Capitulo 34

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Camila estaba perdida entre sus pensamientos, frotando levemente su abdomen y viendo sobre su ventana la inmensa ciudad de Nueva York. Aun era tan confuso todo, esperaba vagamente todavía que Lauren le dijera en cualquier momento que se arrepentía de lo que había dicho y que la dejaba, pero eso no había ocurrido y empezaba a dudar en que ocurriría; Lauren se había comportado como toda mujer hubiera deseado ¡Le había pedido que fuera su novia! Y dijo que amaba al bebé, pero ¿todavía podía confiar en ella? Era tan difícil.

-¿Camila? –ella volteó encontrándosela, perfecta, como siempre. Era como una escultura.

-¿Sí?

-¿Estás dudando, verdad? De mi promesa –su boca formó una línea tiesa.

-¿Cómo lo sabes?

-He aprendido a leer tus reacciones, tienes miedo, y me aterra demasiado que lo tengas siempre –ella hizo una cara, confusa- ya sabes, toda tu vida sin poder confiar en mí, eso me da terror. Me refiero a que sé que te mentí y sé que no es fácil confiar en una persona cuando tu relación con ella empieza con engaños...

-Y con estafas –interrumpió.

-Sí –suspiró- engaños y estafas, pero solo quiero que sepas que haré todo lo que esté a mi alcance para probarte que quiero ser una mujer diferente, me quiero ganar tu confianza y tu cariño.

-Ya tienes mi cariño. No dudo de eso.

-¿Entonces de qué dudas? Ya te he dejado claro que no me iré.

-¿Cómo viviremos? Hablo de que tú no tienes trabajo, no has trabajado nunca y... ¿vivirás de mi dinero?

Lauren negó –No, nena. Ya estoy buscando trabajo.

-¿De verdad? –preguntó insegura.

-Sí, estoy viendo posibilidades para ser contratado por una empresa, me quieren para escribir canciones.

-Dijiste que no escribías canciones... -¿le estaba mintiendo de nuevo?

-Creo que he encontrado a mi musa, y a mi fuente de inspiración para escribirlas–le dijo al momento en que acariciaba su mejilla.- Sino consigo ese empleo, me gustaría ser maestra de música.

Cabello sonrió –Eso me gusta, cualquiera de las dos opciones suena bien.

-Cambiaré, juro que lo haré.

-Tampoco quiero que cambies radicalmente, solo sé más responsable y ámame mucho –rió-.

-Oh, eso no se tiene que pedir, Camz. ¡Te amo, te amo, te amo! –gritó al momento que la abrazaba y le daba varias vueltas.

-¡Para, me estoy mareando! –se detuvo y la posó frente a ella.

-Tienen una buena vista desde aquí –murmuro viendo hacía la ventana, las luces nocturnas de Nueva York lucían tan preciosas a esa hora.

Camila asintió con la cara un poco descompuesta -¿Tienes nauseas?

-Sí –volvió a acariciarse el estomago- esto de los mareos es horrible.

-Perdóname –le pidió y dio un beso pequeño en sus labios, después bajo lentamente hasta su vientre y subió la camisa de Camila- Perdóname tú también, bebé, prometo ya no ser tan brusca con mami, –depositó un beso sobre el ombligo de Camila y siguió un camino de besos hasta su pecho, aventó la camisa por algún lugar de la habitación y recostó a Camila sobre la cama.

La atrajo hacía ella y la besó dulcemente con la necesidad plasmada en sus ojos, sus manos buscaron su espalda y delicadamente  desabrochó su sostén, empezando a hacer pequeñas figuritas por detrás de la espalda de Camila, los besos empezaron a ser más demandantes y pudo sentir como Camila gemía el nombre de Lauren entre sus labios, y Lauren se dio cuenta que era la primera vez que estaban juntos y que ella sabía que era Lauren y no Michelle, la primera vez que la oía gemir de placer su verdadero nombre.

Enredó sus grandes manos en el cabello de Camila  mientras esta se encargaba de desabotonar la camisa de Lauren, las respiraciones de ambas poco a poco fueron perdiendo el ritmo conforme los besos se volvían frenéticos.

Lauren se movió por encima de ella cuando su camisa estuvo desabotonada y la lanzó tan lejos como pudo, después volteó con Camila, contemplándola y admirándola con grandes ojos llenos de deseo, Camila estaba tan deseosa como Lauren, quizás más.

Luego, Lauren prácticamente arrancó los jeans de Camila y formó un leve manoseo por sus piernas, sus caricias estaban teñidas de impaciencia, quitó sus pantalones junto con sus bóxers también, quedando ahora ella desnuda y Camila solo con sus bragas, Camila tomó las estrechas caderas de Lauren y la acercó a su boca mientras se encargaba de acariciarla y darle a entender por medio de sus caricias que la perdonaba y que confiaba en ella, que la amaba. Lauren estaba caliente y dura contra ella, siendo desesperadamente lento en quitar la última prenda sobre su cuerpo.

-Ya, por favor –gimió arqueándose para sentirla, entonces pudo sentir como la ojiverde quitó la prenda y poco después estaban desnudas, cuerpo contra cuerpo, Camila ruborizada y Lauren con los ojos con un verde oscuro.

Entonces se adentró en ella siendo delicada al principio, tomándose su tiempo para besar cada centímetro de su piel, la estaba llenando y siendo cuidadosa en no ser brusca, como si temiera herir al bebé o a Camila, su cuerpo empezó a temblar del puro estasis y sintió como Lauren la empezaba a embestir más salvajemente, mordiendo sus labios.

Las caderas de ambas empezaron a tomar ritmo, haciendo que varios gemidos y gritos salieran de sus bocas, la pasión los estaba consumiendo y Camila empezó a sentir esa sensación conocida en el vientre, estaba por llegar. Entreabrió sus labios buscando más oxigeno y se agarró de los brazos de Lauren, que estaban bañados por una fina capa de sudor, enterró sus uñas mientras llegaba al climax.

-Lauren –gimió, mordiendo el cuello de la ojiverde.

Lauren llegó al momento de sentir los dientes de Camila sobre su piel, y la llenó por completo, no solo llegando al orgasmo si no dándole todo el amor que sentía, por fin Camila era suya y Lauren por fin era de Camila.

Estrujo sus brazos alrededor de Camila y la besó hasta el cansancio.

-Mía –le ronroneó al oído.

-Tuya –contestó Camila, antes de caer dormida.

La Farsante (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora