Capitulo 31

557 38 4
                                    

Lo veo salir furioso del baño y yo lo sigo, me mira molesto y yo no me quedo atrás. Estoy cansada que se comporte de esa forma.

— No sé qué te pasa, pero tu actitud me molesta.

— ¿Qué crees que pasa? Sólo porque no dormí contigo no significa que pase algo. 

— ¡Significa todo Peter! Dado que tus empleados piensas cualquier cosa.

— ¡Qué mierda te debe importar lo que piensen los empleados! No va ser el fin del mundo que yo no duerma contigo, va pasar siempre.

— Bueno... ¿Entonces por qué te molestas? — me cruzo de brazos. — Fácil pudiste decirme esto..., pero noooo. El hombre se molesta por una pregunta simple.

— ¡Me preguntas acusando qué pasa algo! — me grita.

— ¡No te acuso de nada! — le grito yo a él.

— ¡No me grites!

— ¡No me grites tú!

Nos miramos, nos retamos con la mirada. El ambiente se ha vuelto cargado. De pronto lo veo acercarse a mi rápidamente, no logró reaccionar cuando me toma de los brazos; me acerca a él bruscamente. Pega su labio a los mío y me besa brusca y apasionadamente. Nos besamos de una manera salvaje, los dos estamos molestos. El beso comienza a ir más y más fuerte y sin control. No sé cómo llegamos, pero volvimos hacer el amor; sólo que esta vez de una manera ruda y sin control.

— Hay veces que te quiero matar.   — me mira cuando se vuelve a poner la ropa.

— Somos dos. — me intento arreglar el pelo. — Peter no se porque llegamos a esto.

— Ni yo, nena. Solo que no dormir contigo ya que me quedé trabajando.

— Perdóname por ser una histérica, es que me molestó que tus empleadas digan cosas. — le explico haciendo un puchero.

— Yo voy hablar con ellas. — me da un tierno beso.

— Bueno.... Mejor me voy para dejarte trabajar. ¿Vas a llegar almorzar?

— Lo voy a intentar.

Asiento y le doy otro beso. Salgo y su secretaria me mira seria con una ceja levantada. Me sonrojo y camino rápidamente a los ascensores. Llego y aprieto el botón para que se abra.

— Vaya parece que nos vamos a encontrar siempre.

Volteo a ver y sonrió al ver a Gastón.

— Lo bueno que no somos enemigos. — digo divertida.

— Es lo bueno. — se abre el ascensor y los dos entramos. — ¿Pudiste hablar con Peter?

— Oh, sí, sí. Lo hice.

— Sí no es mucho... ¿Puedo saber que eres de Peter?

— Te voy a responder: soy la prometida de él.

— ¿Qué? Si no lo recuerdo mal. Peter no es prometido de...

— No ya no. Es una larga historia.

Veo que él se pone serio y asiente.

— Vaya.... Em... Bueno espero que sean felices..

— ¿Pasa algo?

— No, no, no. Todo bien. — las puertas se abren. — Nos vemos Lali, en verdad me gustó conocerte.   

Lo veo alejarse. Me extraña que se haya comportado así. Camino hacia la salida, no si antes recibir una mirada fulminante de la recepcionista.

Subo al auto y le pido al chofer que me lleve al cementerio. Quiero ir a la tumba de mi padre.

Cuando llego voy a dónde está su tumba. En el momento que estoy frente; me siento y quito las hojas que han caído.

— Hola papi... Aunque sé qué no lo eres, para mi lo seguirás siendo.  Ay papi... Me duele tanto saber que no eres mi padre, solo agradezco que fueras tú y no ese hombre que no me quiso. — me limpio las lágrimas que están cayendo. — Todavía me duele que mi madr....., Clarisa no me quisiera y solo me hiciera sufrir y lo peor que por ella tú estás muerto. Peter y yo..... Volvimos papi, nos vamos a casar. No te niego que quiero conocer al señor de quien llevo su sangre y decirle: ¿por qué no me quiso?...., pero yo nunca, nunca voy a olvidar que por vos soy la que soy ahora. Te quiero papi.

Me levanto y camino tristemente de vuelta al carro. El chofer me mira serio, pero eso no quita que me abra la puerta.

— ¿Otro lado dónde quiera ir?

— Sí...

Le pido que me lleve al local de Juli. Dando la dirección me lleva. Llegamos y ella al verme lanza un grito.

— No puedo creer que estés aquí.

— Hola amiga. Ayer volví.

— ¿Cómo te fue en tu viaje?

— Muy bien... Ay tengo tanto que contarte....

— Yo también..., pero ahorita no puedo Lali.

— ¿Qué, por qué no puedes?

— Tengo una almuerzo con los padres de mi novio.

— No te preocupes no podemos ver mañana. Además así te traigo el regalo que te traje.

— Dale. — me abraza. — te extrañe tanto amiga. Ahora si no te escapas, me vas a contar todo.

— Dale.

Las dos salimos y cada quién va por su lado. Le pido una última parada al chofer. Le pido que me lleve a mi departamento, quiero guardar alguna de mis cosas, no estoy segura que voy hacer con ese departamento, tal vez lo venda o lo conserve, no lo sé aún.

Cuándo llego; subo y abro. Me tambaleo al ver mi casa destruida y sin nada que sirva. Corro hacia mi cuarto y está de igual forma.

«¿Qué rayo pasó?» salgo de mi cuarto y entro en dónde dormía mi madre. Está de igual forma y con un fuerte olor alcohol, solo que la diferencia que ella está acostada.

—¡Clarisa! — grito comenzando a moverla. Ella se levanta y me ve.

— Hola hija. — sus ojos están rojo y la voz la tiene ronca.

— ¿Cómo entraste? ¡Yo te corrí!

— Tengo mi mañas. — ríe.

— ¡¿Qué rayos hiciste?!

Ella se levanta tambaleándose hacia mi.

— Sólo tomé algo para pagar algo de mi deuda... Y lo demás no servía.

— Estás mal, estás loca Clarisa... Quiero que te vaya.

— No me voy a ir. — eructa y la miro con desagrado. — Soy... Tu madre.

— No eres mi madre... Quiero que te vaya o llamaré a la policía.

Intento irme, pero ella me agarra de los brazos y comienza gritarme como loca.

— ¡Eres una maldita mal agradecida! — me comienza a zarandear. — Te debí abortar mal nacida! 

— ¡Suéltame! — quiero soltarme, pero clarisa está como loca y no puedo.

— Te odio maldita, te odio arruinaste mis planes... ¡Tú arruinas todo!

Ella me hace girar y me suelta bruscamente, de pronto ella levanta la mano y no reacciono a tiempo. Cuando me golpea y hace que pierda el equilibrio. De pronto caigo y mi cabeza pega en la mesa de noche, un fuerte dolor  viene y hace que comience a ver puntos negro hasta que todo se torna oscuro.

Laberinto de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora