Encuentros cercanos del segundo tipo

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Al cruzar el ventanal, el frio me golpea. Me abrazo a mí misma. Intento no tiritar, sabía que al rato se me pasaría, era cosa de acostumbrarse a lo fresco de la noche. Desde la terraza se escuchaban las olas que llegaban a la playa. Una pequeña brisa corría, haciendo que las hojas de los árboles se movieran. Un montón de estrellas titilando en el cielo hacían de la noche menos oscura, junto con las cálidas luces de las casas. Hace una semana me encontraba en una situación similar, la única diferencia era el bullicio, que aquí era notablemente menor al de Los Angeles. Pero incluso mi acompañante era el mismo.

-Hace un poco de frio-comenta Tom. No lo miro, no sé qué haría si lo mirara en este momento.

-Sí, un poco-digo mientras me acerco lentamente al borde de la terraza.

La terraza no tenía barandilla, no había para que, si estamos a nivel del suelo. Su piso se compone de tablillas de madera oscura. Me siento en el suelo y paso mis piernas por el borde para que se apoyen en el suelo, la terraza solo tiene unos 15 centímetros de altura. Tom a mi lado copia mis movimientos. Desde esta altura seguimos viendo hacia abajo, donde está la playa, pero ya no distinguimos el mar.

Tom está a unos cuantos centímetros de mí, sin embargo siento que no son suficientes, al mismo tiempo que siento que son kilómetros. Hay miles de pensamientos revoloteando en mi cabeza, no puedo hilar ninguna idea clara. Creo que contarle la verdad me ha afectado más a mí que a él. La brisa roza mi piel y hace que esta se ponga de gallina, obligándome a abrazarme de nuevo a mí misma.

-¿Ahora si podemos hablar sobre lo que paso?-pregunta Tom con voz baja. Me giro lentamente para mirarlo, pero su vista está pegada en las estrellas. Trago fuertemente.

-Si-le digo. Quiero dejar de mirarlo, pero entonces sus ojos capturan a los míos.

-Esto me recuerda a esa noche en que jugamos a verdad o reto con la botella-me dice sin dejar de mirarme.- ¿Lo recuerdas?

-Claro que lo recuerdo-le respondo en un susurro.- No ha pasado tanto tiempo desde aquello, con suerte una semana.

-Nueve días en realidad-dice el, se encoge de hombros y esboza una (sexy) sonrisa.- Pero quien lleva la cuenta.

Lo quedo mirando, ¿Qué se supone que debería responder? Parte de mí quiere salir arrancando, otra quiere lanzarse sobre él y besarlo hasta que mis labios se agoten. Todo ahora parece tener solo dos opciones, o lo quiero o lo odio, o corro o lo abrazo, o lo golpeo o lo beso. O lo dejo ir, o no lo suelto jamás.

-Lamento todo lo que paso-dice ya con su expresión más seria. Suspiro.

-Lamento haber visto pasajes-le digo negando con la cabeza, y alejando mis ojos de los suyos.- Debí haber confiado en ti, pero tuve pánico.

-Pero yo te trate mal, ni siquiera deje que te explicaras-replica el, acercándose un poco. Mi corazón comienza a latir rápido.

-Tampoco te busque después...no luche por quedarme-le digo, y levanto la vista para mirarlo.- Parte de mí quería irse Tom, ahora lo sé.

-¿Por qué dices eso?-pregunta él frunciendo el ceño.

-Porque tenía que acabar de una u otra forma-le digo.

-No, eso no es cierto. Tenías que irte en algún momento, eso lo sabemos, pero no tenía que acabarse, no cuando recién estábamos empezando-dice él. Su mano se acerca a la mía, y su meñique roza mi mano. Bajo la mirada y miro nuestras manos.

-¿Por qué viniste, Tom?-le pregunto sin tapujos. Y lo miro, porque necesito que lo que sea que vaya a decir, golpee a esa vocecita maldita que me ha impulsado a hacer todas estas cosas.

-Yo... necesito saber-dice él y toma una gran bocanada de aire.- ¿Es muy tarde para arreglar esto?

-Te refieres a... ¿seguir lo que sea que estábamos haciendo allá?-pregunto en voz baja para que el nudo en mi garganta me deje hablar. Contengo la respiración involuntariamente.

-Si-dice asintiendo con la cabeza.

-¿De verdad quieres?-pregunto dudosa, y sin poder creérmelo. Epilepsia dice la insufrible vocecilla.

-Quiero-dice Tom, y se acerca, mientras con su mano agarra mi mejilla y con su pulgar la acaricia.

Entonces sus labios tocan los míos, y la vocecilla grita una última vez ¡no terminara bien! para luego apagarse en mi cabeza.    

¿Los sueños se hacen realidad? (Tom Holland y Tu) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora