Estos días que han pasado. Peter se ha comportado bien conmigo. No me exige nada y me trata bien. No volvió a mencionar nada de las fotos, ni que yo lo traicioné. De Megan no se volvió a saber nada y lo agradezco, no quiero escuchar sus insultos.
Estos días en España han sido maravilloso. Peter me llevó a muchos sitios hermosos, que hacen que confíe un poco más en él. No niego que siento que algo pasa, pero no quiero arruinar esto con él. Sobre mi vida no se como averiguar. No tengo el dinero para contratar a un investigador privado, ni quiero hablar con mi madre. Estoy amarrada sin poder hacer nada, Peter podría ayudarme pero no lo quiero molestarlo; no soy orgullosa, quiero conseguir todo por mi propia cuenta.
Caminando hacia el teléfono pido el desayuno. Peter no ha salido de su cuarto, seguimos igual: no dormimos en el mismo cuarto y ni hemos tenido relaciones, obvio; no podía por mi menstruación. Pero cuando dejé de tenerla, tampoco lo hemos hablado. Me muerdo el labio y mi vista queda en el pasillo. A veces he tenido ganas de ir a su cuarto y pedirle que me haga el amor, pero pienso que debo ser fuerte y demostrarle que puedo, que yo valgo.
«¿Estaré haciendo bien?» lo deseo, pero quiero demostrar mi punto y ver hasta donde él es capaz de llegar por mi. Escucho que tocan la puerta y voy abrir.
— Señorita aquí está su almuerzo.
— Muchas gracias.
Tomo el carrito y lo llevo hacia la mesa. Pongo cada plato y espero a que Peter salga.
— ¿Quién era? — Peter pregunta.
— El servicio al cuar..... — giro y mi respiración se corta.
Peter está sin camisa y sólo con su pantalón de dormir, su cabello revuelto. Sé ve súper sexi.
«Sé fuerte, sé fuerte.» repito en mi cabeza.
Él se da cuenta cómo lo miro y sonríe, con esa sonrisa que me vuelve loca. ¡Carajo! ¿Cómo voy hacer fuerte sí esta que arde? Debo cambiarme mi ropa interior. Niego varias veces y miro hacia otra parte. Siento mis mejillas calientes.
— Ya....., ya está el desayuno. — carraspeo.
— Yo quisiera desayunar a otra persona.
Mierda, mierda, mil veces mierda. «Soy fuerte, soy fuerte, soy fuerte.»
— Bueno..... Em..... ¿Comamos?
Él suelta una carcajada y se sienta. Yo me siento frente de él, y mi vista se fija en mi comida. No quiero verlo, no quiero flaquear. Tomo el vaso con jugo y tomo para controlar mi ardor.
— Quiero que vayas conmigo a la empresa. — escucho que dice.
— ¿Por?
— Quiero terminar hoy lo que me falta y viajar a otra parte.
Esta vez si lo miro.
— ¿Más negocios?
— No. — come un poco. Hasta comiendo se ve sexi. — Será un viaje de placer.
— ¿Ah?
— Vamos a ir a París como unas vacaciones. Sin trabajo, sin nada. Sólo un viaje para disfrutar de nosotros dos.
— No creas que por esto yo me acostaré contigo.
— Yo no te he dado a entender nada. — se encoge de hombros. — Vos lo pensaste, no yo. ¿Qué piensa tu cabeza perversa, Lali?
Me sonrojo y me llevo el vaso a los labios para no contestar.
— ¿Sabes lo que pienso yo? — no contesto. — Tomarte en mis brazos y subirte a esta mesa. besarte, tocarte. Levantarte ese camisón que me esta volviendo loco, y bajarte esa braga y saborearte como lo vengo deseando. Hacerte llegar con mi legua y después entrar en ti y volver a darte otro clímax.
Me atraganto y lo veo sorprendida. Sus ojos se ven deseo y yo estoy más sonrojada. Yo también lo deseo, deseo que me haga todo eso. Quiero decirle ¡hazlo! Vuélveme loca con tu pasión, con tú besos, con todo. Pero me contengo.
Me levanto rápidamente.
— Voy a cambiarme para irnos a la empresa.
Salgo casi corriendo, ignorando la sonrisa perversa de él y dejando mi desayuno medio comido.
»»»»
Estamos en la empresa y yo sentada en el mueble viendo una revista. En el camino no volvió a mencionar nada de lo que hablamos hace rato, pero mi mente no para de imaginar como hubiera sido si yo dejaba arrastrar por mi deseo. Creo que Peter hubiera hecho todo eso que relató. ¡Rayos! Yo quería que me lo hiciera. Pero bueno no hay marcha atrás. Estoy aburrida y cansada de verlo trabajar. Está muy concentrado con lo que hace y no me ha volteado ni a ver en todo esté tiempo. La secretaria que tiene en este lugar es una coqueta, no pierde la oportunidad de hacerle caras y insinuarse. Lo bueno que Peter ni caso le hace. Pero yo quiero: tomarla de los pelos teñidos y sacarlas a rastra de la oficina y darle unos cuantos golpes y decirle: ¡Ey zorra! Él es mío, así que deja tu maldito coqueteo y has tu trabajo. Pero me controlo, no hago nada, solo veo.
— Me falta poco para terminar. — por fin habla después un largo tiempo. — Podemos ir a un restaurante y almorzar.
— Dale. — acepto contenta.
El intercomunicador suena y la voz de esa zorra se escucha.
— Señor Lanzani, su hermana esta aquí y quiere verlo.
— ¿Euge? — dice su nombre sorprendido. — hazla pasar.
La puerta se abre y una Eugenia con dos nenas entra.
— ¡Peter! — chilla entre lágrimas.
Ella no se ha percatado que estoy aquí. Va y abrazada a Peter mientras solloza.
— Euge. ¿Qué haces aquí? Tú no deberías haber viajado y con las niñas solas.
— ¡Cállate! Quiero que mates a Nico. — dijo entre hipo.
Las niñas solo miran sin saber.
— ¿Nico? ¿Qué pasó ahora?
Ella iba a responder cuando su mirada se cruzó con la mía. Su frente se arruga y me ve entre sorprendida y enojada. Ahora estoy segura que ella sabe todo lo que ha pasado.
— ¿Qué hace ella aquí? — pregunta bruscamente.
Peter me mira yo lo miro. ¿Ahora qué? Debo aguantar el odio de Euge como el odio que estuve aguantando de Peter.
¿Hasta cuando debo soportar esto?
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Laberinto de amor.
FanfictionComo en un laberinto, entramos y buscamos desesperados la salida. Pensamos que es un camino para salir y no, llegamos y solo es una pared con la que topamos.