Capitulo 31

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New York, City.


-¿Tienes novia, Drew? –preguntó de repente la morena, su hermano no había dejado de mirar su teléfono desde que habían empezado a comer.

-No –empezó a frotarse la sien- ¿Por qué?

-Porque no has despegado la mirada de tu celular desde hace como una hora y eso realmente es grosero, porque estás comiendo con nosotras. Me gustaría que al menos nos veas a la cara, cuando hablamos.

Él levantó una ceja y se dirigió con Dinah -¿Todas las embarazadas se ponen de mal humor?

-Y yo que voy a saber –murmuró- no he tenido novio desde hace 3 meses y al menos que yo no lo sepa... jamás he estado embarazada.

Drew soltó una risa, y dejó su iPhone de lado.

-Perdón, entonces. Me concentraré desde ahora en su aburrida plática de chicas. -Camila le hizo una mueca.

-Yo sé que estás ocultando algo, Drew Cabello ¡dime!

-Mila, no es nada importante, de verdad. Estoy esperando una llamada, eso es todo.

-¿De quién? –preguntó ahora la rubia.

-De alguien, no sean tan entrometidas y acábense su hamburguesa que no me salió gratis. –gruñó.

-¿Drew, no estarás embarazado? Estás de muy mal humor –bromeó Camila.

-Jajaja –rió sarcástico- esperen un instante, vuelvo enseguida.

Marcó el número de Jauregui, se suponía que ella le llamaría para avisarle a qué hora llegaba su vuelo y hasta ahora no había señales de ella.

Después de tres timbrazos, contestó.

-¿Hola?

-¿No planeas venir?

-Un problema ocurrió por acá.

-Te advertí que pasaría si no venías...

-Me dijiste que me querías hasta mañana, temprano. Tomaré un vuelo nocturno, cálmate ¿sí?

-¿Y al menos solucionaste tu problema, o vas a estar aquí tratando que mi hermana lo solucione?

Lauren bufó- Ya está controlado, aunque no creo que de verdad te importe.

-Bueno pues acá tendrás otro problema, y la verdad esperaba que llegaras más pronto para poder hablar contigo antes, pero como sea... llámame cuando estés en el aeropuerto de Nueva York, yo iré por ti.

-¿Camila, está mal? –preguntó.

Drew suspiró- Solo diré que viajes lo más pronto posible, ella te necesita.

Cortó la llamada rápidamente y Lauren frunció el ceño, nunca respondían sus preguntas...

Drew volvió a su mesa; Dinah y Camila ya habían terminado su comida mientras que la de él estaba completa y lo más seguro es que fría.

-¿Quieren irse ya?

-¿Con quién hablabas?

-Eran asuntos de la oficina, Camila. Deja la curiosidad.

-Me estás ocultando, Drew. No entiendo porqué las personas me creen tan ingenua...

-No, Camila. Te prometo que no estoy haciendo nada malo, créeme. Todo lo que hago, lo hago porque te amo y eres mi hermanita y no quiero que nadie te haga daño, ¿sí?

Ella sintió y abrazó a Drew con fuerza.

-Te quiero –le susurró.- Eres la única persona que nunca me ha fallado.


***

Los Ángeles, California.

-No, tú no puedes irte. –chilló.

-Mira Lucy, entiende de una vez que no tienes ningún derecho sobre mí, ese hijo no es mío, supongo que eso ya quedó claro; esta no es tu casa, te quedarás aquí solo mientras me voy a Nueva York y ya te dejé las reglas, sin fiestas, ni hombres, ni alcohol, recuerda que en tu estado no puedes beber. No eres mi novia, ni mi esposa, ni siquiera mi amiga, eres la futura madre de quien será mi sobrino y por eso te ayudo, pero yo quiero ver a Camila, estaba en mis planes desde antes que llegaras con todo este problema, así que por favor no te creas que tienes algún poder para impedirme viajar.

-¿Pero cómo se supone que compraré comida? Y...

-Estás embarazada, Lucy, no invalida o sin una pierna, puedes caminar hasta el supermercado, y si te da mucha flojera vas en tu coche y compras lo que necesites, ¡ya! Ahí está tu solución.

-No tengo dinero.

-Entonces vende tu auto, eso fue lo que yo hice.

-¿Mi auto? No ganaría demasiado, el tuyo al menos era lujoso, el mío es una porquería, se descompone siempre.

-Trabaja, entonces.

-Mira quien lo dice –rodó los ojos.

-Sí, creo que no soy la indicada para pedirte que trabajes, pero no te voy a dar dinero, y ya no me puedo quedar, vas a hacer que vuelva a perder mi vuelo.

-Tengo una pregunta para ti –ahora fue Lauren quien puso los ojos en blanco.

-¡¿Qué?! –gruñó entre dientes.

-Si el bebé hubiera sido tuyo, ¿te hubieras quedado, conmigo?

-El bebé no es mío...

-Te estoy pidiendo que lo imagines.

-No tengo tiempo para imaginar nada. Adiós.

La Farsante (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora