Capitulo 57 (Parte 2)

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4 de Noviembre.

Sintió su cabeza inclinarse y sonreír con alivio al escuchar el lloriqueo del segundo bebé junto con el gran gruñido de Camila destrozando su mano en apretones. Volteo a la par con el doctor para observar el reloj en la blanca pared del hospital.

01:09 a.m. Exactamente 13 minutos después de que el primer gemelo naciera.

Escucha a Camila soltar un suspiro profundo y la mira, tiene una pequeña y cansada sonrisa y el sudor le recorre la frente, sus ojos quieren cerrarse por el agotamiento pero en ellos brilla un orgullo infinito hacia sus bebés.

Sigue y estudia cada movimiento que hace el doctor con el pequeñín, como evalúa su cabeza, su tronco, sus pies y sus hermosas y rosadas manitas. Después revisa sus oídos, nariz, boca y paladar, asegurándose que todo esté en orden le brinda una cálida sonrisa a la morena queriéndole indicar que su segundo bebé a nacido tan sano y salvo como el primero.

Poco después empiezan a verificar los latidos de su corazón pero el cuerpo de Camila se está debilitando, no ha dormido en horas y lo que realmente desea en ese momento es dormir, así que cierra sus ojos y se deja llevar por unos minutos. Despierta nuevamente cuando siente la dulce voz de la enfermera llamarla y después la rasposa y sexy voz de Lauren pidiéndole que abra sus ojos.

-Abrace a su hijo, señorita Jauregui –le murmura y Camila siente la presión de un pequeño cuerpo que no mide siquiera lo que mide su brazo. La enfermera lo entrega y una sensación indescriptible la llena por dentro. Es la experiencia más hermosa que había tenido jamás.

Ese niño, su bebé, su hijo encajaba con perfección y se acoplaba a sus brazos tal y como si éstos estuviesen hechos solo para sostenerlo entre ellos y compartir así el calor corporal.

-Hola bebé –susurro mientras lo meneaba con suavidad.

La calma que irradiaba el pequeño ser frente a ella era exactamente la misma que le provocaba ver a su hermanito que era cargado por su Laure, la observó, perdida en las facciones de su bebé, tan concentrada en cargarlo, en adorarlo con los ojos, musitándole algunas palabras que le eran imposibles de escuchar pero que sabía estaban llenas de cariño.

Cuando bajó su mirada y vio a su pequeño ojiverde durmiendo con una sonrisa adornándole los labios no pudo evitar levantar las cejas con sorpresa, era tan familiar lo que veía, pues era la misma cara que la acompañaba toda las noches... cada uno de sus rasgos, tan hermosos como los de su Lauren.

-Es igual a ti –dijo a Lauren y ésta inmediatamente la examinó. Se veía tan tierno así, con sus mejillas sonrosadas y sus ojos grandes.

Trató de contener todas las sensaciones que la embargaron cuando escuchó una leve queja de parte del bultito que cargaba en brazos, solo fue eso una 'queja' tal vez por la formar en que lo había posicionado, pero solo eso bastó para que sus ojos quisieran soltar lágrimas.

Era un sentimiento tan... nuevo. Tan precioso. Definitivamente podía acostumbrarse a sentirlo.

-¿Está bien? –preguntó Camila con preocupación al escuchar el quejido de su nene.

-Todo está en orden –masculló mientras tomaba asiento a un lado de ella y le mostraba el perfil de su hijo –Sólo estaba admirando esto.

Camila contempló con fascinación el rostro de su primer hijo, y casi pudo sentir como el nudo se le formaba en la mitad de la garganta.

-Es imposible... –pasó con cuidado un dedo evitando el área de su oreja que aún se encontraba sensible.

-Es tan posible como también es un Jauregui.

Ella solo pudo sonreír.

-Estaba pensando –comenzó ella- dijimos que llamaríamos a uno Malik, sólo porque buscábamos un nombre con M y yo... - hizo una pausa - yo estaba pensando en llamarlo Mitchel, en honor a Michelle -¿Te molesta?

Ella negó con la cabeza.- No, Lolo. Es perfecto.

-¿De verdad?

-Debo admitir que cada vez que viera estos lunares adornándole el perfil, tal como los tenía Michelle... no podría evitar pensar en ella.

-Y así tendremos un distintivo –rió.- Cuando no los reconozcamos simplemente miraremos su perfil derecho buscando los lunares.

Camila también rió.

-¿Te gusta tu nombre, chiquito? –lo levantó un poco y éste inmediatamente empezó a sollozar con fuerza.

La morena sintió como se le estrujaba el corazón, por fin entendió todo eso que había escuchado... el llanto de un hijo duele más que nada en la tierra.

-¡Lauren! –Regañó.- No tienen ni dos horas de haber nacido ¿podrías ser menos brusca?

-Lo siento tanto –gimió entregándoselo a una enfermera que lo veía con severidad.

-Los llevaremos a dormir un poco, para que la madre descanse también, señora Jauregui, usted también debería ir a dormir –después se dirigió aCamila- Necesita reposar, cuando despierte le traeré a los niños para que les de pecho.

Cuando ambos bebés fueron retirados, Camila le echó un vistazo a Lauren. La ojiverde mantenía la mirada baja y los ojos caídos.

-Hey –lo llamó.

-Soy una estúpida.

-Lolo...

-No puedo hacer nada sin arruinar las cosas.

-¿Podrías por favor dejarte de culpar de todo? –pidió, alborotándole su lacio cabello.

-Es que...

-Serás una gran madre.

-...lo lastimé...

-Esos errores se cometen, Lolo. Eres una madre primeriza y nunca has tenido nada que ver con bebés. Ahora sabes que a los recién nacidos se les trata con más suavidad.

-No me perdonaré jamás si le hice daño.

-Si lo hubieras dañado ya tendríamos a un doctor aquí –pero ella seguía con su mirada gacha.- Hey mírame –exigió.

 La ojiverde su vista, mostrándole unos ojos verde esmeralda llenos de pena.

-Te amo –murmuró.- Gracias por quedarte aquí conmigo y brindarme apoyo.

-No podía dejarte sola.

-Gracias.

-No, de verdad no podía dejarte. Te pegaste a mi mano como si tuviéramos pegamento industrial entre ellas –bromeó.

Camila soltó una carcajada.

-No es de risa, sentí que iba a quedar sin mano –hizo un puchero.

-¡Oye, pero si tú no estabas teniendo contracciones! ¡Sentía que me estaba partiendo en dos!

-Es solo un chiste, cariño –la besó.- De las dos, tú fuiste la más fuerte hoy. Te dejo, quiero que descanses. Iré por ropa para los niños, para ti y a darme una ducha.

Se quejó-No quiero que te vayas.

-Pero tienes que dormir.

-Quédate hasta que me duerma ¿sí?

-Trato hecho, princesa –comenzó a hacerle mimos en el cabello, arrullándola.- The day we met, Frozen I held my breath, Right from the start, I knew that I found a home for my heart...

-¿Qué haces? –preguntó divertida.

-Te canto para que duermas –sonrió, continuando la canción. Cuando susurró el último verso la respiración de Camila se había vuelto lenta y pacífica y en todo su cuerpo se había relajado.
Se levantó en silencio, depositó un leve beso en su boca y salió de la habitación. Había sido un día pesado, pero todo el esfuerzo había valido la pena.

Todo por lo que habían luchado valía la pena ahora que tenían a dos seres por quién luchar más.

La Farsante (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora