Capitulo 54 (Parte 2)

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La llamada fue cortada y casi automáticamente Camila sintió como el nudo imaginario le apretaba la garganta y la sangre desaparecía de su cara, empezó a acariciar su vientre al sentir las patadas incesables de los bebés.

-Todo está bien bebés –arrulló en un susurro- Vamos a estar a salvo, pero tenemos que salvar a la tía Dinah, ¿sí? Los amo.

Tomó su aparato telefónico y lo depositó dentro de su bolsillo, respiró hondo y con cuidados extremos abrió la puerta, tratando de que Michelle no se diera cuenta que abandonaba el apartamento.
Mientras se encaminaba a la calle sus únicos acompañantes eran su mente, llena de confusión, pánico, miedo, tal vez tristeza también, y las patadas de sus hijos que no paraban. Las manos le temblaron cuando divisó a Dinah y a Lucy en una esquina.

-Suéltala –pidió con voz calmada.

-Lo haré –sonrió con malicia.- En cuanto tomes mi mano, ella será libre.

Su enemiga sostenía a la rubia contra el pecho, con el brazo torcido y... con lo que suponía Camila, un arma contra la espalda.

Tragó con dificultad, ¿qué se hace en situaciones como éstas?

-¡Camila, no! –gritó Dinah al notar como la morena estiraba su delgado brazo hacia Lucy, pero fue silenciada con un movimiento corto pero brusco, que dejaba claro lo que ocurriría si no se mantenía callada.

La estaba amenazando con la misma pistola de aquella vez del intento de secuestro. La misma que había robado en la fiesta de cumpleaños de Camila.

-¡No le hagas daño! –gimió y con terror sintió como Lucy jaló su brazo velozmente, atrayéndola con brusquedad al lugar que ocupaba Dinah, soltando a ésta al instante, ahora era Camila quien sentía el arma en la espalda.

-Vete –ordenó en un bramido a Dinah, pero ella no se movió de su lugar.

-DJ, por favor-rogó Camila y sin más que poder hacer la rubia dio media vuelta hasta estar lo suficientemente alejada, hasta que Lucy no pudo notarla. Pero se mantuvo ahí, esperando... viendo a su mejor amiga tensa, escuchando indicaciones y después observando cómo ambas subían a un taxi. Después de forzar a su mente a aprenderse el número de placas, subió hasta el apartamento a pedir ayuda a Michelle, cada minuto solo rogaba para que las placas no se le olvidaran y rezaba porque su amiga estuviera bien...


~°~

Ella empezó a jugar con los montoncitos de tierra que se encontraban por sus pies, destruyéndolos, volviéndolos a construir, intercalando el pie para patearlos, sabía que no era el mejor momento para ponerse a jugar con arena, pero ver a Lucy caminar a su alrededor solo le ponía los pelos de punta.

El taxi las había dejado en una clase de terreno baldío, no había mucho a los alrededores, árboles con pocas hojas encima, carros que, casi podía apostar, no funcionaban. Un edificio grande y viejo se cernía frente al plano valle café en donde estaban ellas, era esa clase de torre donde un director de películas quisiera grabar alguna escena de miedo, ventanas grandes, pasillos largos, telarañas por doquier.

El espacio que abarcaban ellas era como el típico lugar que rentan para alguna clase de feria de autos o cosas así, solo era un terreno grande, no sabía cuánto abarcaba y la verdad, no le interesaba ponerse en ese momento a contar las hectáreas; solo sabía que tenía miedo y que no había con que defenderse, solo arena y rocas pequeñas.

-Camila Cabello –su nombre en la frívola voz de Lucy le hizo prestar atención de nuevo.- ¿Qué tienes tú, eh?

Se mantuvo callada. No entendía la pregunta.

-¿Qué tienes tú que pudo conquistar a ambas Jauregui? –sus volteretas pararon y tomó una posición de cazadora, con un pie adelante y otro atrás, ojos atentos y divertidos, era obvio que disfrutaba de esta situación.

Pero Camila siguió callada, tiesa y derechita.

-¡Dime! –Exigió acercándose.- ¿Crees que eres la gran cosa? ¿Por llegar de repente y enamorar a Michelle y luego ganarte también el amor de Lauren? Pues pronto ninguna de las dos te tendrá. ¡No mereces su cariño! ¡Solo yo lo merezco!

Camila contuvo aire. Esto estaba mal. ¿Cómo iba poder intentar razonar con alguien que obviamente había pedido toda la cordura?

-Yo había sido la única –prosiguió- Yo era la única mujer que había podido tenerlas a las dos. Estuve casada con Lauren, salí con Michelle por más de un año, y... esperaba un bebé de ella. Una hija. ¡Una hija a la que mataste!

La morena frunció el ceño ¿A qué diablos se refería?

-Oh ¡No te hagas la mosca muerta, Cabello! Sabes muy bien que me empujaste contra esos autos con toda la intención de que yo perdiera mi embarazo.

-Claro que no Lucy, ¿por qué haría yo algo así?

-Porque me odias, porque me has quitado todo lo que era mío.

-Yo lamento mucho que hayas perdido a tu bebé, nunca quise que eso pasara. Pero entiende que esto que estás haciendo no es lo correcto.

-Solo te estoy devolviendo el favor. Te voy a alejar de Lauren, Michelle, de tus amigos y te voy a arrebatar a esos bastardos que cargas en el vientre, voy a despojarte de todas las cosas que te importan, tal como tú me arrebataste las mías a mí.

-¡Por Dios, no! ¡Lucy, yo nunca te he hecho nada! ¡Tú sola te encargaste de que todo eso te pasara!

-No deberías responderme así, Camila Cabello -comenzó a hacer varias posiciones con el arma- Yo soy la que tiene una pistola ahora y... puedo matarte cuando se me plazca, solo con un disparo. ¡Bam!

-¿Y por qué no lo haces ya? –la restó- ¿por qué tantos rodeos?

-Oh, porque quiero que sea lento. Quiero que te sientas miserable cuando te estés muriendo.

-Creo que la única miserable aquí eres tú. Mírate –la señaló, sus ropas estaban desgastadas, Camila no estaba segura si eran las mismas que había portado el día de la fiesta, y sus ojos... ni siquiera sabía si de verdad la estaban mirando, parecían tan lejanos, como si estuviera cegada por una luz.- Das pena.

-¡Silencio! –Ordenó.- ¿te crees muy valiente? ¿no crees que seré capaz?

-No, no lo creo.

-Muy mal, Camila. Solo te estás ganando más y más puntos para tener una muerte fea y dolorosa.

-No te tengo miedo –susurró y fue cuando Lucy se acercó, hasta estar a pocos centímetros.

-Mentirosa –musitó con una sonrisa malévola justo antes de propinarle un buen golpe bajo las costillas, al lado del estomago.

Camila se quedó sin aire y dobló la espalda con dolor al tirarse al piso. Dolía, dolía demasiado. Pero el dolor que ella sentía no le importaba, solo quería que ellos estuvieran bien.

Sus hijos, sus pequeños hijos. Que este golpe no los afectara, por favor.

-Eres tan débil –escupió.

-No –gimió ella mientras respiraba y se acariciaba la panza. Las patadas habían vuelto.- Sé que Lauren vendrá.

-Ella no te podrá salvar esta vez.

-¡No estés tan segura de eso! –la rasposa voz de Lauren fue como un vaso de agua fría después de caminar en el desierto, era su salvavidas, su Lolo.

 Lucy dio una vuelta rápida, pronto el objetico de su arma dejó de ser Camila, ahora apuntaba a Lauren.

-No te acerques –pero Lauren continuaba caminando.

-Eres tan tonta, Lucy –gritó- El teléfono de la casa estaba conectado con el de la policía, rastreamos cada llamada que llega, incluyendo la que le hiciste a mi prometida.

Lucy echó un vistazo a su víctima que todavía estaba soltando pocas lágrimas, y notó el anillo de compromiso.

-Ya vienen por ti –completó Michelle, que bajaba del mismo auto por donde Lauren había salido poco antes.

Ambas se estaban acercando cada vez más.

-¡No se muevan!

-Ya no puedes hacer nada, Lucy. La policía no tarda en llegar.

Lauren dio unos pasos más, mirando a Camila con dolor profundo. Su princesa estaba tirada en el suelo, llena de tierra, doblada de dolor.

-¡Te dije que no te movieras!

Estaba furiosa, todo su plan se había ido a la basura y ahora no tenía mucho tiempo.

-Lucy, por favor baja el arma. –dice tratando de tranquilizarla.

-No me digas que hacer –Apoyó el armazón en la cabeza de Camila-Si se acercan, la mato.

-Lucy –repitió Lauren.- Camila está embarazada.

-Yo también lo estaba –chilló con frustración y miró a Michelle.- Nuestra hija murió ¿por qué los gemelos de ella tendrían que vivir?

Gemelos, Lucy sabía que iban a ser madres de gemelos.

-Son tres vidas, Lucy –la voz de Michelle estaba cargada de decepción- ¿Quieres arrebatarle la vida a tres seres inocentes?

-Sabes lo que es perder un hijo Lucy, ¿por qué provocarle el mismo dolor a otras personas?

-¡Porque Camila lo merece!

Lauren se aproximó hasta estar a casi un metro de distancia. Demasiado cerca según la visión de Lucy.

-¡Ya para! No me importa dispararte a ti también, Lauren –el arma volvió a fijarse en Lauren, ahora era la mano de Lucy la que temblaba.

Y Lauren pudo notarlo, ese leve contoneo de sus dedos y sus agitados brazos, pensó que sería la oportunidad, que podría llegar hasta Camila. Entonces dio tres pasos más. Sin medir las consecuencias que eso traería...

-¡Basta, Jauregui! –grita con desesperación y sin dudar aprieta el gatillo, Camila suelta un lloriqueo y se encoge al escuchar el disparo.

-Lauren –murmura con horror.

La Farsante (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora