Capitulo 58

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Lauren sonríe, acariciando los nudillos de su esposa poco antes de apretar sus manos brindándose calor.

-Son tan... –comienza Dinah.

-bonitos –completa Drew, meciendo a Lukas en sus brazos.- No me canso de verlos. Cada vez que vengo estan más grandes.

-Se parecen a Lauren –musita llena de admiración la rubia, Siope está detrás de ella, mirando atento a los gemelos que duermen con serenidad, perdido entre sus pensamientos.

Camila está casi segura que se está imaginando a un bebé con los ojos cafes de DJ y los cabellos negros de él.

-¿Se parecen? –Cuestiona Drew en un tono irónico.- ¡Son idénticos! Es como si ella renaciera en dos cuerpos. Lo único que tienen de Camila es la sangre.

-No es así –contradice la morena- Lukas tiene los ojos de nuestro papá. Grises como una noche de tormenta.

Drew asiente un poco cohibido y observa a sus sobrinos que son el retrato de Jauregui: con el cabello negro, la nariz pequeña, los labios rosados casi tanto como lo estaban sus mejillas, con sus pestañas largas. Mitchel con ojos color verdes y Lukas, tal como Camila lo había dicho, de un gris azulado.

-Mamá siempre me contaba la historia de cómo se conocieron papá y ella y como a veces los ojos de Alejandro cambiaban de azul a gris y viceversa, ella creía que usaba lentes de contacto, pero después de un tiempo se dio cuenta que así eran sus ojos. Papá siempre creyó que en algún momento se quedaría ciego, pero todos los doctores le dijeron que era completamente normal. Estoy seguro que Lukas no tendrá problemas.

-Será un galán -bromeó Lauren- conquistará a todas con esos ojazos.

Camila sonrió recordando como siempre que se lo pedía, su madre la abrazaba y le contaba una y otra vez como había conocido a su papá en un día llovioso... cuando su coche se había descompuesto y su padre se había ofrecido a llevarla. Decía que sus ojos combinaban con aquella tormenta y que eso la hipnotizó.

Camila casi había gritado cuando su pequeño Lukas había abierto los ojos mostrándole que poseía los mismos ojos de su abuelo.

-Es extraño que hayan predominado los ojos claros en los bebés ¿verdad?

-Clara tiene los ojos verdes-azulados y mis abuelos también –murmuró Lauren.- El padre de Camila y su bisabuela también los tenían.

Se encogió de hombros y jaló el cuerpo de su esposa para mantenerla más cerca, el frío cada vez era más fuerte y según los pronósticos del tiempo en pocos días comenzaría a nevar.

Mitchel se retuerce un poco entre los brazos de Dinah y empieza a llorar con fuerza, la rubia casi inmediatamente alza los brazos hacía Lauren entregándole al bebé con miedo.

-No hiciste nada malo DJ –dice y agarra al bebé con dulzura.- Yo también me culpé la primera vez que lloró en mis brazos, pero así son los bebés y así es su forma de comunicarse por ahora, debe de tener frío o hambre.

Lo abraza un poco y le acaricia el poco cabello con calma.

-Chss chhss –lo tranquiliza.- cálmate campeón, tu mami ya viene. No tienes por qué llorar, vas a despertar a tu hermanito.

Mitchel empieza a calmarse un poco y con su frágil mano envuelve el pulgar de su mamá. Los ojos de Camila brillan con orgullo cuando se acerca, así ha ocurrido desde que salieron del hospital. Lauren tiene la magia para hacer que sus hijos se consuelen, es una conexión que va más allá de su entendimiento. Y sabe dentro de sí que eso nació desde que sus bebés pateaban con entusiasmo cuando la escuchaban.

La amaban, amaban a su mamá aún sin ser completamente conscientes de lo que ocurría a su alrededor. La adoraban desde que estaban en el vientre de Camila podía notar que Lauren no se quedaba atrás conforme al cariño, por las noches los arrullaba con su guitarra y cuando despertaban en la madrugada los llevaba a la habitación para que ella pudiera alimentarlos, los besaba, los cargaba de aquí para allá.

