Capitulo 24

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El siguiente movimiento sí que fue inesperado, el pequeño y frágil cuerpo de su esposa se debilitó y Lauren pudo notar como un efecto de cámara lenta en aquel momento, ella corriendo hacía Camila, atrapándola entre sus brazos al momento en que ella caía desmayada.  

Despertó notando una caricia sobre su mejilla, marcando un vaivén suave y delicado.

-Perdóname –escuchó susurrar e inmediatamente reconoció quien era.

Lauren.

El nombre sonaba tan raro en sus labios.

Tan... diferente.

Se estiró un poco sintiendo como las caricias cesaban.

-Voy a llamar al doctor –escuchó, pero lo detuvo antes de salir.

-¿Dónde estoy?

-En un hospital –se encogió de hombros.- nuestra canasta de picnic no contaba con botiquín de primeros auxilios.

Camila no pudo contener la mueca de una sonrisa -¿de casualidad este es el hospital donde está Michelle? –en coma, aún no procesaba eso del todo...

Lauren tensó su cuerpo, eso era un sí.

-¿Es un chiste o algo por el estilo?

-No, este era el hospital más cerca, no podía dejar pasar más tiempo.

-¿Ya lo has visto? –ella negó. -¿Sabes al menos si está bien?

-Puede que jamás despierte...

El aparato que marcaba el ritmo cardíaco de Camila dio un pequeño chirrido.

Lauren hizo una nota mental: No soltar noticias fuertes sin que ella esté preparada.

-Camila voy por un doctor...

-¡No! Necesito que me ayudes, debo salir de aquí y verlo.

-Acabas de desmayarte, Camila.

-Gracias por aclarar lo obvio –rodeó los ojos.

-Duele –pronunció ella en tono bajo, casi inaudible.

-¿Qué?

-¿Qué de qué?

-¿Qué duele?

-Tu actitud.

-¿Ahora entiendes como me sentí?

-Camila te prometo que jamás quise hacerte daño.

-Si no hubieras querido, nunca hubieras aceptado.

-No era la que soy hoy cuando acepte.

-Eras, eres y seguirás siendo una mentirosa, tonta, y superficial farsante.

Lauren frunció el ceño, el amor dolía muchísimo cuando no era correspondido. Sentía que estaban encendiendo una llama en su interior y estaba incendiando todo... dejándolo hueco.

Pero ella sabía que Camila sí la amaba, solo estaba dolida y enojada.

-Si no me ayudas tú, yo misma veré la forma de ir y verlo.

-Eres muy terca, Camila.

-Me importa poco lo que pienses de mí en estos instantes.

-Mi amor...

-No me digas así –gruño- ¿Sabes algo? Realmente no necesito de tu ayuda, llama al doctor si así lo deseas, pero después de eso quiero que te vayas, tengo suficiente dinero para pagar la cuenta yo misma, aunque eso tu ya lo sabes ¿cierto? Te casaste conmigo por ese motivo... -sus ojos se perdieron en algún punto de la habitación- como sea, solo vete de aquí. De verdad no quiero verte, firma los papeles de divorcio cuando te lleguen.

La historia se repetía, las mismas palabras que ella le había dicho a Lucy, Camila se las decía ahora a ella.

-Deberías mandarme a prisión. –comentó.

-No puedo- no quiero, te amo y no puedo verte atrás de las rejas, pero me hiciste daño. Camila reprimió todos esos sentimientos y conservó una mirada serena cuando lo único que deseaba era llorar.

-Claro que puedes.

-¿Y a quién denunciaría a Michelle o aLauren?

-A Lauren Jauregui –pronunció ella, si no podía estar con Camila no le importaba pasar el resto de sus días en la cárcel.- falsificar una identidad, intento de estafa, falsificación de papeles salubres y de credenciales. Sería demasiado tiempo en prisión, demasiado tiempo sin vernos ¿eso es lo que quieres, no?

-No, no quiero enviar a la hermana de la mujer que amo a la cárcel.

-Tú no amas a Michelle.

-Si lo hago, conviví mucho más con ella que contigo. Quiero a Michelle -dijo Camila.

Un pequeño musculo dio un tirón en la comisura de los labios de Lauren.

-No te creo.

-Lauren, ¿por qué me haces esto?

-Porque me estas mintiendo. Y porque te estás mintiendo a ti misma.

-Sal de aquí.

-No –se impuso.

- La única mentirosa aquí eres tú, y más vale que salgas de aquí antes de que llame a seguridad.

-Creo que debes pensar en varias cosas, pero no puedes dejarme a mí sin respuestas Camila. Cuando analices y pienses bien, quiero que lleguen papeles... una carta de amor, una carta con un citatorio para el divorcio o una carta para el juzgado junto con mi orden de arresto.

-No puedes exigirme eso, lo único que te mandare va a ser a dos señores a que te den una buena paliza.

-Bien, entonces también esperare por eso.

Se acercó un poco, provocando que Camila se alejara involuntariamente.

-Te amo –le dijo y salió por la puerta, se quedó ahí unos minutos, los suficientes para escuchar como su esposa, su Camila se echaba a llorar.

Era un monstruo.
Un asco.
De verdad merecía esa golpiza.

Después se dirigió al siguiente piso, era hora de saber el verdadero estado de Michelle...

La Farsante (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora