No te acerques a él [2Jae]

9.

Ayen se había marchado.

Mi hyung y yo estábamos tan tristes... No queríamos que este momento llegase, pero ella ya no tenía nada que hacer aquí. Su trabajo continuaba en Nueva York, y no podíamos impedir que ella se fuese.

Nos habíamos despedido de ella con abrazos, sonrisas tristes, lágrimas y muchas palabras de apoyo. Sabíamos que íbamos a estar en contacto con ella, pero todo iba a ser a distancia, por lo que no iba a ser lo mismo. Ayen me había pedido que cuidase mucho a su sobrino y que estuviese para él y no le dejase de lado. También que sea un amigo verdadero y que llegue a intentar lograr que Jaebum me vea como un hermano. Y Ayen le había pedido a su sobrino que confiase más en mí, que sea más abierto conmigo y que también me cuide mucho. Ella nos deseaba lo mejor y nosotros se lo deseábamos a ella.

Obviamente, la persona que estaba más afectada en estos momentos era Jaebum. Llevaba una sudadera azul muy ancha y tenía la capucha puesta, cubriendo así gran parte de su rostro. Estaba llorando, estaba dolido. Que la única persona que había estado para él día a día se tuviese que marchar lejos, era doloroso. Y aunque él sabía que podía hablar con ella por videollamadas, se seguía sintiendo muy triste. Verla cruzar esa puerta que la llevaba hacia su vuelo fue lo peor para él.

-Hyung... -susurré con tristeza.

Esta era la segunda vez que veía llorar a mi amigo. Este chico que siempre tenía un semblante serio y que miraba con odio a todos. Él ahora estaba llorando, y su rostro era completamente diferente. Tenía la nariz roja, los ojos más brillantes y las mejillas llenas de lágrimas. Su ceño estaba fruncido y sus labios formando una línea recta.

Froté la espalda de mi amigo con cariño, mientras esperaba a que calmase un poco sus sollozos. Yo también había llorado, pero no tanto como él. Y era normal, conocí a Ayen hace tan solo un mes, pero fue tiempo suficiente para meterla en mi vida y quererla. Era una gran mujer y te ganaba muy rápido por su bonita personalidad.

-Será mejor que nos vayamos ya de aquí, sino va a ser más doloroso. -decidí mientras movía con suavidad a mi hyung para que comenzase a caminar junto conmigo hacia fuera del aeropuerto.

Una vez que estuvimos fuera, Jaebum se dignó a por fin mirarme a los ojos. No lo había hecho desde que su tía comenzó a despedirse de nosotros.
Al ver sus bonitos y brillantes ojos observarme, algo dentro de mí se removió. Me daba mucha tristeza ver así a alguien tan importante como lo era él. No me gustaba verle mal, triste, preocupado...

Acerqué mis manos a su rostro y como pude intenté secar todas sus lágrimas. Después coloqué mis manos en sus hombros y suspiré.

-¿Quieres que por hoy te deje solo?

Jaebum rápidamente negó.

-Pero estás mal y a lo mejor estorbo, por eso. -intenté explicarme.
-Acaba de irse mi tía, ¿y tú también te quieres ir? -sus ojos volvieron a aguarse.
-¡No, no, no! -negué con rapidez para evitar que volviese a llorar. -No es que me quiera ir, solo pensé que necesitabas tiempo para estar a solas. -aclaré.
-No, casi siempre estoy solo, y ahora que estoy mal lo que menos quiero es quedarme solo otra vez. -contestó. -¿Puedes quedarte hoy conmigo hasta la noche? -me miró con ojos suplicantes.
-Por supuesto que sí, hyung. -sonreí enternecido por su pregunta. -Me quedaré contigo. ¿Vamos a tu apartamento?

Él asintió y comenzamos a caminar con tranquilidad hasta llegar a su hogar.
Entramos y después de quitarnos los zapatos, nos tiramos en el sofá. Bostecé nada más acomodarme y al mirar a mi hyung vi que él hacía lo mismo.

-¿Estás cansado? -le pregunté.
-Un poco, ¿y tú?
-A pesar de que hoy he dormido muy bien, estoy algo cansado. ¿Dormimos siesta? -propuse.
-¿Siesta a las once de la mañana? -alzó una ceja.
-Es que hoy nos hemos tenido que levantar muy temprano a pesar de que es día fiesta y no hay clases. -hice un puchero. -Vamos a tu cuarto a dormir un ratito, hasta las doce o una.
-Vale, pero nada de abrazos. -me señaló con advertencia.
-Lo que tú digas mientras podamos dormir. -acepté.