"El mensaje"

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Mi respiración escaseaba cada vez más haciéndome hiperventilar, podía ver como mi aliento se volvía una nube de vaho al frente de mí

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Mi respiración escaseaba cada vez más haciéndome hiperventilar, podía ver como mi aliento se volvía una nube de vaho al frente de mí. Sentía demasiado frío y todo estaba tan oscuro, no me di cuenta de que estaba corriendo hasta que me tropecé con algo y caí de rodillas, rápidamente me levanté y retomé mi carrera sin dudarlo.

- Caperucita está huyendo del lobo feroz – dijo una voz cantarina que hizo que se me erizara la piel.

Un miedo increíble me recorrió por las venas, algo en mi interior me decía que tenía que irme lo más lejos posible del dueño de esa voz y la adrenalina podía palparse en el aire. ¿Dónde me encontraba? No tenía ningún recuerdo de haber dejado la manada, intenté enfocar mi vista hasta que se acostumbrara a la negrura de mi alrededor.

El bosque.

No había nada más que árboles y maleza, troncos tan anchos que seguramente tenían cientos de años de edad y tan altos que sus ramas y hojas frondosas me impedían ver el cielo estrellado. El miedo rápidamente se transformó en pánico al no encontrar una salida de este lugar, por más que corriera el paisaje no cambiaba ni en lo más mínimo.

- Me estoy cansando de este jueguito, Charlotte – gruñó el desconocido iracundo.

Lloriqueé sin saber qué hacer, no podía dejar que él me atrapara, por alguna extraña razón presentía que no saldría viva si eso pasaba. Un  grito desgarrador salió de mi garganta cuando sentí como me estrellaban contra un tronco cercano.

- Que yo recuerde antes te encantaba estar cerca de mi – su aliento golpeaba en mi mejilla mientras su mano callosa secaba mis lágrimas – ¿Acaso ya no te gusto? – dijo con fingido pesar.

Su voz se me hacía levemente conocida pero no podía ver más que un pequeño costado de su rostro. Me había atrapado y mis esperanzas de salir de aquí se habían esfumado.

- Luka – chille ahogada cuando pude verlo mejor.

- ¿Me extrañaste, cariño? – sonrió cínicamente antes de abalanzarse sobre mí.

Grité sentándome en la cama, frenéticamente miré mi entorno intentando entender qué diablos pasaba. Me encontraba en mi habitación de la mansión.

Fue una pesadilla.

Antes de poder comprender muy bien ese pensamiento Zac entró corriendo en la habitación, parecía que estaba a punto de transformarse y arrancarle el cuello a alguien.

- ¿Qué pasa? – gruñó alerta – ¿Estás bien? ¿Hay alguien más en la habitación?

- Estoy bien – aclaré rápidamente – Sólo tuve una pesadilla. Disculpa si te desperté.

- Sentí que estabas alterada – caminó hasta colocarse al final de la cama.

- ¿Sentiste?

- Ya sabes... Por la conexión. No puedo evitar que me afecte.

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