Capitulo 2

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  El sonido de la puerta abriéndose hizo que Camila saltara de la silla.

-Hola –la dulce sonrisa de Drew se encontraba al otro lado. –Oí por ahí que llegaste una hora tarde ¿Qué pasó?

-Me asustaste –jadeó mientras se tocaba el pecho.

-Perdón, ¿Vas a contarme? –insistió.

-Simplemente me quedé dormida, eso es todo –respondió tensa-. No tienes porque darme un sermón. Sé que aunque la empresa es nuestra no tengo derecho a ningún privilegio.

-Claro que lo tienes –se burló- Me alegro de que hayas descansado, princesa, ya te hacía falta.

-Drew, ¿aún eres amigo de esa chica que fue tu novia en el bachillerato? –preguntó la morena.

-¿Cuál?

-Aquella que estudiaba el significado de los sueños.

-¿Annie? Lo último que supe de ella fue que se mudó a Chicago, debo de tener su teléfono por ahí. ¿Lo necesitas?

-No, no te preocupes. Era una tontería.

-Está bien. Si ocupas algo ya sabes dónde encontrarme.

Camila suspiró, ese sueño había sido solo eso: Un sueño. No podía permitir que la pusiera paranoica.
* * *
Los Ángeles, California.

Lauren suspiró sonoramente mientras entraba al edificio. Su padre había llamado hace unas horas. Su padre nunca llamaba, debía ser algo importante.

Entró con paso lento, no le afectaba que tanta urgencia pudiera tener su padre para hablar con ella, Ahora que lo pensaba bien no podía ser algo de vida o muerte; si no claro no hubiera ocurrido a ella, si no a Michelle.

Mientras avanzaba notó la mirada de cada mujer en el edificio sobre ella; sobre su pecho, su abdomen, su trasero, su cara, sobre el bulto en sus pantalones que jamás pasaba desapercibido, recorriéndole de pies a cabeza mientras que ella solo sonreía.

Las mujeres eran tan predecibles.

-Señora Jauregui –carraspeó la secretaria al verlo entrar, estaba sorprendida; ella nunca pisaba las Oficinas Jauregui.

-Mi padre habló. Supongo que le dijo que vendría ¿puedo entrar?

-Señora Jauregui yo creo que lo mejor sería llamar para saber si está ocupado y...-dijo mientras levantaba el auricular, pero ya era tarde; Lauren se dirigía a la oficina de Michael.

Lauren abrió la puerta sin ningún signo de delicadeza, interrumpiendo así la llamada de su padre.
-Un imprevisto a ocurrido, hablo después contigo Tom –pronunció Michael antes de finalizar la llamada.
Lauren soltó una risa mental, así es como lo llamaba su padre: Un imprevisto.

-Michael–dijo seco.

-Lauren –contestó de la misma manera él.

-¿Vas a decirme para qué me llamaste? Sabes que tus oficinas me provocan dolor de cabeza.

-Todo lugar te lo provoca, excepto los bares al parecer.

-¿Me llamaste acaso para hablar de lo que hago con mi vida? ¡Por favor! Si esa charla ya está gastada –retrocedió furiosa dispuesto a salir del lugar-. Ya me has dicho cuanto te avergüenzo como hija, ya te he dicho yo que trataré que la prensa no me caché cuando hago algo indebido. Pero lo siento Michael, ¡tu hija Lauren sale en el noticiero porque lo vieron cayéndose de borracho en una cantina! Si quieres a alguien que salga para recibir medallas y reconocimientos... habla con Michelle.

-Espera –lo detuvo- No niego que me moleste eso, pero no es de lo que quiero hablar.

Lauren suspiró frustrado mientras volvía a incorporarse y señalaba una silla.

-Puedes sentarte –dijo Michael.

-No te estaba pidiendo permiso.

-¿¡Podrías dejarte de tonterías y escucharme!?

La oji-verde se acomodó en el asiento mientras le dirigía una mirada, indicándole que podía proceder.

-Hace dos años la empresa empezó a bajar de popularidad, las personas preferían otras compañías y entonces tuvimos una pequeña crisis por la cual yo tuve que pedir un préstamo. Después de unos meses...

-¿Podías ir al grano? –preguntó harto. El dolor de cabeza se estaba convirtiendo en jaqueca.
Michael suspiró. A Lauren nunca le habían importado los hoteles Jauregui, lo único que era de su interés era el dinero que le llegaba cada quincena. Bueno ahora debería preocuparse porque era casi seguro que ese dinero ya no llegaría. Ya no más lujos. Ya no más fiestas.

Y tampoco explicaciones. Ni delicadeza.

-Estamos en quiebra.   

La Farsante (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora