"Ella lo pidió"

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Narra Zac

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Narra Zac

     Estacione la camioneta al frente de la mansión, suspire, sabía lo que me esperaba tras esas puertas.

     Camine a paso tranquilo hacia la mansión, era el alfa y Anton me había desafiado delante de algunos de mis hombres.

     Hice lo que un alfa haría, y aunque me arrepiento de haberlo llevado a extremos tan altos no permitiría que mi familia me fastidiara por esto.

     Unas manos me recibieron apenas entre, no en manera de abrazo sino en forma de golpes. Las manos eran pequeñas y femeninas y no causaban algún tipo de dolor en mí.

- ¡¿Cómo pudiste?! – grito Irina llorando - ¡Es tu hermano!

- Hice lo que un alfa debe hacer – replique tranquilamente.

- ¡Eres un maldito bastardo! – chillo.

- ¡Irina! – la reprendió nuestra madre – Cuida tu vocabulario, señorita.

- ¿Lo estas defendiendo? – preguntó impactada.

- Claro que no – dijo – Lo que hizo no tiene manera de defenderse.

     Rodee los ojos, toda esta situación era fastidiosa.

- Susana deja que se explique – hablo Alessandro, mi padre.

- No tengo...

- ¡Tú! – Ann venia bajando las escaleras.

     Se veía horrible, su cara hinchada por el llanto, con su maquillaje corrido, estaba despeinada, trague saliva al notar que también estaba cubierta de sangre y una marca que se le formo en el cuello como un recuerdo de que casi muere ahorcada por mí. Era una manera muy distinta de la Ann que siempre estaba arreglada y deslumbrante.

- ¡Monstruo! – no se acerco mucho a mi, en sus ojos detrás de todo ese dolor podía ver que aun había miedo – ¡Te odio! ¡Eres un jodido monstruo!

- También me alegra verte, querida Anny – respondí cínicamente.

- ¡No me digas así! – chillo histéricamente.

- Cálmate, esto no te hace bien Ann – intento tranquilizarla mi abuela.

- ¡Anton casi muere y todo por culpa de esta bestia! – me tense cuando oí el apodo que me había puesto Charlotte - ¡¿Cómo pueden pedirme que me calme?!

- Cuida la manera en la que te refieres a tu alfa – hable – O al final podrías terminar igual que mi querido hermano, la diferencia sería que tu no sobrevivirías.

- ¡Zachary! – grito mi madre horrorizada por la manera en que me comportaba.

     Ella casi nunca me decía así, siempre me llamaba por mi nombre de pila, era más fácil y menos formal.

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