para evitar caerme o tropezarme con cualquier cosa, baje las escaleras con un poco de dificultad. Al llegar al sótano me encontré con que este estaba levemente iluminado por unas pocas lámparas colgadas en la pared a cada pocos metros, en medio de cada par de lámparas había grandes arcos con una barrera de rejas gruesas.

      Caí en cuneta de que estaba en una especie de prisión de la manada, pare en seco sin saber exactamente porque Zac me trajo a este lugar, el se detuvo cuando se dio cuenta de que ya no lo seguía.

- ¿Por qué paras? – pregunto confundido.

- ¿Para qué me trajiste a este lugar? ¿Qué piensas hacer? ¿Qué es exactamente este sitio?

- Podrías calmarte – dijo exasperado – No pienso hacerte nada, estoy por hacer lo que tanto deseas.

      Caminó hacia una celda y sacando una llave de su bolsillo abrió la puerta, desde donde estaba no podía ver que o quien era lo que estaba dentro de ese escondrijo.

- Pueden salir, son libres – mi corazón se detuvo de la emoción por imaginar que era lo que sucedía.

      Exhale un largo suspiro cuando vi como Cassandra y Lucia salían temerosamente por las rejas recién abiertas. Ella veían a Zac con un temor claramente marcado en sus rostros, Lucia fue la primera en notar que yo estaba ahí y al hacerlo casi se cae de la impresión si no fuera porque Cassandra logro sostenerla.

- Lotte – susurro entrecortadamente.

- ¿Qué... – Cassandra se callo al verme al frente de ella.

      Saliendo de mi clara impresión mis piernas tomaron vida propia corriendo hacia lo más cercano a una familia que había tenido desde que llegue a Inglaterra, cuando llegue a ella las abrace como si mi vida dependiera de ello, y ella lo hicieron igual. Solloce dándome cuenta que de la emoción unas lagrimas se habían deslizado por mis mejillas.

- No puedo creer que sean ustedes – murmure aun abrazándolas.

- Cariño – lloro Cassandra – Estas bien.

- Pensamos que estabas muerta o herida – hablo Luci.

- Estoy bien – les asegure, me separe de ellas – Pero, ¿ustedes cómo están?

      Las examine con la mirada, sus vestidos del día de la fiesta estaban sucios. En realidad, todas ellas estaban sucias, como si no se hubieran aseado desde esa noche, y seguramente fue así. Tenían algunos raspones pero aparte de eso estaban bien, ningún moretón evidente o hueso roto. Se notaban un poco más delgadas pero no al nivel de la desnutrición. Suspire aliviada al ver que Zac no les había hecho daño.

- Estamos bien ahora que te vemos – dijo Cassandra limpiándose las lagrimas – Estábamos tan asustadas por ti.

- Deberíamos ir a la mansión para que se duchen y coman algo – intervino Zac, no se había movido de su lugar en todo el tiempo.

- Eso suena bien – concorde – Estarán bien, se los prometo.

      Les asegure a Cassandra y Luci cuando vi la desconfianza ante las sugerencia de Zac, las entendía. Él las había encerrado, y a diferencia de mi ella no desarrollaron un raro tipo del síndrome de Estocolmo.

      Zac nos guio hacia la salida de esa prisión a través de la oscuridad, Cassandra y Lucia se montaron en la parte de atrás de la camioneta y antes de montarme en el asiento del copiloto me gire y abrace a Zac.

- Gracias – murmure – De verdad te agradezco esto, Zac. Hiciste lo correcto.

      Al abrocharme el cinturón de seguridad una presión se instalo en mi pecho, el había hecho lo correcto al liberar a mi familia ya que eran inocentes pero ¿estaría yo haciendo lo correcto al escapar?

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