A cada persona que se acercaba para mirarlos de cerca, sorprendidos de ver a dos bebés idénticos, Lauren les sonreía y con una voz feliz alardeaba del hecho que eran sus hijos.

<<Simplemente creo que no seré una buena madre>> había dicho.

Pero era todo lo contrario.

Durante estos días había demostrado su gran capacidad para ser la mejor de las mamás y si era posible... la mejor de las esposas.

***

Siente la garganta seca después de unos momentos, abre los ojos con dificultad y revisa su alarma.
7:00 p.m.

Lo último que recordaba era Dinah y Drew despidiéndose, ella recostándose agotada y después... nada. Suponía que se había quedado dormida, a juzgar por el reloj, había dormido tres cuartos de hora.

Se retuerce un poco, levantándose de la gran cama, teniendo el máximo cuidado por si algún bebé o Lauren están ahí también, pero no. La cama está vacía. Camina hasta la cocina sirviéndose un vaso de agua que la ayuda a sentir su garganta mejor.

Tal vez se iba a enfermar.

-¿Lolo?

La respuesta es débil y proviene del cuarto de los bebés. <<Estoy aquí>>

Se dirige con pasos largos hacía ahí, encontrándose con una de las escenas más conmovedoras que ha visto jamás.

Lauren carga a Lukas en brazos, o al menos Camila cree que es Lukas. Lo confirma cuando mira su cuello y nota el dije con la "C" colgando de ésta.

Mitchel está durmiendo como un angelito en su cuna.

 La ojiverde tararea en silencio una canción de cuna que a la morena le parece vagamente familiar.

-Se despertó hace unos momentos –susurra.- no quería despertarte, así que lo arrullé hasta que quedó dormido nuevamente.

-Gracias –murmura.

Lauren devuelve a Lukas dentro de su camita, lo arropa con la pequeña manta azul y después revisa a Mitchel.

-Están bien pero aún no están cómodos en este cuarto.

-Se acostumbraron a dormir con nosotras, es normal. Deberíamos mover las cunas hasta nuestra habitación, al menos hasta que estén más grandes.

-Mañana lo haré –la cargó un poco presionándola contra la pared, de modo que quedara entre ella y el muro.- Te amo.

-Te amo –masculló escondiendo la cara en el cuello de Lauren. Olía limpio, a jabón, menta, a un perfume encantador.... olía a Lauren.

Apretándola contra sí la besó con fuerza, olvidándose por un instante que estaban en el cuarto de sus hijos. La tomó de la cintura e hizo que ella rodeara su cuello con los brazos.

Cuando se separaron, quedando a escasos centímetros del otro Camila acarició los lunares cerca de su boca. Siempre se había sentido atraída por los del perfil de Michelle, más bien se volvió un poco loca cuando después de la boda nunca los pudo ver.

Y ahora simplemente no los extrañaba. Extrañaba a Michelle, al igual que lo hacía Lauren. Pero era de una forma diferente,Michelle se había vuelto como su hermana antes de morir y siempre la recordaría, aún más porque decidieron ponerle a un bebé un nombre en su honor.

Pero Lauren... siempre que estaba con ella se sentía completa, la irradiaba una armonía inmensa, un amor tremendo y una pasión sin freno.

No sabía que sería hoy sin ella a su lado. O sin sus hijos.

Bajo su mano hasta tomar la izquierda de Lauren y con calma beso su anillo, el anillo que marcaba que Lauren era de ella y que ella era de Lauren.

Cada vez que despertaba por la mañana y la encontraba dormida, con el cabello hecho un desastre y su preciosa boca semi-abierta, cuando su mirada se encontraba con ese círculo de oro blanco adornándole el dedo anular, su corazón se hacía tres veces más grande.

-¿En qué piensas? –preguntó al verla tan atenta.

-En que tus votos fueron ciertos. Mi amor por ti crece con cada respiro.

La Farsante (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora