"Esperanza"

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Podría decir que despertarme cada mañana era uno de los momentos más difíciles de mi día, y no era gracias a la usual flojera y estado de somnolencia que debían tener todos a esa hora del día, me refería al hecho de iniciar un nuevo día sin tener ...

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Podría decir que despertarme cada mañana era uno de los momentos más difíciles de mi día, y no era gracias a la usual flojera y estado de somnolencia que debían tener todos a esa hora del día, me refería al hecho de iniciar un nuevo día sin tener propósitos que realmente me importaran.

Vivir tus días sin tener algo de significado era tener una vida vacía y eso ciertamente se sentía patético, pero hace unos meses había dejado de ser así. Había encontrado un motivo para sobrellevar mis jornadas, un poquito de luz entre tanta oscuridad que tenía en mi mente, ni siquiera los antidepresivos me quitaban el abrumador sentimiento de tristeza como la idea de viajar a Inglaterra para poder estudiar.

Y después me arrebataron brutalmente todos mis motivos de ilusión y alegría, despertaba cada día con un miedo increíble a lo que pasaría esa noche del baile, escasamente me había permitido tener un poco de esperanza con que saldría ilesa esa noche, pero al final ni eso pudo darme el destino.

Luego de tanto desespero por obtener lo que durante un tiempo fue mi gran ilusión debo admitir que al por fin lograr mi dulce recompensa sabía más amarga de lo que esperaba. Y en mi mente no desaparecía la duda de qué era lo que necesitaba para que mis días fueran amenos. Todavía tengo esa duda. Pero ya tengo un propósito para abandonar mi cama todas las mañanas.

Zac era mi propósito, no lo podía dejar morir y ayudarlo a estar en su mejor forma de nuevo se había vuelto mi misión.

Por esa razón está mañana fue mucho más sencillo hacer mi rutina matutina, ya teniendo la bandeja lista con todo el desayuno y medicinas para Zac me dispuse a entrar a su habitación.

Una parte de mi se sorprendió al encontrarlo dormido pero era de suponer que su actual estado débil le había quitado esa maña de ser un madrugador, dejando todo en la misma mesita que la última vez que había estado aquí no pude evitar sentir cierta ansiedad recordando lo mal que había sido ese momento.

Pero me dije interiormente que Zac ya había aceptado mi ayuda, esta vez no sería igual a la pasada e intenté de verdad creerlo para poder quitar este malestar repentino en mi estómago.

Caminé hacia una de la grandes ventanas que se encontraban a cada lado de la cama y corrí las cortinas dándole paso a la luz.

- Es hora de despertarse – dije lo suficientemente alto para que me escuchara.

Para el momento en el que ya tenía todas las ventanas abiertas Zac aún seguía dormido, en realidad no sé había movido para nada.

- Despiértate – le quité la sabana tirándola al piso.

Al menos esta vez me respondió con un gruñido amortiguado por la almohada, la visión de su ancha espalda alteró un poco mi sistema, recuerdos de las noches en las que esa misma espalda fue víctima de mis arañazos mientras me entregaba al placer que él me proporcionaba invadieron mi mente.

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