Prófuga: parte 3

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-¿Qué te dice tu madre?-me pregunta Martin, estamos sentados en la terraza de su casa tomando desayuno, aunque ya son pasadas las 12pm.

-Que a qué hora es el vuelo de vuelta-le respondo sin mirarlo, tecleo rápidamente y muy concentrada.

-¿Qué le dirás?-pregunta, y luego siento el sonido de la taza de café cuando Martin la deja en la mesita de vidrio.

-Que aún no lo sé-le digo. Dejo el teléfono sobre la mesita y lo miro sonriente.

-Eres una mentirosa innata-me dice mientras da una mascada a su tostada francesa.

-Cualquiera puede mentir bien detrás de la pantalla de un teléfono-le digo encogiéndome de hombros. Tomo una de las tostadas francesas que Martin hizo y la huelo, es una mezcla entre mantequilla, canela y pan.

La coloco sobre un plato y con un cuchillo saco un poco de mermelada de frambuesa y la esparzo. Le doy una mascada, es tan buena como las que habían en el hotel. Un haz de dolor me cruza la mente, rápido y fugaz. Para mi suerte, Martin está muy ocupado con la paila de huevo por lo que no ve mi expresión. Recuerdo que alguna vez, en una serie (creo que el tiempo entre costuras), alguien dijo que uno comienza a recuperarse de un corazón roto cuando el primer pensamiento de la mañana no es para él. Pues me debe quedar un largo camino porque sigo pensando en nosotros, en aquella noche de estrellas, en el ascensor, solo puedo pensar en él.

-¿A dónde quieres ir hoy?-me pregunta Martin mientras come su pan.

-No lo sé, me gustaría volver a ir a bailar como anoche-le digo encogiéndome de hombros y tomo un sorbo de café.

-Claro que podemos ir, pero en la noche-me dice, hace una pausa mientras traga la comida.- Pero que te gustaría hacer ahora.

-Pasear-le digo despreocupadamente.

-Vaya, no seas tan especifica-me dice Martin sarcásticamente mirándome con mala cara, me río por lo bajo.- Bien, decidiré yo entonces.



-¿Y? ¿Cuántas revistas tienen la historia?-pregunta la morena al rubio, quien está pegado mirando su laptop.

-Muchas-dice el rubio sin dejar de mirar la pantalla.

-¿Alguna fuera de Estados Unidos?-pregunta él, preocupado.

La morena está casi sobre el rubio, quien está sentado en el sillón. Él no para de dar vueltas y caminar, aún quedan varias horas para el vuelo, y si ya eso lo tenía nervioso, esto lo está haciendo perder completamente los estribos.

-Por lo que veo hay una que es de Inglaterra-dice el rubio, la morena rueda los ojos.

-Lo que Tom quiere decir es si hay alguna revista de ______(tu país) que hable sobre ello-dice la morena exasperada.

-¿Cómo demonios voy a saberlo sino se español?-pregunta el rubio, la morena gruñe y le quita la laptop de sus manos.- ¡Oye!-grita el rubio.

-Existe algo llamado traductor, idiota-dice la morena bruscamente. Camina con la laptop en la mano y se sienta en el sillón alejada de el rubio.

-Hmm, no se me había ocurrido-dice el rubio con la mano en su mentón.

-No me digas-dice él sarcásticamente. Él aprecia mucho a su amigo, pero aun así unas inmensas ganas de golpearlo le llenan su cabeza.

-Bien, ninguna revista en español tiene la noticia, creo que aún tenemos por lo menos un día para solucionar esto-dice la morena dejando el laptop en el sillón a su lado. Se levanta y se para frente a él, le coloca una mano en el hombro y lo aprieta ligeramente.- Podemos arreglarlo.

-¿Cómo?-pregunta él. La morena coloca sus brazos extendidos y abre la boca para decir algo, pero luego la cierra y lo mira preocupada.

-No lo sé-responde ella frustrada.



Dos horas luego de haber tomado desayuno, me arrepiento demasiado de no haber decidido a qué lugar iríamos. Martin ha tenido la brillante idea (nótese el sarcasmo) de pasear por un bosquecito que lleva a una playa escondida y pequeña. Claramente no me dijo a donde iríamos, así que me encuentro caminando entre los árboles con unas sandalias de tacón, un mini vestido veraniego y mi bikini bajo este. Al menos el sol no pega fuerte debido a que las hojas nos cubren, pero por dentro estoy maldiciendo a Martin.

-Ya queda poco-me dice animándome, va delante de mí, yo bufo.

-Eso dijiste hace media hora-le digo, él se ríe.

-Ahora lo digo enserio-me dice.

-Ni sueñes que yo me devuelvo caminando desde acá-le digo mientras camino con dificultad.- Tienes que pedir un Uber.

-Ahí está-dice señalando con el dedo índice ignorando mi comentario.

-Por fin-digo y sonrió de alivio.

-Ten cuidado, que aquí hay una pequeña bajada-me dice mientras lo veo descender.

Bajo con cuidado y llego a salvo a la arena. Aquí el sol ya nos llega, pero aun así el frondoso bosque nos protege lo suficiente como para no quemarnos.

-¿Qué mierda hace este aquí?-pregunta Martin, lo miro y luego veo en la dirección en la que él mira.

Allí, sobre una toalla, esta Claudio, junto con a su grupo de amigos. Claudio gira la cabeza y me mira. Se quita los anteojos de sol. Mierda pienso porque me haces esto, universo.

¿Los sueños se hacen realidad? (Tom Holland y Tu) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora