Capitulo 33

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Al llegar abajo me dispongo a pedir algo de desayunar. Sonrió al ver que la mesa está lista y me siento; Francisca me sirve con una sonrisa amable. Comienzo a comer.

— Señorita, el joven Peter me dejó encargada que le diera su medicina.

— Gracias Francisca, pero me siento muy bien. ¿Sabes? Este desayuno está delicioso.

— Me alegro, pero por favor se toma la pastilla.

Sonriendo agarro la pastilla y me la tomo con el jugo.

— Listo. — sigo comiendo y al terminar intento llevar mi plato.

Francisca me detiene negando.

— Deje eso, yo lo voy a llevar.

— No te preocupes, yo quiero hacerlo.

— No, no. Este es mi trabajo. — toma los traste. — Mandaré a Mia para que ordene.

No intento hacerla cambiar de opinión. Tomando un banano comienzo a comerlo. Mi celular suena y veo que es un mensaje de Euge; ella está fuera esperando para ir a ver cosas de la boda. Salgo de la casa no antes recoger mi bolso subo y nos damos un beso de saludo en la mejilla.

— ¿Dónde iremos? — pregunto.

— ¿Que te parece si vamos a ver los manteles y adornos? Ya hablé con Peter, podemos comprar todo lo que necesitamos y sin límite además cuando llegue el día, solo se piden y lo envían.

— Me gusta, pero no serán tantas personas además quiero algo .....

— Intimo y sencillo. — termina la palabra por mi.

Las dos reímos. Euge conduce y vamos a ver lo que dice. Todo lo que vemos; ella le manda fotos a Peter, para ver si le gusta lo que yo elegía.

Llevamos yendo y viendo de aquí para allá, me siento un poco fatigada, solo que intento que no se me note.  Llegamos a una tienda con unos adornos muy hermosos. Entramos y comenzamos a ver; Miro un hermoso cisne de cristal.

— Hermoso ¿no? — escucho decir. Volteo y sonrió al ver al señor Talarico. — nos vemos de vuelta.

— Hola. — Saludo y me extraño al no ver a Euge. — ¿Cómo ha estado?

— Bien niña. ¿tú?

— Bien. — Sonrío.

— Por lo que me doy cuenta, estás preparando tu boda.

— Sí, solo que todo esto es muy loco y apenas hoy empecé.

— Y lo que falta. — bromea,  — pero vale la pena. ¿Puedo pedirte un favor?

— Claro.

— Estoy buscando un obsequio para mi esposa, pero soy malo en esto.

— Puede llevarle este cisne, es muy lindo y estoy segura que le va gustar.

— ¿Tus crees?

— Claro que sí.

Él lo miro y sonríe a media. 

— Si hubiera sido padre, mis hijos me hubieran ayudado.

— ¿No es padre? Oh, yo lo siento no es de mi incumbencia.

— No te preocupes. Mi esposa se enfermó y después de eso, los medicamentos y salud no le permitió quedar embarazada, pero no importa yo la amo y con ella me basta.

— Hubiera sido un buen padre. — digo sincera.

— Gracias niña. Tu padres deben estar orgullosos de tenerte.

— Mi padre sí, pero el murió y mi madre nunca fue una buena madre y ni lo será. Me odia por arruinar su vida. — no sé porque me es fácil hablar con él.

— Lo siento.

— ¿Nunca pensó tener un hijo con otra mujer?— negando me mira con la mirada oscurecida de dolor.

— Hubo una mujer a la que amé hace mucho. No estaba casado, era libre, solo que esa mujer me veía como una chequera andante y no con amor. Éramos de mundos diferentes, pero eso no me importaba. Estaba tan ciego que no veía el verdadero rostro de ella.

— ¿Qué pasó?

— Pues un día la seguí y la vi besándose con otro. La miré entrar a un hotel, le pagué a una mucama que me abriera la habitación. Ella estaba acostándose con otro y burlándose de lo idiota que era. Salí hecho furia de ese lugar, quería decirle de todo, solo que el amor que sentía por ella me detuvo y me fui unos días. En ese viaje conocí a la que ahora es mi esposa.

— ¿Qué ocurrió con la otra?

— Volví y ella me fue a busca, me dijo que era un maldito por haberla dejado y más en su estado.

— ¿Estaba embarazada?

— Sí. — hace una mueca. — me dijo que yo era el padre de su bebé, yo no le creí ya que me acordé que ella se acostaba con otro, pero yo no se lo dije no valía la pena. Lo que hice fue decirle que era un juego para mi que como yo iba a estar con una mujer que no era de mi altura. — hace una mueca. — duras palabras, solo no pude evitarlo y bueno le dije que yo no me iba hacer cargo. Ella se fue furiosa y yo sentí que me iba a morir.

— ¿Nunca se le pasó por la mente que podría ser su hijo?

— Sí lo pensé... Mi mujer me dijo que me quitara la duda. La busqué y me enteré que se había casado y todo quedó claro, ella quería hacerme creer de que era padre, para que me casara con ella. Me lo dijo, me dijo que el bebé no era mío si no de su esposo. Me fui y me casé con la mujer que me demostró que el amor puede ser a pesar de no ser de la misma clase social.

— Lo siento mucho. Lo bueno que no cayó en esa trampa. ¿Entonces su esposa tampoco era de dinero?

— No. Ella era la hija de la cocinera de la casa de huéspedes dónde me quedaba. ¿Te digo algo? Me hubiera encantado ser padre de ese bebé, pero por algo Dios hace las cosa.

— Así es señor Santiago. Yo no conocí a mi Verdadero padre, a mi madre le pasó lo mismo. Solo que ese señor se burló de mi madre y no se quiso hacer cargo de mi. Mi mamá se desquitó conmigo.... El único que me quiso fue el hombre que creía que era mi padre. Y no me importa, él lo es, porque a pesar que yo no era su hija, me amó como una.

— Me da gusto. ¿Puedo saber el nombre de sus padres?

— Lali, aquí está. — llega Euge antes que pudiera responderle a la pregunta. — Hola señor Talarico. Es un gusto verlo.

— El gusto es mío verla de nuevo señorita Lanzani, tan bella como siempre.

— Tan encantador usted señor. — se sonroja. — ¿interrumpo?

— Claro que no. La señorita me estaba ayudando a encontrar un obsequio para mi esposa y ya me dijo que llevarle. — toma el cisne.

— Es hermoso, la señora Alejandra le va encantar.

— También lo creo. Me despido y que tengan un lindo día.

Se acerca y le da un abrazo a Euge y después a mi. Sigo sin comprender porque causa me siento tan bien cuando él me abraza; es cómo si hubiera algo especial. Él parece que siente lo mismo ya que me mira con dulzura. Lo veo alejarse y Euge y yo seguimos con las compras.

Laberinto de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora