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No hay nada como un baño de tina. Veinte minutos para relajarme, en agua caliente y con olor a lavanda. Ojala pudiese pasar la vida entera así. Mientras me peino el cabello con los dedos, miro por la ventana del baño, a través de las persianas. No quiero volver a la realidad. La realidad me ha golpeado una bofetada gigantesca hoy. Pero no, no dejare entrar esos pensamientos insistentes que solo quieren dejarme la cabeza hecha añicos. No voy a pensar en Tom, en su guapa sonrisa, en su romántico gesto de venir a verme, en el ridículo que hice al desmayarme frente a ellos, en que de verdad Tom Holland ha venido a mi país y me ha dirigido la palabra. No voy a pensar en su mirada. No, no y no.

Eres pésima mintiéndote a ti misma me dice una vocecilla en mi cabeza. Cállate le replico. Excelente, ahora estoy hablando sola, en mi cabeza me digo negando con la cabeza. Me hundo un poco más en el agua. Nos estamos volviendo locas me dice la vocecilla. Suelto un gruñido, soy una pesada. La esquizofrenia comienza a presentarse a los veinte años... tic, tac me dice la vocecilla. Excelente, de verdad me estoy volviendo loca.

Si me estoy volviendo loca, entonces eso explicaría perfectamente la situación. Tom no está aquí. Suelto una carcajada. Fue todo una ilusión. Si claro, no estás tan loca me dice la vocecilla. Resoplo. Me hundo meto mi cabeza bajo el agua. Maldita yo.


-¿____?-dice Martin del otro lado de la puerta de mi habitación.

-Pasa, Tintin-le digo. Me he colocado unos jeans oscuros con una blusa de manga larga y una chaleca larga, que no cierra.

-Primero, quiero que sepas que te quiero mucho-me dice. Está casi pegado a la puerta. Oh, oh, que hiciste ahora dice mi cabeza.

-¿Tintin?-le digo levantando una ceja. Por favor, que no tenga nada que ver con Tom.

-En segundo lugar, yo sé que tú también me quieres. Y la gente que se quiere no se hace daño, no se insultan, no se golpean-me dice sonriendo nervioso.

-Aja-digo yo cruzándome de brazos.

-Y por último, no quiero sonar pesado, pero te recuerdo que esta es mi casa, así que invito a quien yo quiero-dice con una voz más ronca, como intentando (y fallando) mostrar autoridad.

-Escúpelo-le digo.

-Si yo, en teoría, invitara a, pff no se, a alguien como, por ejemplo, Zendaya a quedarse, tu... ¿No te molestaría, cierto?-me pregunta moviendo su mano izquierda y evitando mirarme a los ojos.

-¿A Zendaya?-le pregunto dando un paso en su dirección.

-Hipotéticamente-me dice moviendo la cabeza.

-¿Solo a Zendaya?-pregunto dando otro paso.

-Bueno, si Zendaya hubiese, hipotéticamente, venido con otra gente, claramente no puedo echar al resto-dice mirándome con temor.

-¿Qué Demonios Hiciste?-digo acorralándolo contra la pared y pronunciando detenidamente cada palabra.

-Es mi casa-susurra.

-Tu casa mis bolas, imbécil. ¿QUE HICISTE?-le pregunto tomándolo de su camisa.

-Yo, bueno, es que no tienen donde quedarse-susurra.

-Ah, sí, pobrecitos, solo ganan unos cuantos millones de dólares-le digo sarcásticamente.

Suena el timbre. Mierda, mierda, mierda digo en mi cabeza. Suelto a Martin.

-Lo siento-dice y se arranca antes de que pueda decir algo.

Me acerco lentamente por el pasillo. No quiero hacer esto, no quiero verlo, pero también quiero. Agh, todo es tan confuso, mi estómago siente un revoltijo y estoy segura de que mi pulso se ha acelerado. Demonios, ya es muy tarde para encerrarme en mi habitación. ¿Debería devolverme?

Entonces lo veo. Tiene una maleta pequeña, negra. Lleva unos pantalones beige y un chaleco azul. Siento que todo a mi alrededor, el sonido, las personas, todo desaparece menos él. Es como si lo mirara en cámara lenta. Veo como lentamente gira su cabeza, y nuestros ojos se encuentran, siento como mi corazón bombea, siento como mis manos sudan, siento mi respiración algo entrecortada mientras intento controlarme y no seguir el impulso que me ordena correr y saltar a sus brazos. Mis piernas tiritan levemente, por que debo controlarlas para que no caminen solas en su dirección.

-Hola-me dice en voz baja. Creo que también está nervioso.

-Hola-susurro.














El olor a comida y el dejo a humedad inundan sus fosas nasales. No deja de mover sus dedos alrededor del mango con que arrastra su maleta. Está nervioso. Su pulso, errático, no lo deja escuchar casi nada. Saluda a Martin con pequeño apretón de manos. Intenta que sus ojos no busquen desesperadamente, intenta controlar el impulso de llamarla. No quiere verse desesperado. Él no lo sabe, pero disimula bastante bien, nadie percibe que en realidad es un manojo de nervios. La morena habla con el rubio y Martin. Gira su cabeza lentamente, ha captado algo con su visión periférica. Es ella. Sus ojos encuentran los de ella, y no puede dejar de mirarlos. Controla su respiración, como siempre lo ha hecho cuando está nervioso, y la mira intentando disminuir su ansiedad.

-Hola-dice en voz baja, ya que no confía en que esta no tirite.

-Hola-responde ella.

¿Los sueños se hacen realidad? (Tom Holland y Tu) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora